|| Críticas | ★★★★☆
Heretic (Hereje)
Scott Beck & Bryan Woods
La sonrisa amable de la maldad
José Martín León
ficha técnica:
Estados Unidos, 2024. Título original: Heretic. Dirección: Scott Beck, Bryan Woods. Guion: Scott Beck, Bryan Woods. Producción: Julia Glausi, Jeanette Volturno, Scott Beck, Bryan Woods, Stacey Sher. Productoras: Beck Woods, Catchlight Studios, Shiny Penny Productions. Distribuidora: A24. Fotografía: Chung Chung-hoon. Música: Chris Bacon. Montaje: Justin Li. Reparto: Hugh Grant, Sophie Thatcher, Chloe East, Topher Grace, Elle Young.
Estados Unidos, 2024. Título original: Heretic. Dirección: Scott Beck, Bryan Woods. Guion: Scott Beck, Bryan Woods. Producción: Julia Glausi, Jeanette Volturno, Scott Beck, Bryan Woods, Stacey Sher. Productoras: Beck Woods, Catchlight Studios, Shiny Penny Productions. Distribuidora: A24. Fotografía: Chung Chung-hoon. Música: Chris Bacon. Montaje: Justin Li. Reparto: Hugh Grant, Sophie Thatcher, Chloe East, Topher Grace, Elle Young.
La cinta comienza presentando a sus protagonistas femeninas, dos jóvenes religiosas mormonas, dedicadas a la misión de ir de puerta en puerta tratando de reclutar nuevos adeptos para su Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. El dibujo que el guion hace de ellas es el de dos chicas de su edad de lo más normales, que no tienen ningún problema en mantener distendidas conversaciones sobre pornografía. Son, eso sí, dos perfiles bien diferenciados, ya que, mientras la hermana Paxton parece la más ingenua de las dos, así como la que muestra una fe más vocacional, la hermana Barnes cuenta con un pasado más difícil que el de su amiga, por lo que ha abrazado la religión como forma de dejar todo aquello atrás, sin alcanzar, tal vez, una plena convicción hacia aquello que promulga. El destino hace que acaben tocando la puerta equivocada, la del Sr. Reed, un hombre de apariencia amable e inofensiva que parece interesado en recibir más información de esa religión que las muchachas tratan de “venderle” y que se las ingenia para lograr que estas entren en su casa, con la promesa de que su esposa se encuentra dentro, ya que, por seguridad, las hermanas no pueden estar en un hogar extraño sin otra mujer presente. Los directores, gracias a su espléndido guion, consiguen que resulte plenamente creíble el modo en que el Sr. Reed engatusa a las desdichadas jóvenes para que caigan ellas solas en su trampa, sin ejercer ningún tipo de violencia. La sutileza con la que el anfitrión cambia de tema cada vez que las invitadas insisten en la necesidad de que haga acto de presencia su esposa o esa facilidad de palabra con la que, poco a poco, parece querer tirar por tierra las creencias de las mormonas, han encontrado en un enorme Hugh Grant a la perfecta representación del lobo con piel de cordero. Su amplia sonrisa de siempre adquiere aquí un matiz mucho más oscuro y turbio, realizando una medidísima personificación de teólogo psicópata que, fácilmente, podría haberse prestado a la sobreactuación.
Hay que ser justos y reconocer que, si bien el plato fuerte de la función reside en el magnífico trabajo de Grant, sacando su lado más oscuro –en un año donde actores como Nicolas Cage, Josh Harnett o James McAvoy se lo han pasado en grande regalando memorables monstruos–, no funcionaría tan bien sin el sólido apoyo de unas fantásticas Sophie Thatcher y Chloe East en los papeles de unas víctimas que, progresivamente, se van descubriendo menos indefensas de lo que parecían. Los dos primeros tercios, muy sobrios, se sostienen sobre la batalla dialéctica entre el Sr. Reed y las chicas, debatiendo sobre la existencia de Dios o si la religión no es más que otro producto de marketing, un engañabobos para gente que necesita creer en algo con que dar sentido a sus vidas. La estructura, casi teatral, con los tres personajes intercambiando opiniones en un espacio reducido, dependía mucho de la fluidez de los diálogos y en la labor de los actores para hacer que el público permaneciera enganchado a la historia y es algo que se consigue, de forma notable. Ayuda también la perfecta puesta en escena, con esa fantástica arquitectura de la casa, convertida en un personaje más, como una ratonera del que las protagonistas no pueden escapar. La excelente labor de Chung Chung-hoon en la fotografía también es clave para conseguir esa sensación de claustrofobia y oscuridad buscada en un filme que, al contrario que otros títulos de similares características, como No respires (Fede Álvarez, 2016) o Barbarian (Zach Cregger, 2022), solo sucumbe al efectismo propio del terror más convencional en ese tercer acto en el que se descubre la verdadera naturaleza del Sr. Reed. Aun siendo una de las sorpresas más atractivas de la temporada, Heretic podría haber aspirado a convertirse en una obra mucho más redonda si sus directores no hubieran sucumbido a la tentación de regalarnos un clímax final algo previsible y comercial (todo lo que acontece en el sótano), rompiendo con el espíritu más “filosófico” y reflexivo de su propuesta. Lo que termina ofreciendo es un inteligente y diabólicamente entretenido espectáculo de terror psicológico que funciona, sobre todo, como vehículo para lucimiento de un Hugh Grant que nunca ha estado mejor, fuera de su zona de confort. ♦