"Hipnótico y turbador thriller psicológico, narrado de manera brillante por Darren Aronofsky que nos traslada al lado oculto de la mente del ser humano."
La sorpresa es algo inherente al director neoyorquino, Darren Aronofsky. En cada obra de su filmografía nos ha mostrado un diferente retrato sobre el lado opaco de la mente. Ese segmento primario que en el ser humano adormece y que conforma el opuesto de la marcada personalidad de un individuo. La adicción (Requiem for a Dream, 2000); la pérdida (La Fuente de la Vida, The Fountain, 2006) y el fracaso (El Luchador, The Wrestler, 2008) son muestras diseccionadotas del bisturí de este joven realizador que se desmarca de la nueva ola de creadores (encabezada por Fincher y Nolan) con tapices tan sugerentes como desgarradores sobre el alma. Con Black Swan prosigue su evolución. Un camino que lo consolida en lo más alto de la cinematografía actual. Cisne Negro es una magnética muestra de cine de cuyo poso cuesta desprenderse.
Si en uno de los primeros estrenos del presente curso, Shutter Island, Martin Scorsese hacía de lo anodino algo sobresaliente, en Black Swan, Aronofsky se viste del mejor Polanski en un angustioso thriller de factura impecable. Desde el primer momento el filme te atrapa y no te suelta. Te mantiene amarrado pese al dolor, al desgarro o la incomodidad que producen ciertos tramos narrativos. Aronofsky crea una atmósfera sofocante para su protagonista que se extrapola al espectador. Se le pudiera achacar que dota de complejidad a una trama convencional. Pero en el cine como en la danza la estética lo es todo y aunque la sensación de dejavú esta presente, Aronofsky nos sorprende y deja atónitos con una de las mejores películas del año con una historia que no deja indiferente.
Gran mérito tiene su protagonista, Natalie Portman. Con un personaje enigmático y complejo, Portman lo hace humano y creíble cuando lo más sencillo hubiera sido la sobreactuación. Su perfomance (al igual que sus palabras en un tramo del film) es perfecta. Portman se entrega a Nina Sayers desbordando una áurea mágica en todas sus intervenciones (mención especial en las coreografías). Le acompañan unos estupendos Vincent Cassell (como director de la compañía) y Mila Kunis (su rival Lily) que dibujan con aplomo unos estereotipados personajes en un mundo tan competitivo como cruel. Mención especial a Kunis, todo un descubrimiento que podría valerle la nominación al Óscar cómo mejor secundaria. Tres caracterizaciones de primera categoría que alzan el film junto al trabajo de su director.
Con la partitura de su habitual, Clint Mansell (unida a la pieza clásica, "El lago de los cisnes", de Tchaikovsky) Aronofsky crea un mundo que roza lo onírico y fantasmagórico. Una historia que te deja cuestiones que solo la mente puede elucubrar (la relación materno-filial) y una sensación que descubre la permeabilidad de nuestra alma. No es fácil reponerse ante la impresión final que deja Black Swan. De ahí la capacidad de su director para convertir lo ordinario en extraordinario (como si El Prestigio se tratara). Las lecturas son múltiples: efectos de un mundo competitivo, el típico juego de los opuestos, el despertar sexual de una mente oprimida…Black Swan (Cisne Negro) continua tras el final de la proyección, se instala como un parásito en nuestra memoria y nos traslada la obsesión de su protagonista en uno de los mejores dramas psicológicos de los últimos años.
Lo Mejor: Excepcional Natalie Portman. Vincent Cassell y Mila Kunis dan replica a la gran altura.
Lo Peor: El final algo previsible que no empaña a la magnética narración de su realizador.
Puntuación: 8/10 CINE USA 2010.