Raoul Walsh fue uno de los grandes directores de aventuras de todos los tiempos. Siempre será recordado por grandes filmes cómo: Murieron con las Botas Puestas (1941), El Último Refugio (1941) o El Hidalgo de los Mares (1951). Un realizador que formó parte viva de la época dorada del cine americano que, en cambio, que a partir de mediados de los años cincuenta estuvo apartado del éxito con una lista de cintas de menor calidad y repercusión donde sólo destacó con Los Implacables (1955). Una de sus películas más recordadas, es el clásico de aventuras, con toque western, Tambores Lejanos (Distant Drums, 1951). Considerada una obra menor, Tambores Lejanos fue el último gran éxito de público de Walsh. Un largometraje inolvidable que contó con el protagonismo de uno de los eternos del cine americano, Gary Cooper. Las aventuras del Capitán Quincy Watt, se convirtieron en una referencia para la juventud de los años ochenta y noventa siendo un clásico de las sobremesas españolas durante este periodo.
Piratas, semínolas (temibles como antagonistas) y caimanes, para un original y divertido cuento de heroísmo que nos invita a evadirnos, trasladándonos a la inhóspita Florida. Narrada con gran pulso y ritmo, uno de los aciertos de Tambores Lejanos es un guión lleno de giros y vicisitudes que mantienen al espectador en vilo durante todo el metraje. Persecuciones y tensión, aderezada con la música de Max Steiner en este clásico inolvidable. Un colosal Cooper carga con la función y se graba en nuestra memoria cómo el módelo de héroe con el que todos soñamos de pequeños y no tan pequeños. Desde aquí nuestro pequeño homenaje con una de las escenas más conocidas.
Piratas, semínolas (temibles como antagonistas) y caimanes, para un original y divertido cuento de heroísmo que nos invita a evadirnos, trasladándonos a la inhóspita Florida. Narrada con gran pulso y ritmo, uno de los aciertos de Tambores Lejanos es un guión lleno de giros y vicisitudes que mantienen al espectador en vilo durante todo el metraje. Persecuciones y tensión, aderezada con la música de Max Steiner en este clásico inolvidable. Un colosal Cooper carga con la función y se graba en nuestra memoria cómo el módelo de héroe con el que todos soñamos de pequeños y no tan pequeños. Desde aquí nuestro pequeño homenaje con una de las escenas más conocidas.