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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | La reina Victoria y Abdul

    Amistad por encima de convenciones

    Crítica ★★★ de La reina Victoria y Abdul (Victoria and Abdul, Stephen Frears, Reino Unido, 2017).

    Han pasado veinte años desde que Judi Dench se metiera por primera vez en la piel de la reina Victoria, monarca que gobernó en el Reino Unido durante 63 años (1837-1901), en Su majestad Mrs. Brown (John Madden, 1997), cinta que se centraba en la relación de amistad que la soberana estableció con el caballero escocés John Brown, artífice de que ella recuperase las ganas de vivir tras la muerte de su esposo, el Príncipe Alberto. Aquella impecable interpretación le supuso a la actriz británica una merecida nominación al Óscar que, si bien no se materializó en premio, sí nos mostró lo bien que le sientan a Dench los personajes históricos, siendo directa antesala de la estatuilla dorada como mejor actriz secundaria obtenida tan solo un año después por encarnar a la Reina Elizabeth (ocho escasos minutos en pantalla le bastaron para hacerse merecedora del triunfo) en Shakespeare enamorado (1998), de nuevo a las órdenes de John Madden. Con La reina Victoria y Abdul (2017), una obra que bien podría interpretarse como una secuela espiritual de Su majestad Mrs. Brown, Judi Dench vuelve a lucir la corona sobre su cabeza para ser, por segunda vez en la gran pantalla, la reina Victoria, aunque esta vez sea Stephen Frears –ya curtido en biografías monárquicas tras aquella The Queen (2006) que tantas alegrías le trajo a Helen Mirren– quien está tras las cámaras. Al contrario que en su retrato de la figura de la reina Isabel en los días posteriores a la muerte de la princesa Diana, más serio (aunque no carente de ironía) y meticuloso, la nueva película de Frears se muestra mucho más tímida a la hora de abordar en toda su complejidad política y dramática los pormenores que rodearon a otra polémica y estrecha amistad de la monarca, la que mantuvo durante sus últimos quince años de vida con su fiel sirviente Abdul Karim.

    La cinta comienza con la conmemoración del 50 aniversario de reinado de la reina Victoria, en pleno Raj británico, con la India colonizada por los ingleses. Desde Agra es enviado Abdul, un joven secretario indio (y musulmán), con la misión de entregar una moneda como obsequio a la reina durante las celebraciones, y la química entre ambos es más que evidente desde el mismo instante en que cruzan sus miradas. La curiosidad que, en un principio, se despierta en la monarca hacia ese muchacho tan sencillo y espontáneo, lo suficiente valiente como para tratarla de igual a igual, sin recurrir a las habituales falsas adulaciones que le profesa la mayor parte de la gente que la rodea, fue dando paso a una sincera relación de complicidad y mutua admiración. Así Abdul 'El Munshi'se convirtió en su hombre de confianza y un miembro más de la familia, al que estimaba más que a sus propios hijos. Un confidente, un maestro, casi un amor platónico capaz de ablandar su corazón y que fue ascendido a la calidad de Secretario de la India, algo que levantó ampollas en la Casa Real (con el heredero al trono Bertie a la cabeza), radicalmente enfrentada a esta relación. La película de Frears nos retrata, de forma amable y simpática, las tribulaciones de esta peculiar pareja, así como la inyección de vitalidad que el personaje de Abdul realiza sobre una anciana que, en los primeros minutos de metraje, es presentada como un ser apático, gruñón y aburrido de atender las obligaciones que conllevan su cargo, pero que acaba contagiada de la alegría de vivir de su sirviente. También están mostradas, de un modo un tanto ingenuo, las conspiraciones del círculo cercano a la reina para tratar de separarla de su confidente. El guion de Lee Hall, más enfocado hacia la comedia (aunque el tramo final se torne más dramático e incluso lacrimógeno), reduce el tenso conflicto de intereses políticos y sociales que rodeó a una historia real que no salió a la luz pública hasta 2010, con la aparición de los diarios de Abdul, a una serie de intrigas palaciegas de baja estofa en la que los súbditos de la reina se comportan como desdibujados villanos racistas, intolerantes y egoístas. Por fortuna, estos están interpretados por sólidos secundarios como Eddie Izzard, Olivia Williams o Michael Gambon, que consiguen salvar una función que, por momentos, está a un paso de la caricatura.

    «Una propuesta tan comercial como bienintencionada e indudablemente encantadora, que merece ser vista, aunque solo sea por la gran interpretación de su protagonista femenina, seria candidata al Óscar a la mejor actriz en 2018».


    Aun así, si aceptamos el tratamiento liviano del relato, no cabe duda de que La reina Victoria y Abdul se deja ver con gran facilidad, sacando en el espectador una sonrisa de oreja a oreja durante todo su visionado. Es verdad que, una vez más, estamos muy lejos del mejor Frears –atrás quedaron los tiempos de Las amistades peligrosas (1988) o Alta fidelidad (2000)–, ya que ha sustituido la brillantez de antaño por la artesanía de un realizador que trata de contentar a crítica y público sin grandes esfuerzos, facturando (nada desdeñables) productos –Philomena (2013), Florence Foster Jenkins (2016)– que oscilan entre el drama y el humor y que prefieren tocar la fibra sensible y provocar la sonrisa de aprobación antes que sentar cátedra en el Séptimo Arte. Su nuevo trabajo se mueve en estas tonalidades, alcanzando algunos momentos cómicos muy divertidos –la escena del banquete, con la soberana devorando cada plato y el resto de comensales viendo como los suyos son retirados a medio comer, es desternillante– y una gran carga de humanidad lograda gracias a la extraordinaria química que alcanzan la inconmensurable Judi Dench –solo ella puede intimidar con la mirada más inquisitiva para, en escasos segundos, mostrarse tan insegura y frágil como una niña pequeña– y un Ali Fazal que supera con creces el reto de compartir tantas escenas con la veterana actriz sin desaparecer del plano. Todo esto, unido a un primoroso empaque visual que derrocha lujo en cada fotograma (dirección artística y vestuario, como es de esperar en cualquier buena película de época británica, brillan a gran altura), hace que La reina Victoria y Abdul sea una propuesta tan comercial como bienintencionada e indudablemente encantadora, que merece ser vista, aunque solo sea por la gran interpretación de su protagonista femenina, seria candidata al Óscar a la mejor actriz en 2018. | ★★★ |


    José Martín León
    © Revista EAM / Madrid


    Ficha técnica
    Reino Unido. 2017. Título original: La reina Victoria y Abdul. Director: Stephen Frears. Guion: Lee Hall (Novela: Shrabani Basu). Productores: Tim Bevan, Eric Fellner, Beeban Kidron, Tracey Seaward. Productoras: BBC Films / Cross Street Films / Working Title Films. Fotografía: Danny Cohen. Música: Thomas Newman. Montaje: Melanie Oliver. Dirección artística: Sarah Finlay, Adam Squires. Reparto: Judi Dench, Ali Fazal, Tim Pigott-Smith, Eddie Izzard, Adeel Akhart, Olivia Williams, Fenella Woolgar, Michael Gambon, Paul Higgins, Simon Callow.


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