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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Antes era divertido

    || Críticas | ★★★☆☆
    Antes era divertido
    Ally Pankiw
    Melancolía indie


    Nacho Álvarez
    Madrid |

    ficha técnica:
    Canadá. 2023. Título original: I Used to Be Funny. Dirección: Ally Pankiw. Guion: Ally Pankiw. Compañías productoras: Barn 12, Ontario Creates, Partizan, Téléfilm Canada, Vigilante Productions. Distribución en España: Surtsey Films. Música: Aimee Bessada. Fotografía: Nina Djacic. Reparto: Rachel Sennott, Olga Petsa, Caleb Hearon, Jason Jones, Dani Kind, Sabrina Jalees. Duración: 105 min

    Unas pequeñas notas escritas rápidamente en la palma de la mano para recordar el punchline de su primera broma parece ser lo único que necesita Sam para subirse al escenario y saludar al público con seguridad antes de empezar su monólogo. No obstante, un corte a negro tras la primera escena muestra la frase «Antes era divertido», y las letras de la última palabra caen hasta situarse un renglón por debajo del resto. Este efecto unido al propio título de la película anticipa la situación de la protagonista, una joven comediante amateur que se enfrenta a un trastorno por estrés postraumático (TEPT) que parece tener algo que ver con Brooke Renner, una adolescente de 14 años a la que solía cuidar y que lleva desaparecida varios días. El primer largometraje de Ally Pankiw se aproxima a la relación forjada entre los dos personajes a través de una decisión de puesta en escena que ancla toda la película, el montaje alterno que le permite fundir tiempo pasado y presente alterando la narración cronológica y haciendo convivir su paulatino proceso de amistad con la posterior gestión del trauma de Sam y la huida de Brooke.

    Por medio de esta concatenación de flashbacks se equipara a ambas mujeres y sus respectivas situaciones emocionales, desvelando poco a poco la causa del estado emocional de Sam y su condición de figura de referencia para Brooke cuando la madre de la niña fallece debido a una enfermedad. Pankiw se adentra sin demasiada vehemencia en los códigos del drama personal, utilizando como contrapunto el aparente cinismo del mundo de la comedia, cuyos representantes masculinos recuerdan a Sam que ya puede hacer bromas de lo que quiera después de lo ocurrido. Bajo esta mirada masculina, presente a lo largo del metraje a través de las caras del público, los compañeros de profesión y, por encima de todo, el padre de Brooke, se desarrolla la interpretación de Rachel Sennott, iconizada ya como representante de un cierto cine americano independiente más o menos consagrado cuya mirada y temáticas podrían considerarse generacionales. En Antes era divertido da vida a un arquetipo estilístico específico de la comedia stand-up contemporánea, la llamada annoying white woman, con referentes actuales claros como Natalie Cuomo o el propio trabajo de Sennott como monologuista, y remitiendo a Ruth Buzzi, figura insignia de la comedia americana televisiva de los años 70. No obstante, al igual que en el tratamiento del tránsito a la juventud de Brooke, el juego cómico que se asoma en distintas escenas y la difícil convivencia entre el humor y la tristeza que caracteriza este tipo de trabajo, son expuestos con demasiada prudencia sin aprovechar del todo sus posibilidades narrativas.

    Por tanto, aquí reside en general la apuesta de la película, en una adscripción a una mitología “generacional” que no se cuestiona apenas y que, sin llegar a resultar paródica en ningún momento, sí demuestra una comodidad generalizada en sus planteamientos y su planificación. Así, una cámara en mano que no abandona el punto de vista de Sam en toda la cinta registra a muy poca distancia su ataque de pánico en el motel, el cual se ve interrumpido por jump cuts repentinos que traen fragmentos de escenas del pasado para subrayar, a través del uso de voces en off, el impacto dramático del momento, no dejando apenas espacio ni tiempo a la autonomía y profundidad de la secuencia. Por otro lado, el uso reiterativo de recursos ciertamente manidos, como el pitido sordo que apaga el sonido ambiente y refuerza cada golpe emocional, se une a la biblioteca musical que recuerda una y otra vez al espectador la condición trágica del relato, con un conjunto de canciones que, casi a modo de lista obligatoria en cualquier drama melancólico indie, cuenta con la presencia de artistas como Phoebe Bridgers, Adrianne Lenker, MUNA, Allison Pontier o The Japanese House. Antes era divertido resulta pues en una obra de personajes sólidos con un arco narrativo clásico, poco arriesgada pero efectiva en su reproducción estética y temática, que sigue trabajando con la idea del trauma en la estela de Aftersun (Charlotte Welles, 2022), Saint Maud (Rose Glass, 2019) o Desconocidos (Andrew Haigh, 2023). Este conjunto de películas, muy significativas para el público y marcadoras de un rumbo narrativo indiscutible, se inscriben al mismo tiempo en la problemática tendencia de reivindicar el tema por encima de la propuesta formal, generando un catálogo cinematográfico al que anualmente se suman más y más miradas preocupadas principalmente por lo que dice la película y no por cómo lo dice. ♦


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