Humor inhumano
crítica de Absolutamente todo (Absolutely Anything, Terry Jones, EE.UU., 2015).
A finales de los años 60 un grupo de seis estudiantes británicos decidieron montar un programa de sketches humorísticos, tras haber participado en una serie de obras y espectáculos previos aprovechando su formación teatral. Se formaban así los Monty Python, iniciando su andadura televisiva en 1969 antes de dar el salto a la gran pantalla, sin contar su previa antología, con Los caballeros de la mesa cuadrada (Monty Python and the Holy Grail, Terry Gilliam & Terry Jones, 1975). La odisea de los nobles al servicio del rey Arturo en su búsqueda del Santo Grial les servía de excusa a estos ya renombrados cómicos para desplegar a mayor escala sus señas de identidad, tales como las conversaciones de derivación absurda o el uso elíptico del atrezo. Así el intercambio de pareceres entre los defensores de una muralla y sus visitantes, o la cabalgata imaginaria de uno de los hidalgos durante la travesía, serían escenas o imágenes que pronto alcanzarían entre nosotros una categoría mitológica. También estaría repleta de gags para la posteridad la siguiente incursión en el largometraje de los Python: La vida de Brian (Life of Brian, Terry Jones, 1979), una parodia bíblica que volvía a hacer gala de la aguda irreverencia de la banda. Y la tercera película con su sello propio sería El sentido de la vida (The Meaning of Life, Terry Jones & Terry Gilliam, 1983), una serie de viñetas altamente instructivas sobra la vida misma. Pero tras este trabajo el grupo cada vez se reunió menos, tomando caminos separados y forjándose cada uno su propia carrera. Todavía desarrollaron algunos proyectos juntos, aunque sólo de forma parcial, como Viento en los sauces (Mr. Toad’s Wild Ride, Terry Jones, 1996); o con otro formato y otros directores al frente, como Autobiografía de un mentiroso (A Liar’s Autobiography: The Untrue Story of Monty Python’s Graham Chapman, Bill Jones, Jeff Simpson & Ben Timlett, 2012).
Por tanto debería ser motivo de celebración el que hayan vuelto a juntarse en una película con pretensiones comerciales, de nuevo con Jones tras la cámara, además de compartir la autoría del libreto, y los seis integrantes del grupo frente a aquella. Sin embargo, en el cartel de Absolutamente todo (Absolutely Anything) apenas si se hace mención a la reaparición de los Monty Python, y en él sólo hay hueco gráfico para sus tres coprotagonistas: Simon Pegg, Kate Beckinsale y el perro al que presta su voz Robin Williams, en su final y póstuma interpretación. Y es que el citado Jones, junto a Terry Gilliam, John Cleese, Eric Idle y Michael Palin, se reservan una actuación menor, asimismo reducida a sus voces, al dar vida a los alienígenas de supuesta raza superior y dominante que lanzan la trama. Antes de aniquilar la Tierra, quieren dar a uno de sus habitantes la oportunidad de demostrar la valía de la especie humana, mediante un experimento que consiste en atribuirle a este sujeto elegido al azar todo el poder para hacer lo que le parezca. Se trata de comprobar si usará este albedrío divino para lograr el bien o el mal, desplegando con ello su fortaleza o debilidad. Según el resultado de sus actos a juicio de los mentados extraterrestres, todos sus congéneres quedarán pues salvados o exterminados. Estamos ante una premisa en consonancia con las que habían desarrollado los Python en sus anteriores aventuras, recurriendo a un enfoque omnímodo y trascendental para reducir a la más absurda insignificancia los designios del hombre. Pero la historia no explota todo este potencial, sino que va decayendo a medida que avanza el metraje debido a cierta falta de imaginación, sobre todo si consideramos quienes son los responsables de la cinta. El protagonista en cuestión (Simon Pegg), una vez comprobado lo que puede realizar, tarda demasiado en servirse de ello con verdadera utilidad. Y el relato incurre incluso en lugares comunes y frustrantes como las escenas en las que intenta explicarle a su improbable ligue y futurible novia (Kate Beckinsale) de lo que es capaz, alargando incomprensible e innecesariamente esta revelación con mero interés dramático, que no motivacional ni emocional.
De hecho, es más triste que jocosa la paradoja entre el género de la ciencia ficción y lo anticuada que resulta su ejecución. Como adelantábamos, una de las razones del éxito de los Python fue su capacidad para sacar el máximo rendimiento a sus bajos presupuestos a golpe de ingenio y ocurrencias. Aquí los efectos especiales son algo más ostentosos, pero a cambio los efectos prácticos, tanto en sentido literal como figurado, son menos afortunados. En general, en el apartado visual hay que criticar de hecho la planificación algo anodina y cutre que no logra trascender su estética de sitcom. Ésta fue exprimida en el pasado por Jones y sus compinches a partir de su citada experiencia teatral, adaptada al cine sin perder su esencia pero empleando a su vez los trucos propios del séptimo arte: la combinación de simpleza y sofisticación era así muy provechosa. Empero, en Absolutamente todo estas cualidades son escasas, si bien no están del todo ausentes. Se conserva así cierta vitalidad en al menos un puñado de secuencias, sobre todo los momentos que se benefician del carisma de la susodicha mascota del personaje principal, o cuando nos trasladamos a la nave ocupada por los desconsiderados sabios intergalácticos. En contraste están menos conseguidos los roles que recaen sobre seres humanos, quizá porque, al margen del atractivo dúo protagonista, los actores que los interpretan funcionan a distintas frecuencias y a varios niveles de sobreactuación, desembocando así en unas caricaturas más risibles que graciosas. En definitiva, la película funciona a trozos y a ratos: en general vale como entretenimiento pasajero y olvidable y si tal es su decepcionante objetivo lo alcanza con nota. Pero también es cierto que al final nos importa más bien poco el desenlace del enredo, e incluso que estos personajes tontainas sean todos extinguidos… Y no está claro que ese sea igualmente el objetivo de la cinta. | ★★ |
Ignacio Navarro Mejía
© Revista EAM / Madrid
Ficha técnica
Estados Unidos & Reino Unido, 2015. Dirección: Terry Jones. Guion: Terry Jones & Gavin Scott. Productoras: Bill and Ben Productions / GFM films / Premiere Picture. Fotografía: Peter Hannan. Montaje: Julian Rodd. Música: George Fenton. Diseño de producción: James Acheson. Dirección artística: Harry Pain & Keith Pain. Vestuario: James Acheson. Reparto: Simon Pegg, Kate Beckinsale, Sanjeev Bhaskar, Rob Riggle, Robin Williams, John Cleese, Terry Gilliam, Eric Idle, Terry Jones, Michael Palin.