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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Objeto de estudio

    || Críticas | ★★☆☆☆ ½
    Objeto de estudio
    Raúl Alaejos
    Observar puede modificar la realidad


    Miguel Martín Maestro
    Valladolid |

    ficha técnica:
    España, 2024. Título original: Objeto de estudio. Dirección, guion, montaje, fotografía, producción: Raúl Alaejos. Música y sonido: Rafael Martínez del Pozo. Distribución: Muak Distribuciones. Duración 61 minutos.

    Hay películas que se planifican al detalle y no salen como se quería; otras que se dejan al azar y surge el milagro de la genialidad; algunas quieren ir en un camino y la realidad se empeña en ir por otro; incluso las hay que parecen no querer existir. Cualquiera de estas interpretaciones podría hacerse de Objeto de estudio, donde resulta evidente que la introducción de la película no se concreta en un desarrollo posterior de la idea, donde el azar y el riesgo parecen muy calculados transformando ese camino inicial en otra idea bastante más arquetípica y donde, por momentos, puede advertirse una dejadez en la exposición y un abandono de la idea inicial, ya sea por imposibilidad del cineasta, por carencia de recursos para sacar de los habitantes lo que se esperaba o por puro pasotismo hacia lo que surja o no; un pasotismo no exento de humor y autocrítica, porque pese a los anuncios radiofónicos que son directamente pronunciados para que el director no caiga en determinados clichés del cine documental, Alaejos parece terminar postrado a todos ellos. Me confieso incapaz de desentrañar el objetivo del cineasta salvo el de una autocrítica consciente del papel del "colonizador" intentando mostrar su superioridad y punto de vista sin atender a las motivaciones del filmado en este caso.

    El inicio siembra el mcguffin: Peary y Henson, los exploradores norteamericanos que sobrevivieron a la expedición de 1909 que se atribuyó haber llegado al Polo Norte geográfico (quienes junto con cuatro nativos fueron los únicos sobrevivientes del grupo), habrían ideado el generar una raza de superhéroes humanos surgida de la mezcla genética de su espíritu aventurero y su superioridad intelectual con el de la fortaleza física de los inuit, mezclándose con mujeres de la zona. No deja de sonar a prepotente y supremacista la idea de Peary, pues Henson, secundara o no lo dicho, no dejaba de ser "su asistente" según escribió el jefe de la expedición, y aunque de raza negra, no parece que sus genes prevalecieran sobre los de los habitantes de la zona. Con el propósito de desarrollar esa idea el director, acompañando a un aventurero del presente, intenta adentrarse en la cultura de los descendientes de ambos exploradores. Pero si el propósito era encontrarse con gente orgullosa de su apellido o agradecidos a la idea de mezcla de razas la respuesta no puede ser menos entusiasta.

    La película, como decía, no está exenta de humor, aunque ciertamente en un humor que se dirige a que nos riamos del director (quién sabe si no es él quien se ríe de nosotros). Consciente de que lo buscado, o lo que se dice que se busca, no va a conseguir la película que quería, ésta se convierte en una sucesión de lugares comunes del turista en viaje a paisajes exóticos. Periódicamente la radio local irá transmitiendo mensajes de aviso que, irónicamente, van dirigidos al director advirtiéndole de lo que no debe hacer como documentalista, pero parece que esos dogmas de la no ficción no quieren ser asumidos por éste, que opta por incumplirlos sistemáticamente. El oso polar, el agujero en el hielo para pescar, la familia de esquimales como en el juego de naipes, la carrera de trineos, el folclore, los souvenirs, las leyendas indígenas... El resultado de las imágenes se traslada al estereotipo que no se quería filmar y al que el director se pliega, incapaz de reconducir su historia inicial porque lo más plausible es que el objetivo fuera lo que vemos y no lo que se enuncia al principio. Así el documental se coloca deliberadamente en un "mockumentary" en el que los habitantes quieren ser mostrados exóticamente bajo el prisma del occidental, mientras los retratados se limitan a llevar su día a día como cualquier otra comunidad, rodeada de hielo y nieve sí, pero sin rasgos de su presunto privilegio de raza superior. Sintomática es la última escena. El director ya no dirige, cree estar filmando demasiado y sin demasiado rumbo según se nos confiesa, los autóctonos habitantes se autogestionan y deciden su lugar en la imagen; los Peary por un lado y los Henson por otro marcan la frontera y la diferencia de su cultura con la nuestra y la absoluta insignificancia de quien fuera su antepasado occidental, porque ellos son hijos de la tierra donde viven y no herederos de apellidos que nada les aporta. ♦


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