Pocas palabras se pueden añadir para definir a Terry Gilliam. Quizás la más acertada, es un calificativo referente a su obra maldita: “quijotesco”. El realizador británico cada vez se prodiga menos en la pantalla grande, debido a sus habituales problemas de financiación de sus originales y experimentales proyectos. El cine de Gilliam divide incondicionales y detractores (con mayoría para los segundos) en una carrera de numerosos altibajos. Sus últimas cintas, han sido un fracaso de público donde sólo sus seguidores acérrimos volvieron a sus hogares satisfechos. Pocos auguran que Gilliam recupere el nivel de Brazil (1985), El Rey Pescador (1991) o Doce Monos (1995). Mientras un puñado de cintas de culto y descalabros económicos cómo Los Hermanos Grimm (2005) y Tideland (2005). Su última obra, El Imaginarium del Doctor Parnassus (2009) demuestra toda la imaginación y estilo visual de este valiente director inglés.
Una película diferente, una experiencia extracinematográfica que nos hace retornar a la infancia, como ya lo consiguió en Las Aventuras del Barón Munchausen (1988). Gilliam ha sido noticia por la enésima cancelación de su proyecto más personal, la particular adaptación de El Quijote de Cervantes. Mientras lucha por su proyecto, nos presenta un cortometraje, The Legend of Hallowdega. Una pieza que narra las peripecias de un investigador de fenómenos paranormales que se traslada a un circuito de la NASCAR que según la leyenda sustenta una maldición. El corto está intepretado por Justin Kirk (Weeds) y David Arquette (Scream). Una propuesta acorde a las fantasías cerebrales de este barroco artesano del siglo XXI, Terry Gilliam.
Una película diferente, una experiencia extracinematográfica que nos hace retornar a la infancia, como ya lo consiguió en Las Aventuras del Barón Munchausen (1988). Gilliam ha sido noticia por la enésima cancelación de su proyecto más personal, la particular adaptación de El Quijote de Cervantes. Mientras lucha por su proyecto, nos presenta un cortometraje, The Legend of Hallowdega. Una pieza que narra las peripecias de un investigador de fenómenos paranormales que se traslada a un circuito de la NASCAR que según la leyenda sustenta una maldición. El corto está intepretado por Justin Kirk (Weeds) y David Arquette (Scream). Una propuesta acorde a las fantasías cerebrales de este barroco artesano del siglo XXI, Terry Gilliam.