Tortuoso camino a la autoaceptación
crítica ★★★★ de Closet Monster (Stephen Dunn, Canadá, 2015).
Si atendemos a que está científicamente probado que la infancia es esa etapa clave para toda persona, donde se conforman los soportes intelectuales y afectivos de los que dependerá su éxito o fracaso como adulto, está claro que la de Oscar Madly, el joven protagonista de Closet Monster (Stephen Dunn, 2015), tiene todos los números para destinarle a un futuro más bien incierto. Nacer en un lugar tan aburrido y poco “cool” como San Juan de Terranova, capital de provincias canadiense, era lo peor que le puede suceder a un chico que, desde temprana edad, parecía tener definida su orientación (homo) sexual, algo que provocaba las burlas de las compañeras de colegio, que le llamaban marica por la forma de mirarse las uñas. Si a esta circunstancia le añadimos que fue testigo silencioso del violentísimo ataque homofóbico a un chico gay en un cementerio, por parte de un grupo de adolescentes, el trauma está más que asegurado. Tampoco su entorno familiar de Oscar fue el más propicio para disfrutar de una niñez feliz y armónica, ya que sus progenitores acabaron separándose de muy malas maneras utilizando al muchacho como arma arrojadiza. De este modo, la madre abandonó el hogar para huir de una asfixiante convivencia con un marido demasiado inmaduro y excéntrico que fue quien se quedó con la custodia del niño, no sin antes regalarle un hámster llamado Buffy que, desde entonces, se convertiría en su mejor confidente. Pero el Oscar adolescente parece tener las ideas bien claras y un ambicioso objetivo: escapar de ese entorno represivo para estudiar en una universidad de Nueva York y sacar beneficio de su gran creatividad como maquillador de efectos especiales, junto a su musa y mejor amiga Gemma.
El canadiense Stephen Dunn, prestigioso cortometrajista con títulos tan premiados en su haber como Swallowed (2010) o Life Doesn´t Frighten Me (2012) debuta en el largometraje con un relato de iniciación a la vida con confesos tintes autobiográficos, que enmarca la acción de la historia en la localidad que le vio crecer y atribuye al personaje de Oscar algunas experiencias personales. Lejos de ser una más de las cientos de producciones de temática LGTB que, cada vez con más frecuencia, nos obsequia el cine indie, Closet Monster sorprende por una complejidad y cuidado por los detalles que trasciende más allá de su género y que la hizo merecedora del premio a la mejor película canadiense de la edición de 2015 del Festival de Toronto. Connor Jessup es toda una revelación en su personificación de Oscar, ese joven soñador y con ansias de volar fuera del nido pero, a la vez, atormentado por unos fantasmas del pasado que no le dejan expresarse como en realidad es. Ya su simbólico título nos remite a un monstruo que habita en el interior del armario y que no es otra cosa que ese miedo irracional que el protagonista ha desarrollado a vivir su sexualidad en libertad, consecuencia tanto del brutal crimen que presenció años atrás como del temor a decepcionar a sus padres, con los que mantiene una relación de amor/odio. Toda esa frustración la proyecta a través de las conversaciones que mantiene con su mascota (doblada en su versión original por una sorprendente Isabella Rossellini), transformada en una amiga no tan imaginaria que, al mismo tiempo que funciona como contrapunto irónico, actúa como voz de la conciencia de Oscar. Como elemento desestabilizador de su plan trazado encontramos a Wilder, el atractivo y carismático compañero de trabajo del protagonista en la ferretería donde se saca un dinero mientras espera la llegada de la carta de admisión que le lleve a emprender el sueño americano, que representa la antítesis de lo que es Oscar y todo lo que este querría ser. Wilder despertará los deseos más reprimidos del muchacho, haciéndole vivir (a su modo agridulce, más bien tormentoso) su primer amor y plantearse derribar esas puertas del armario que le impiden avanzar en la vida.
«Una de las perlas por descubrir del año y un futuro título de culto».
Durante el visionado de Closet Monster es imposible no encontrar referencias, tanto estéticas (el uso de la cámara lenta y la importancia de la música que convierten a algunos pasajes en pequeños videoclips) como temáticas con la obra de otro canadiense tan laureado como Xavier Dolan, el nuevo niño mimado por la crítica internacional. Concretamente, el filme de Dunn tiene muchos puntos en común con Les amours imaginaires (2010), con un triángulo amoroso en el que uno de los vértices (el que representa la amiga enamorada en secreto) está destinado a irse de vacío. De hecho, la personificación de Wilder, ese ambiguo adonis capaz de atraer todas las miradas a su paso, tiene los rasgos de Aliocha Schneider, hermano de Niels Schneider, actor que desempeñara idéntico rol en el título de Dolan. El Stephen Dunn guionista, de manera inteligente, se las ingenia para añadir elementos originales y rompedores a su libreto que hacen de su ópera prima algo especial y diferente. La atractiva psicología del personaje de Oscar (encarnado por Connor Jessup), cuya desbordante imaginación le hace ser propenso a sufrir terroríficas pesadillas o visiones –también se atisba la influencia del maestro David Cronenberg en sus momentos más alucinógenos, sobre todo en la escena del fracasado acto sexual en el baño–, bordea la psicopatía y lo emparenta, directamente, con otro adolescente inadaptado como el encarnado por Jake Gyllenhaal en Donnie Darko (Richard Kelly, 2001). Estamos pues, ante el retrato de un perdedor que no se resigna a serlo, un chico con serias carencias afectivas que, por desgracia, no sabe cómo amar y reacciona causando dolor a las personas que le rodean. La excelente fotografía de Baby Shore, colorista y de estética casi ochentera; su atmósfera entre onírica y homoerótica; y una maravillosa banda sonora que recopila música electrónica de grupos alternativos como Laytron, Austra, Allie X o Light Asylum, sirven de perfecto envoltorio audiovisual a una cinta dotada de un magnetismo único, extraña y genial, salpicada de un sentido del humor negrísimo que, en ocasiones, puede llegar a resultar algo desconcertante. Lo que no cabe duda es que Closet Monster, en su imposible equilibrio entre drama familiar (en su vertiente disfuncional), thriller psicológico y romance iniciático, tiene la capacidad de, para bien o para mal, no dejar indiferente a nadie, algo que la encumbra, con todas las de la ley, como una de las perlas por descubrir del año y un futuro título de culto. | ★★★★ |
José Martín León
© Revista EAM / Madrid
Ficha técnica
Canadá. 2015. Título original: Closet Monster. Director: Stephen Dunn. Guion: Stephen Dunn. Productores: Fraser Ash, Kevin Krikst, Edward J. Martin. Productoras: Rhombus Media / Best Boy Productions. Fotografía: Bobby Shore. Música: Todor Kobakov, Maya Postepski. Montaje: Bryan Atkinson. Dirección artística: Aer Agrey. Reparto: Connor Jessup, Aaron Abrams, Isabella Rossellini, Joanne Kelly, Aliocha Schneider, Sofia Banzhaf, James Hawksley, Jack Fulton.