“Lígero y decente drama palaciego, sobre los primeros años de la Reina Victoria, tratado con sensibilidad y sin caer en tópicos.”
Los dramas de épocas, es un género que nunca pasa de moda. Fastuosos escenarios, grandes maquillajes, elaborados vestuarios, grandes recreaciones y ambientes, siempre llaman la atención del público incluso por encima de su historia. Historia, que suelen humanizar o endiosar a miembros de la corte, donde se nos muestra los recovecos y miserias del ser humano cualquiera que sea su condición. Nuestras madres crecieron con Sissi Emperatriz (Ernest Marischka, 1956); Greta Garbo y Vivian Leigh protagonizaron su propia versión de Anna Karenina, llegando a películas de nuestros días como Orgullo y Prejuicio, Elizabeth o María Antonieta que tuvieron una notable aceptación por crítica y público. Hace unos meses se estrenó La Duquesa que tuvo una buena acogida y este mes se estrenó La Reina Victoria, demostrando que los dramas palaciegos interesan y mucho a los espectadores.
La Reina Victoria (The Young Victoria) tiene como eje el amor de una recién coronada Victoria y Albert, príncipe Sajonia y Coburgo. Como telón de fondo, la presión de la familia, de la política y del pueblo, mostrado todo con poca profundidad. Con una producción, curiosa, a cargo de Martin Scorsese y Sarah Ferguson, La Reina Victoria funciona, por la química entre la pareja protagonista, Emily Blunt y ,sobre todo, Rupert Friend, todo un descubrimiento, que nos presenta a un noble, honrado, y sencillo príncipe Alberto. Es lo más destacable de una película, que no muestra mucho más, un guión simple y que deja muchas preguntas en el aire, sobre todo con los secundarios que aparecen esporádicamente. Como el resto de películas del género, posee un gran diseño de producción. Film de sobremesa, recomendado para amantes de las princesas Barbie y el príncipe Kent.
Lo Mejor: Emily Blunt y Rupert Friend.
Lo Peor: Olor a telefilm.
Puntuación: 6/10