Especial LesGaiCineMad 2019 |
Las 10 mejores películas
El festival de cine LGBT más importante de los países de habla hispana, el ya icónico LesGaiCineMad, ha puesto fin a su 24ª edición tras casi tres semanas de proyecciones a lo largo y ancho de Madrid. Y lo ha hecho con una vencedora a la altura de la fantástica, y vasta, selección, la sueco-georgiana And then we danced, de Levan Akin, que ha alcanzado un raro triunfo en la historia del certamen: recibir los máximos galardones tanto del público como del jurado, los cuales ha completado, como no podía ser de otra manera, con el reconocimiento a mejor intérprete (sin distinción de género desde hace un par de años) para el debutante Levan Gelbakhiani. Con la entrega absoluta que este tipo de papeles requiere, él nos ha regalado uno de los grandes personajes cinematográficos del año: un joven de la Compañía Nacional de Danza de Georgia cuya vida da un vuelco con la llegada de un nuevo bailarín que será al mismo tiempo rival y objeto de deseo. And then we danced, que representa a Suecia en los próximos Oscars, se ha alzado este fin de semana también con dos galardones en el Festival de Sevilla —nuevamente el premio del público, así como, claro está, el Ocaña a mejor trabajo LGTB— y era, sin lugar a dudas, la mejor producción del certamen que nos ocupa. Así lo ha sabido ver el jurado conformado por la actriz y cantante Lluvia Rojo, el director Salvador García Ruiz y el coordinador cultural del Instituto Francés, Romain Ruchaud, que también han reconocido la calidad de la venezolana Yo, imposible, de Patricia Ortega (mejor dirección), la guatemalteca Temblores, de Jayro Bustamante (mejor guion) y la vietnamita Song Lang, de Leon Le (mención especial). Todas estas cintas, en compañía de otras seis igualmente estimables, conforman el reivindicable top 10 presentado a continuación, donde tienen cabida múltiples nacionalidades, géneros (en los dos sentidos del vocablo), identidades sexuales y, ante todo, formas de ser, estar... y amar.
10. ZEN SUL GHIACCIO SOTTILE
Margueritta Ferri, Italia
La vida de Zen (Eleonora Conti), de 16 años, gira en torno al hockey sobre hielo, uno de los deportes más físicos que existen. Su verdadera prioridad, sin embargo, es dejar de ser percibido como una chica, algo complicado considerando que juega en un equipo femenino y que habita un entorno muy conservador donde ser homófobo es prácticamente motivo de orgullo (no puede hablarse de transfobia porque nadie llega siquiera a barajar la transexualidad como opción). Así lo dejan claro las primeras escenas, donde se confirma también que Zen no va a dejarse pisotear por nadie. Su corazón es duro, como el hielo, pero, al igual que este, puede resquebrajarse. Y, tal y como aprendimos en Ice Age (Chris Wedge y Carlos Saldanha, 2002), una vez empiece a hacerlo, no habrá forma de pararlo, realidad remarcada quizá innecesariamente por Zen sul ghiaccio sottile al intercalarse la acción con nada sutiles brutos de corte documental. En el caso de Zen, el motivo de deshielo no es otro que Samantha (Susanna Acchiardi), la chica más popular del instituto, quien, perdida asimismo en su propia identidad, está tanto o más necesitada de verdadero cariño. Entre ambos se forja así una relación que comienza con un intercambio de llaves (Samantha libera a Zen de la última gamberrada de los matones del pueblo y como agradecimiento Zen le permite acceder al hostal de su madre para que pueda acostarse con su novio) y evoluciona, como tantas —pero nunca demasiadas— veces hemos visto en el cine, con los dos personajes aprendiendo a entenderse y, poco a poco, a quererse. El problema, claro está, es que la adolescencia es una etapa desconcertante y terrible durante la que se desconoce lo que se desea hasta que se pierde, lo que lleva a Zen y Samantha a actuar de forma relativamente irracional y, así, a perder tanto aquello por lo que han luchado como, quizá, la empatía del espectador. Claro que quien no haya actuado absurdamente de adolescente que tire la primera piedra. Como contraste, la madre del protagonista, fantásticamente encarnada por Fabrizia Sacchi —una de las muchas estrellas de Suspiria (Luca Guadagnino, 2018)—, es una mujer calmada y comprensiva que, como tantos otros progenitores abnegados, debe asimilar que su descendencia se aleje sin dar posibilidad de réplica. Tras filmar varios cortometrajes y documentales, a menudo con el inconformismo de género en el centro, la italiana Margherita Ferri se estrena en la realización de largometrajes de ficción con sencillez y sensibilidad, permitiéndonos atravesar una coraza que tan sólo está ahí como consecuencia de una sociedad corrupta.
Italia, 2018. Título original: Zen sul ghiaccio sottile. Dirección: Margueritta Ferri. Guion: Margueritta Ferri. Productores: Chiara Galloni, Ivan Olgiat. Fotografía: Marco Ferri. Música: Alicia Galli. Reparto: Eleonora Conti, Susanna Acchiardi, Fabrizia Sacchi. Duración: 90 min.
09. FIN DE SIGLO
Lucio Castro, Argentina
El porteño Lucio Castro se alzó merecidamente con el entorchado a mejor película argentina del último BAFICI por Fin de siglo, una arriesgada ópera prima rodada en las calles de Barcelona. Un argentino afincado en Nueva York (Juan Barberini) y un español afincado en Berlín (Ramón Pujol) se cruzan, al tiempo casual y deliberadamente, en tres ocasiones, espaciales y temporales, en una obra que juega sabia y siempre sorprendentemente con el qué fue, el qué es y el qué será. Los dos intérpretes, ambos fantásticos, se entregan a hipnóticos diálogos existenciales y ardientes encuentros sexuales que el espectador contempla casi como espía, lanzado al corazón de la acción por un realizador que, pese a su inexperiencia, sabe bien dónde colocar la cámara para sacar máximo partido de los sugerentes giros de guion y las ricas atmósferas. La ciudad de Barcelona, de hecho, está presente con toda la autenticidad de la que careció en su día Vicky Cristina Barcelona (2008), trabajo menor de Woody Allen que curiosamente también recurrió a tan emblemático enclave para unir destinos esquivos y descentralizar la sexualidad. Que el lánguido ritmo y la forzada desorientación son frustrantes es innegable, sobre todo porque el comienzo, tierno e intimista, parece augurar un Weekend (Andrew Haigh, 2011) que nunca llega, pero, conforme aprendemos a ser partícipes de esa confusión que, a fin de cuentas, es la vida, la película se antoja libre y cautivadora, un hermoso homenaje a todas esas cosas que pudieron ser, no fueron —a ninguna parte— y sin embargo están a tiempo de llegar. El siempre desbordante peso de las decisiones sobrevuela los tejados de Barcelona y las mentes de dos personajes con los que, ya desde esa playa que invita a pensar en el El desconocido del lago (Alain Guiraudie, 2013), empatizamos fuertemente, sintiendo y anhelando por ellos. Gracias a ese medido proceso de identificación, dudar todo el tiempo sobre si aquello que estamos contemplando sucede siquiera en nuestro propio universo es irritante pero, de alguna manera, también extrañamente sanador.
Argentina, 2019. Título original: Fin de siglo. Dirección: Lucio Castro. Guion: Lucio Castro. Productores: Joanne Lee, Josh Wood, Lucio Castro. Fotografía: Bernat Mestres. Música: Robert Lombardo. Reparto: Juan Barberini, Ramon Pujol, Mía Maestro, Mariano Lopez Seoane, Helen Celia Castro-Wood. Duración: 84 min.
08. THE GROUND BENEATH MY FEET
Marie Kreutzer, Austria
Una de las mejores películas de la última década, la alemana Toni Erdmann (Maren Ade, 2016), hacía hincapié en la presión que los países supuestamente más desarrollados ponen hoy en día sobre sus empresarios, tan ávidos por crecer profesionalmente que terminan dejando todo lo demás al margen. En el caso de las mujeres, además, la sociedad añade la carga del machismo, infravalorando su trabajo y exigiéndoles, casi moralmente, que tengan tiempo también para formar una familia, sonreír al prójimo y, claro, estar siempre divinas. Al igual que Sandra Hüller en la cinta mentada, Valerie Pachner (inmortalizada este mismo año por Terrence Malick en A hidden life) encarna en The ground beneath my feet a Lola, una eficiente consultora financiera incapaz de compaginar su trabajo con una vida social que directamente ya no tiene. En el caso de Lola, el único cabo suelto, que en Toni Erdmann era un padre atolondrado, es una hermana con una enfermedad mental (Pia Hierzegger) cuya existencia ella oculta al mundo perfecto en el que hace por adentrarse, donde la apariencia y el dinero son todo cuanto importa. A la tercera ha ido la vencida para Marie Kreutzer, quien, tras estrenar The fatherless (2011) y We used to be cool (2016) sin pena ni gloria, aspiró al Oso de Oro de de la última Berlinale con este absorbente drama psicológico sobre el precio de la ambición, un trabajo escrito con pasión y dirigido con elegancia que estaría tocando demasiados palos (por ejemplo, apenas se otorga un par de pinceladas a la relación de Lola con otra mujer, bien encarnada esta por Mavie Hörbiger), de no ser porque hacerlo contribuye a que el sentimiento de confusión atravesado por la fría protagonista cale en el espectador, invitándolo a revolver su propia angustia para identificarse con ella. Sin caer jamás en el artificio, respetando además sumamente a sus atormentados personajes, The ground beneath my feet ofrece una sorpresa tras otra desde la contención que caracteriza al cine y la sociedad austriacos, arrastrándonos a una existencia que se antoja tan trágica como cercana.
Austria, 2019. Título original: Der Boden unter den Füßen. Dirección: Marie Kreutzer. Guion: Marie Kreutzer. Producción: Novotny & Novotny Filmproduktion GmbH. Fotografía: Leena Koppe. Música: Kyrre Kvam. Reparto: Valerie Pachner, Pia Hierzegger, Mavie Hörbiger, Michelle Barthel, Marc Benjamin, Axel Sichrovsky, Dominic Marcus Singer, Meo Wulf, Bernd Birkhahn, Axel Wandtke, Martina Eitner-Acheampong, Susann Uplegger, Lilly Maria Tschörtner, Regina Fristch, David Oberkogler, Grazyna Dylag, Markus Schleinzer, Stefan Bernhard, Sarah Scharl, Ian Towers, Tom Hanslmaier, Eva Spreitzhofer, Barbara Grahsl. Duración: 108 min.
07. SONG LANG
Leon Le, Vietnam
Las dos caras del Saigón de los 80 enmarcan y protagonizan la ópera prima del vietnamita afincado en California Leon Le, la exquisita Song Lang. Dung 'Thunderbolt' (Lien Binh Phat, flamante mejor actor de los Golden Kite Awards, los Oscars de Vietnam) es un matón encargado de cobrar deudas a través de los bajos fondos, mientras que Linh Phung (Isaac, exmiembro de la popular banda pop 365daband) es un cantante de Cái Lu'ong, la ópera vietnamita, que se mueve entre colores y artificio. Ninguno imagina siquiera qué mueve el mundo del otro, pero el destino, siempre azaroso, los une violentamente al deber Linh dinero al jefe de Dung. No puede decirse, por tanto, que empiecen con buen pie, pero, poco a poco, llegarán a entenderse, respetarse... y quizá quererse. Además de muy atractivos, los protagonistas ofrecen interpretaciones excelentes tanto por separado (tan inquietante resulta el primero como hipnótico el segundo) como cuando la clave radica en la química entre ellos. Buena parte de la responsabilidad recae en Leon Le, quien, habiendo anteriormente dirigido varios cortometrajes (el último de ellos incluido en el prometedor recopilatorio gay New Queer Visions: Men from the Boys, 2017), maneja la cámara con precisión, alejando al reparto del peligro de los estereotipos y generando una atmósfera virtuosa gracias al trabajo conjunto del director de fotografía Bob Nguyen y el diseñador de producción y vestuario Ghia Fam, que bordan tanto las instantáneas más lúgubres como las más luminosas. Entre estas últimas sobresalen las dedicadas al Cái Lu'ong, que resultan bastante más sugerentes de lo que la auténtica ópera filmada suele lograr, ayudadas, claro está, por la pasión exótica que los espectáculos orientales generan en occidente. El título del filme, por cierto, se debe a la cultura musical vietnamita: el “song lang” es un instrumento de percusión tradicional cuyos ritmos no solo guían la ópera, sino también el alma de quien la interpreta. Esto valdría por sí solo como metáfora de la película, pero es que además las palabras se traducen literalmente como “dos hombres”. Y de dos hombres va después de todo Song Lang, de dos hombres de mundos opuestos destinados a chocar.
Vietnam, 2018. Título original: Song Lang. Dirección: Leon Le. Guion: Leon Le, Thi Minh Ngoc Nguyen. Productores: Irene Trinh, Veronica Ngo. Fotografía: Bob Nguyen. Música: An Ton That. Reparto: Kim Chi, Vu T. Le Thi, Phuong Minh, Huynh Ngoc, Bao Chau Nguyen, Lien Binh Phat, Kim Phuong, Huu Quoc, Tu Quyen, Hoang Sang, Hong Sap, Kim Long Thach, Tu Thanh, Phuoc Tinh, Doan Minh Tuan, Ron Vuong, Cat Vy, Truong Xuan, Bao Xuyen. Duración: 91 min.
06. SEGUNDA ESTRELLA A LA DERECHA
Ruth Caudeli, Colombia
Emilia no sabe lo que quiere. Sí sabe, no obstante, qué no quiere: la vida convencional y heteronormativa a la que se han entregado sus amigas. Ruth Caudeli, directora española afincada en Colombia, escribe y dirige Segunda estrella a la derecha con frescura y sinceridad, presentando cuatro treintañeras diferentes entre las que, eso sí, Emilia lo es bastante más que el resto. En ella recae plenamente la empatía del espectador gracias tanto a su originalidad como al evidente hecho de que la historia se cuenta desde su perspectiva, pero no por ello tiene menos mérito el gran trabajo de Silvia Varón, que ya protagonizó la anterior producción de la realizadora, ¿Cómo te llamas? (2018), presentada el año pasado en este mismo certamen. En el personaje de Emilia, brillantemente definido, hay rasgos de Frances Ha (Noah Baumbach, 2012) y Ema (Pablo Larraín, 2019), como los hay en toda la película sin necesidad de que Caudeli haya visto las otras dos (en el caso de Ema, de hecho, difícilmente lo habrá hecho) pero sobre todo mucha luz propia. Estamos ante un trabajo libre, espontáneo y tremendamente original que no teme recurrir a inesperados momentos musicales de la mano de La Oreja de Van Gogh y El Sueño de Morfeo (dos grupos que probablemente fueran clave de la infancia española de la directora y sin duda lo son de la de mucha gente) ni siente necesidad de dulcificar a un personaje cuya perfección reside precisamente en la falta de ella: vive con su madre pese a tener ya 35 años, es incapaz de ganarse como artista nada más que piropos vacíos, carece de la responsabilidad suficiente para aceptar un “trabajo de verdad” y salta de un encuentro amoroso (o sexual) a otro, entre ambos géneros, sin entregarse del todo a ninguno. No quiere crecer, no todavía, no del modo que lo hacen los demás, y por eso sigue a la deriva, confiando en que su talento y su ingenio sirvan de algo en un mundo donde sólo parece premiarse el conformismo. En honor a todo ello, la puesta en escena es deliberadamente destartalada, entremezclando vídeos caseros en cuatro tercios, color chillón y clásico blanco y negro, así como momentos de puro realismo y otros que sólo pueden tildarse de ensoñaciones. Falta algo de precisión y sobra algo de exageración, pero no cabe duda que la joven Caudeli, que ha dado un paso de gigante desde su primer trabajo, seguirá creciendo a un lado u otro del Atlántico, todo recto hasta el amanecer.
Colombia, 2019. Título original: Segunda estrella a la derecha. Dirección: Ruth Caudeli. Guion: Ruth Caudeli. Producción: Sara Larrota. Fotografía: Andrés Botero, Alejandro Sandoval. Reparto: Silvia Varón, Lorena Castellanos, Andrés Jiménez, Gina Medina, Tatiana Renteria, Ximena Rodriguez, Diana Wiswell, Alejandra Lara. Duración: 83 min.
05. SCREAM, QUEEN!
MY NIGHTMARE ON ELM STREET
Roman Chimienti y Tyler Jensen, Estados Unidos
En 1985, la película Pesadilla en Elm Street 2: La venganza de Freddy, escrita por David Chaskin y dirigida por Jack Sholder, decepcionó como absurda secuela del icónico clásico de terror pero impactó por un tratamiento abiertamente queer que se alejó del subtexto para ser texto puro y duro. Por desgracia, en una época de prejuicios y homofobia, su protagonista, el actor gay en el armario Mark Patton, que venía de debutar en Vuelve a la tienda de baratijas, Jimmy Dean (1982) de la mano de Robert Altman y Cher, salió muy mal parado: no sólo fue quien quedó más ligado al relativamente ridículo homoerotismo del filme al ofrecer tan generosamente su rostro y su cuerpo, sino que tanto el guionista como el director se desentendieron del asunto, dando por hecho que la película había resultado tan “gay”, y por tanto tamaño desastre, por culpa del intérprete. Así concluyó la carrera de Patton, que decidió aislarse de un mundo que no le había tratado bien. Ahora, por fin, se ha lanzado a contar su historia en Scream, Queen! My Nightmare on Elm Street, el brillante documental con el que Roman Chimienti y Tyler Jensen desgranan tan tristes recuerdos con empatía pero objetividad, convirtiendo al actor en todo un héroe trágico pero buscando también dar voz al resto de personas involucradas, de forma que el espectador pueda sacar sus propias conclusiones. El viaje de Patton hacia la aceptación de su pasado es conmovedor porque, en su humildad, todo lo que pide para superar el trauma es la disculpa que nunca llegó. Pero esta obra no se queda en tan conmovedora historia personal, sino que aprovecha para reflexionar sobre la hipocresía de Hollywood, y por ende la sociedad estadounidense, denunciando en especial el dolor que la ignorancia, el odio y los prejuicios sembraron durante los albores del sida, que habrían sido lo bastante terribles por sí solos. El resultado es y será muy interesante tanto para los fans de la emblemática franquicia de terror como para cualquier persona atraída por los entresijos del mundo del cine, lo cuales pueden ser bastante más terroríficos que las garras de Freddy Krueger.
Estados Unidos, 2018. Título original: Scream, Queen! My Nightmare on Elm Street. Dirección: Roman Chimienti, Tyler Jensen. Guion: Roman Chimienti, Jeff Harden, Tyler Jensen, Justin Lockwood. Producción: End Productions. Fotografía: Julian Bernstein, Amber Gray, Tyler Jensen, Sasha Landskov. Música: Alexander Taylor, Lito Velasco. Duración: 99 min.
04. YO, IMPOSIBLE
Patricia Ortega, Venezuela
Receptora de la Espiga Arcoíris a mejor cinta LGTB de la Seminci hace ya un año, Yo, imposible aún no ha encontrado distribución comercial en España. Y es una pena, porque esta cinta aborda una realidad tremendamente ignorada tanto por la sociedad como por el séptimo arte: la intersexualidad, o sea, la presencia en un mismo individuo de características sexuales de macho y de hembra en proporción variable, y perdónese el desvío científico. Hasta ahora, la principal cinta en torno a este tema era XXY (2007), de la argentina Lucía Puenzo, con lo que es curioso que haya sido otra joven realizadora latina quien se haya acercado a él, en esta caso la venezolana Patricia Ortega, quien ha decidido con su segundo largometraje (el primero fue El regreso (2013), que tampoco se estrenó aquí nunca) dar voz a Ariel (perfecta Lucía Bedoya), una joven modista religiosa que, a raíz del dolor que le causa su primera experiencia sexual, descubre que, aunque nació siendo intersexual, sus genitales masculinos fueron eliminados de cara a dársele una vida de mujer, terrible práctica que por desgracia sigue llevándose a cabo en todo el mundo. Por fin ha llegado su turno de ser quien quiera ser, independientemente de las convenciones sociales, pero quizá sea demasiado tarde. Conscientes de estar lidiando con un tema delicado, Enmanuel Chávez y la propia Ortega firman un guion que se antoja demasiado explicativo, sobre todo a raíz de la decisión de incluir declaraciones de personas intersexuales que, si bien aportan un valor añadido a nivel documentalista, también deterioran la íntima atmósfera generada, pero el resultado sigue siendo notable tanto a la hora de retratar la rutina de una simple trabajadora en un mundo hostil como en la denuncia de la dificultad de ser uno mismo cuando cualquier elemento diferenciador puede tener efectos corrosivos. En el caso de Ariel, que por cierto lleva el nombre de la mítica sirenita de Disney (quien, evidentemente, carecía de órganos sexuales pese a ser sin duda alguna asociada al género femenino), tal vez sea más fácil seguir viviendo como mujer que abrazar una entidad que, por difusa e incomprendida, le haga sufrir el desprecio de cuantos la rodean. De la sociedad depende ofrecer una tercera vía.
Venezuela, 2018. Título original: Yo, imposible. Dirección: Patricia Ortega. Guion: Patricia Ortega, Emmanuel Chávez. Producción: End Productions. Fotografía: Mateo Guzmán. Música: Álvaro Morales. Reparto: Lucía Bedoya, Belkis Avilladares, María Elena Duque. Duración: 85 min.
03. UN RUBIO
Marco Berger, Argentina
Tras Plan B (2009), Ausente (2011), Hawaii (2013), Mariposa (2015) y Taekwondo (2016), el realizador de cine gay latinoamericano por antonomasia, Margo Berger, vuelve a ofrecer con Un rubio una clase magistral del uso del silencio y las miradas a través de una historia tan simple como efectiva: dos hombres comparten piso y, poco a poco, miradas, deseos… y mucho más. Como ya nos tiene acostumbrados, Berger retrata el deseo prohibido a base de primeros planos del cuerpo masculino: una mano curiosa, unos ojos traicioneros, un bulto creciente en el pantalón. Y genera al mismo tiempo sensualidad e intriga, haciendo eclosionar así los propios deseos de los espectadores. Gastón Re, a quien tanto Berger como nosotros descubrimos en la coral Taekwondo, es el muy callado rubio del título, Gabriel, que acaba de mudarse al piso de Juan, a quien da vida Alfonso Barón. Aunque ambos tienen novia, resulta innegable que la pasión los une, pero, mientras uno ve una potencial vida en común, el otro es incapaz de pensar más allá del aquí y el ahora, envenenado como está de prejuicios por una sociedad hipócrita. Durante gran parte del metraje, sin embargo, ambos callan lo que verdaderamente sienten, habiendo de bastar pequeños gestos del día a día para desarrollar tanto el amor que, lo quieran o no, van sintiendo como la posibilidad de llevarlo a buen puerto. Los dos intérpretes, ambos estupendos, se entregan así a dos personajes fantásticamente construidos desde el silencio, si bien, por primera vez en la filmografía de Berger, el guion alberga un par de diálogos que frontal y reivindicativamente abordan la cuestión de la homofobia interiorizada, dando de lleno en el corazón de la masculinidad tóxica. Y sí, es Brokeback Mountain (Ang Lee, 2005), pero es que tendrá que pasar mucho tiempo hasta que esta historia deje de necesitar ser contada.
Argentina, 2019. Título original: Un rubio. Dirección: Marco Berger. Guion: Marco Berger. Producción: Universidad del Cine. Fotografía: Nahuel Berger. Música: Pedro Irusta. Reparto: Alfonso Barón, Gaston Re, Justo Calabria, Antonia De Michelis, Melissa Falter, Malena Irusta, Ailín Salas, Charly Velasco. Duración: 108 min.
02. TEMBLORES
Jayro Bustamante, Guatemala, Francia, Luxemburgo
Aunque muchos la dan ingenuamente por superada, la homofobia sigue causando estragos por el mundo entero, en especial allí donde el extremismo religioso tiene mayor impacto. Perfecto ejemplo de ello es Guatemala, donde las uniones entre personas del mismo sexo no están legalmente reconocidas y son, de hecho, mal vistas por buena parte de la población. A eso se dedica Jayro Bustamante, que enamoró a la crítica ya con su primera película, Ixcanul (2015), en la también excelente Temblores, la cual da comienzo con la reacción de una familia devota evangélica al enterarse de que Pablo (Juan Pablo Olyslager), hasta ahora hijo, esposo y padre ejemplar, se ha enamorado de Francisco (Mauricio Armas) y ha optado valiente pero inconscientemente por luchar por su amor sin, espera, perder a quienes tanto quiere. Bustamante, que este mismo año ha estrenado también La llorona, no busca culpables más allá de la propia sociedad, dedicando la misma atención y el mismo cariño al protagonista que a su esposa (excelente Diane Bathen), quien, pese a su aparente crueldad, no deja de ser otra víctima del heteropatriarcado. Y es que ella está tan atrapada, tan atormentada, como él, más incluso si cabe considerando que es incapaz de entender la situación. Lo mismo puede decirse del resto de familiares y amigos, que no hacen sino tratar de ayudar, aunque con la perspectiva equivocada. La frialdad envuelve todo desde ese inicio marcado por los temblores de la tierra, malinterpretados como la ira de Dios, hasta un final inevitablemente dramático donde, eso sí, asoma un bienvenido toque de esperanza que busca compensar toda la frustración sentida hasta el momento. Y es que todos y cada uno de los encuentros entre los personajes están marcados por ese insoportable sentimiento, desde los intentos de Pablo por ganarse el apoyo imposible de su mujer hasta los de Francisco por disfrutar del amor de quien lo ha dejado todo por él, pasando por los disparates que ambos hombres deben soportar de manos tanto de seres “queridos” como de la escalofriante secta que busca “curarlos”. Los escasos momentos de respiro, incluso de simpatía, que ofrece el harto medido guion los protagonizan, cómo no, los seres más inocentes: la niñera de la casa (la maravillosamente auténtica María Telón, colaboradora habitual de Bustamante), quien prefiere no hablar de lo que no conoce, y los dos niños, que aún no han sido contaminados por la sociedad. Ellos han oído que las personas como su padre van al infierno, pero sencilla y llanamente, no lo creen.
Guatemala, Francia, Luxemburgo, 2019. Título original: Temblores. Dirección: Jayro Bustamente. Guion: Jayro Bustamante. Producción: Arte France Cinéma, Iris Productions, La Casa de Producción, Tu Vas Voir Production. Fotografía: Luis Armando Arteaga. Música: Pascual Reyes. Reparto: Juan Pablo Olyslager, Diane Bathen, Mauricio Armas, Pedro Javier Silva Lira, María Telón. Duración: 107 min.
01. AND THEN WE DANCED
Levan Akin, Suecia, Georgia
Realizador sueco de origen georgiano, Levan Akin ofrece en And then we danced la mejor película del festival que nos ocupa y una de las grandes obras LGTB del año. Desde su presentación en Cannes, esta historia de amor entre dos bailarines folclóricos de la Compañía Nacional de Danza de Georgia ha desatado la homofobia del país donde se ambienta, que curiosamente es uno de los pocos antiguos miembros de la Unión Soviética que prohíbe la discriminación de la comunidad LGTB (pero sin contemplar el matrimonio igualitario). Levan Gelbakhiani y Bachi Valishvili, ambos debutantes, encarnan respectivamente a Merab e Irakli, compañeros y rivales entre los que va surgiendo una atracción inevitable que pondrá patas arriba tanto su mundo como el de quienes los rodean. Gelbakhiani, que merecidamente posee la única candidatura recibida por el filme a los Premios de Cine Europeo, recuerda al Timothée Chalamet de Call Me by Your Name (Luca Guadagnino, 2017) tanto por su físico como por su vulnerabilidad, siendo a través de sus muy expresivos ojos cómo se cuenta la historia. Su trabajo es honesto, valiente y luminoso, tanto en las confrontaciones con el resto de personajes, sean estas afectuosas o coléricas, como durante los hipnóticos momentos de baile, los cuales, además de ser muy atractivos por sí solos debido al exotismo que acarrean, están brillantemente interpretados, filmados y editados, yendo además siempre más allá del propio espectáculo. Es ahí, de hecho, donde se confirman los sentimientos de los personajes: en la primera escena, un grupo de bailarines que aún desconocemos se mueve al son de la música sin imaginar lo que les espera; en la última, el protagonista, ya en solitario, confirma cuánto ha evolucionado, como profesional y como persona; entre medias, lo hemos visto bailar con suma confianza con su amiga de toda la vida; sensual pero contenidamente con el objeto de su deseo y, agotado física y emocionalmente, en solitario, hasta las últimas consecuencias. Folclore georgiano aparte, no puede decirse que el guion, firmado por el propio Akin, sea muy original, pero no hace falta más: tanto en su retrato costumbrista de la vida georgiana como en sus entregadas interpretaciones y su elegante realización, la cinta destila verdad y suficientes ganas de mejorar el mundo como para hacerlo.
Suecia, Georgia, 2019. Título original: Da cven vicekvet. Dirección: Levan Akin. Guion: Levan Akin. Producción: AMA Productions, RMV Film, Inland Film, French Quarter Film, Takes Film. Fotografía: Lisabi Fridell. Música: Zviad Mgebry, Ben Wheeler. Reparto: Levan Gelbakhiani, Bachi Valishvili, Ana Javakishvili, Giorgi Tsereteli, Tamar Bukhnikashvili, Marika Gogichaishvili, Kakha Gogidze, Levan Gabrava, Ana Makharadze, Nino Gabisonia, Mate Khidasheli, Aleko Begalishvili, Nia Gvatua, Lucas Hesling, Ketie Danelia, Giorgi Aladashvili. Duración: 106 min.
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