Precisamente, es el quinto capítulo el mejor la primera temporada. La batalla en la arena con Theokoles (Teocles) es todo un prodigio, lleno de emoción y rodado con garra. Ese quinto episodio es el punto de inflexión, Espartaco (sensacional Andy Whitfield) atrapa nuestros corazones y hace de su destino el nuestro tras los muros del ludus de Batiato. Pero no sólo Espartaco gana en interés, Crixo (Manu Bennett), Varro (Jay Courtney), Doctore (Peter Mensah) y Batiato (John Hannah) son estupendos personajes en un reparto coral de notable nivel. Todo representado en una ambientación muy realista (aunque, en instantes, algo exagerada) que nos traslada a la Roma más desatada y lasciva. El neozelandés Michael Hurst (el Iolus de Hércules) dirige con aplomo un gran número de episodios de una serie que va camino a convertirse en objeto de culto.
Andy Whitfield representa a un héroe lleno de carisma, motor y alma de una serie que sorprende en forma y contenido. Su final quizás sepa a poco y nos deja con ganas de más. El Espartaco proscrito (llevado a la gran pantalla por Kubrick) debiera dejarnos una segunda temporada espectacular. Esperemos que los probables cambios en el casting no bajen el nivel de un producto muy entretenido y ameno. La ausencia de Whitfield (aún no confirmada) podía trasladar a Wenworth Miller (entre otros) a la piel del héroe de Tracia. Mientras conocemos su destino, Starz presentará a principios de año su precuela: Gods of the Arena. En este prólogo, volveremos al ludus de Batiato y conoceremos al campeón de Capua que precedió a Crixo y Espartaco. Allí nos esperan, de nuevo, Batiato, Lucrecia y Doctore, diferentes caras de un desinhibido mundo lleno de corrupción y ambición.
Puntuación: **** ADICTOS EN SERIE