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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Flathead

    || Críticas | FICX 2024 | ★☆☆☆☆ |
    Flathead
    Jaydon Martin
    La Australia profunda


    Yago Paris
    Gijón |

    ficha técnica:
    Australia. 2024. Título original: Flathead. Director: Jaydon Martin. Guion: Jaydon Martin, Patrick McCabe. Productores: Chloe Brugale, Amiel Courtin-Wilson, James Latter, Jaydon Martin, Patrick McCabe, Orit Novak. Productoras: Portmanteau Pictures. Fotografía: Brodie Poole. Música: Lachlan Harris. Montaje: Patrick McCabe. Reparto: Cass Cumerford, Miguel Angel Jitale D'Amico, Hayden Rimmington, Rob Sheean, Andrew Wong, Kent Wong.

    La representación de la América profunda en el cine ha acostumbrado a tender a lo asalvajado. Ya sea desde el drama, la comedia o directamente el terror, los ambientes y los personajes que los habitan se comportan como lo opuesto a lo que se podría entender como una vida civilizada. Si los hippies ingenuos y optimistas de La matanza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre, Tobe Hooper, 1974), representantes de la modernidad urbanita y de la utopía del amor libre y universal entre seres humanos se topa de lleno con el salvajismo de una familia white trash, esto es así porque, en ese país, da la impresión de que existe una malsana fascinación hacia esas inmensidades del centro y sur del país, paisajes despoblados donde el aislamiento parece afectar a la manera en que rige la mente. La dureza de ese modo de vida, pues habitualmente estos personajes viven por debajo del umbral de la pobreza, tampoco parece ayudar. La película de Tobe Hooper se podría leer como una venganza de los desheredados, olvidados por el sistema. Sea cual sea el caso, lo cierto es que la representación de estas zonas de Estados Unidos tiende a resultar perturbadora.

    Algo similar parece suceder en otro país que presenta características similares a las de la América profunda: Australia. Sus inmensidades paisajísticas, principalmente desérticas, también parecen albergar espacios para que pululen personajes aislados, desnortados y con tendencia a la locura y las formas agresivas. El mejor ejemplo sería la saga cinematográfica más famosa de dicha cinematografía, Mad Max (1979-2024). Ya en su primera película como cineasta, Mad Max: Salvajes de autopista (Mad Max, 1979), George Miller retratra un panorama desolador, comandado por la violencia injustificada y el sadismo, que se manifiestan a ambos lados de la ley. Colosales parajes desérticos, solo atravesados por carreteras, se convierten en el escenario perfecto para el nihilismo motorizado. Australia, esa otra América profunda, bebe naturalmente de la herencia cinematográfica de Estados Unidos, como en realidad lo hacen todas las cinematografías del mundo, pero esta lo hace especialmente debido a los evidentes vasos comunicantes, tanto culturales como paisajísticos. Así se puede entender la naturalidad con que Flathead (Jaydon Martin 2024) se integra dentro del cine australiano y al mismo tiempo podría pasar por una película estadounidense. La cinta, programada dentro de la Sección Oficial Retueyos de la edición de 2024 del Festival Internacional de Cine de Gijón, narra la historia de Cass (Cass Cumerford), un anciano que regresa a su pueblo natal, Bundaberg, en la Australia profunda, en busca de un nuevo sentido a su vida. El anciano vive solo, tras la muerte de su compañera de vida, y no parece tener demasiados alicientes en su actual existencia. De esta manera se inicia un viaje físico que torna en travesía interior por las diferentes formas de entender la espiritualidad.

    Filmada en un seco blanco y negro, Martin desarrolla en su debut como director de largometrajes una comedia agria sobre personajes peculiares que son el resultado inevitable de sus condiciones de vida. La evidente depauperización del territorio, que golpea especialmente a la clase obrera y a la que se encuentra en el límite, o por debajo, del umbral de la pobreza –esa white trash australiana–, da lugar a la conjunción de seres lunáticos, entregados al alcohol y las drogas como escapatoria, y a la religión como faro que guíe una existencia dura. Este caldo de cultivo para un drama desgarrador es, sin embargo, el punto de partida para una serie de escenas cómicas, más entrañables que estrambóticas, donde se muestra el modo de vida autóctono. Así, aparecen la correspondiente vida rural basada en el trabajo en el campo, la fascinación por las armas, la necesidad de la bebida como salvavidas del día a día y la evangelización como promesa de futuro ante un presente negro. Nada, sin embargo, parece ser tomado excesivamente en serio, como así muestra el protagonista, quien va dando saltos de uno a otro ambiente, dejándose influir por diferentes visiones de la vida, como así se muestra especialmente en el ámbito espiritual, donde el cristianismo, el judaísmo, el budismo y la espiritualidad new age hacen acto de presencia en sendas escenas.

    Flathead, estimable punto de partida para una comedia que podría recordar a A propósito de Schmidt (About Schmidt, Alexander Payne, 2002), evoluciona por terrenos difusos, sin encontrar nunca el tono adecuado para lo que aparentemente pretende contar; demasiado amable para resultar un estudio verdaderamente valioso sobre los extraños personajes de la Australia profunda, demasiado cómica para resultar una crítica fundamentada de la crisis económica de esta zona del país, demasiado estrambótica para ser una comedia amable. La película parece tan desnortada como su personaje, como se atisba en la falta de objetivo narrativo. ¿Es toda esta narración una mera exploración de los diferentes escenarios que uno se puede encontrar en estas tierras, o acaso existe algo más profundo que hilvane estas escenas? Quien esto escribe se decanta por lo primero, y los insertos en vídeo digital en color podrían ser el mejor ejemplo para explicar la escasa cohesión que se manifiesta en Flathead. Se trata de breves momentos, donde cada personaje parece querer comunicarse con el exterior, o mostrar una cara distinta a la que habitualmente expone en el viciado ecosistema en el que vive. Si se trata de vídeos enviados al exterior, no parece haber respuesta. Flathead se podría leer como un mensaje en una botella lanzado en un lago: está condenado a no abandonar su punto de partida. ♦


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