“Gran broche final a uno de los hitos del cine de animación de todos los tiempos, con una divertida y emocionante historia que nos traslada a lugares escondidos en lo más recóndito de nuestra memoria.”
Como ocurre en Toy Story III los tiempos cambian, evolucionan hasta la adaptación. La evolución de Pixar, el estudio de animación creado en 1986, marcha meteórica a la cima más alta del séptimo arte. Creaciones suyas forman ya parte de la historia del celuloide, con cuentos llenos de imaginación, ternura y emoción. Unida ahora a Disney, Pixar no pierde un ápice de trabajo y originalidad, continuando la estela que dejaron obras maestras como Ratatouille (Brad Bird, 2007) y Wall-E (Andrew Staunton, 2008). Pixar ha supuesto una revolución en el cine de dibujos animados que ha logrado que sus rivales Dreamworks y la propia Disney se esfuercen en crear historias diferentes donde la magia no sólo atrape a los más pequeños sino también al adulto. Globalizar cronológicamente un género que se ha ganado una posición universal en las artes modernas.
Un arte, también productivo, fuente de grandes ingresos que invitan a los estudios a invertir. Este nuevo cine de animación sostenido con un espectro de mercado muy amplio y con unas fronteras ilimitadas de creatividad. Es el caso de Toy Story III. Concebida como colofón final a una de las sagas más conocidas de la cultura popular, Toy Story III es más que una tercera parte. Lee Unkrich toma el testigo de John Lasseter en la dirección y nos deja un inolvidable relato lleno de grandes momentos. Unkrich editor y co-director de la segunda parte, continua el gran trabajo de Lasseter que continua en labores de producción. Si en otra saga como Shrek se denota cierto hastío y agotamiento, en Toy Story todo va ganando calidad a cada entrega. Cine infantil inteligente, un espejo del cine real de calidad. Ese cine que te atrapa con historias clásicas y te deja explorar mundos diferentes con sólo centrar la mirada.
El resultado, aparte de una recaudación billionaria, es una cinta a la antigua usanza llena de héroes, giros y un excelente final. Los diseños y protagonistas de antaño unido a nuevos y carismáticos personajes (un Ken estelar) secundarios que le dan nuevos bríos a una historia siempre apasionante. La marcha de Andy a la universidad, deja huérfanos a unos juguetes, deseosos de un nuevo dueño que les teletransporte a innumerables aventuras. Mundos de diversión y evasión reflejo de nuestra infancia, recuerdo que siempre nos acompaña en vida. En realidad, los juguetes somos nosotros, los espectadores, dentro de un mundo que fluye continuamente, pero donde la magia, el amor, la aventura y la emoción siempre se mantienen latentes. Depende de nosotros el encontrarlo. Gracias a Pixar por el recuerdo y por el mapa con este maravilloso camino.
Lo Mejor: El guión firmado por Michael Arndt. La banda sonora de Randy Newman.
Lo Peor: Qué el cine de animación siga siendo considerado un género menor.
Puntuación: 8,5/10