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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | El libro de la selva

    El libro de la selva

    El cachorro humano de la manada

    crítica de El libro de la selva (The Jungle Book, Jon Favreau, EE. UU, 2016).

    No las tenía todas consigo Jon Favreau para llevar a buen puerto una nueva versión para la gran pantalla de El libro de la selva, la célebre novela de Rudyard Kipling publicada en 1894. Aquella apasionante recopilación de cuentos de animales, también conocida como El libro de las tierras vírgenes, había sido adaptada por primera vez por el británico Zoltan Korda en 1942, aprovechando el auge que a finales de los 30 y principios de los 40 tuvo en Hollywood el subgénero de aventuras coloniales y, pese a que hoy en día la cinta está considerada un pequeño clásico del cine, lo cierto es que no ha soportado demasiado bien el paso del tiempo, resultando la actuación del talludito Sabú (contaba 18 años) en el papel de Mogwli un tanto estomagante. Mucho mejor ha envejecido, desde luego, la visión animada que Disney nos ofreció en 1967, cargada de pegadizas canciones y mucho buen humor que acercaba la historia a un público en su mayoría infantil. Desde aquel éxito, salvo un curioso intento de tardía continuación como El libro de la selva: la aventura continúa (Stephen Sommers, 1994) –con un musculoso Jason Scott Lee encarnando a un Mogwli más cercano a Tarzán–, no han sido demasiados los acercamientos cinematográficos al universo ideado por Kipling, tal vez, por miedo al fracaso ante las enormes dimensiones del proyecto. Tras el notable éxito comercial (y artístico) de su actualización en imagen real de Cenicienta (Kenneth Branagh, 2015), los estudios Disney se vieron alentados, al fin, a poner en pie una superproducción de mastodóntico presupuesto y con los últimos avances en el campo de efectos digitales puestos al alcance del realizador de las dos taquilleras primeras entregas de Iron Man –también de algún descalabro como Cowboys & Aliens (2011)–, ya un experto en manejar grandes producciones.

    Una vez más tenemos la archiconocida historia de Mogwli, el pequeño niño abandonado en la selva y encontrado por la pantera Bagheera, que lo entrega a una manada de lobos donde crecerá como un miembro más, siguiendo las enseñanzas del líder Akela y bajo la maternal protección de la loba Raksha. El chico respeta las leyes de la jungla y es aceptado por la mayoría de los animales, pero el malvado tigre de Bengala Shere Khan, temido por todos, no soporta la presencia del niño en un hábitat en el que se siente dueño y señor, por lo que no se detendrá hasta acabar con su vida. Mowgli, para evitar problemas a su familia adoptiva, pone rumbo hacia las tierras de los hombres pero, en el camino, entabla amistad con el oso Baloo. Estamos ante una versión actualizada del clásico animado que, además, conserva la premisa de los animales parlanchines y, de paso, recupera las dos canciones más emblemáticas de la banda sonora de aquel: la vibrante I wanna be like you (¡Quiero ser como tú!) cantada por el temible Louie, rey de los simios; y la contagiosa The Bare Necessities (Busca lo más vital) que sirve como auténtica declaración de intenciones para el vago Baloo. Sorprendentemente, a pesar de estas concesiones de cara al público familiar que le impiden despegarse del todo del espíritu del modelo de 1967, El libro de la selva de 2016 presenta también una mayor fidelidad a la obra literaria, heredando buena parte de su carácter más oscuro (violento, incluso), y otorgándole a la nueva película una dimensión dramática y emocional nunca vista hasta ahora. En este sentido, el guionista Justin Marks ha hecho un gran trabajo a la hora de darle una mayor complejidad a un relato plagado de valores y enseñanzas, dándole a cada personaje la profundidad que merece.

    El libro de la selva

    «Una obra casi redonda, que consigue equilibrar como pocas películas el espectáculo con el humor y mucho corazón».


    El reparto de actores escogidos para prestar sus voces (y personalidades) a la nutrida galería de protagonistas animales. El imponente Sheer Khan (Idris Elba), es un villano absolutamente memorable. Un rebelde con causa que odia a los humanos desde que uno de ellos le dejase el rostro marcado de por vida con su “flor roja”(tal y como los animales conocen al fuego, símbolo de la naturaleza destructiva del hombre). Un personaje carismático y lleno de fuerza, tan manipulador y retorcido como el Scar de El Rey León (1994), pero cuya personalidad estaría más cercana a la de Koba, el malo oficial del reboot de la saga El planeta de los simios. A igual altura brillan los otros antagonistas del relato: el gigantesco y tirano orangután Louie (Christopher Walken) que gobierna una ciudad en ruinas poblada por monos, y la sibilina serpiente Kaa (con los sugerentes susurros de Scarlett Johansson), que con su poder hipnótico nos ofrece uno de los momentos más reveladores del filme (ese flashback que muestra el inicio de la rivalidad entre Sheer Khan y los humanos, tan íntimamente ligado a la aparición de Mogwli en la selva). Ambos, con unas apariciones más secundarias, consiguen lucirse en sus pocos minutos en pantalla. En el lado opuesto, el sabio y protector Bagheera (Ben Kingsley) y el caradura Baloo (Bill Murray) –que pasa de querer aprovecharse de las capacidades de Mowgli para conseguirle su preciada miel a sentir una amistad verdadera– son unos perfectos acompañamientos del protagonista, sobre todo el oso, que funciona como maravilloso (no tan) secundario cómico y robaescenas. Los momentos más emocionantes corren a cuenta de la relación madre-hijo entre la valerosa Raksha (Lupita Nyong´o) y ese cachorro humano al que ha criado como si fuese otro más de sus lobeznos, así como de pasajes tan hermosos como el que tiene lugar durante la Tregua del Agua que, en tiempos de sequía, permite a todo tipo de animales acudir a beber sin ser atacados los unos por los otros. La labor de animar a la fauna digital alcanza en El libro de la selva unos niveles de perfección técnica asombrosos –a la altura de la también portentosa fábula de La vida de Pi (Ang Lee, 2012)– que hace que sintamos a estas criaturas tan reales como ese Neel Sethi que (esta vez sí) encarna al mejor Mogwli posible. Todo un acierto de casting, enérgico y natural.

    Llegados a este punto, poco se le puede objetar a una obra casi redonda, que consigue equilibrar como pocas películas el espectáculo (las frenéticas persecuciones a través de los árboles, las terroríficas estampidas de búfalos, la huida del templo de Louie o el imponente papel de los elefantes en la trama cumplen ampliamente con las exigencias de cualquier superproducción de aventuras) con el humor y mucho corazón. Por una vez, no estamos ante un festival de efectos especiales vacuo que pretenda camuflar una trama desdibujada o mínima. Aquí la magia visual está al servicio de una historia maravillosa e imperecedera, a la que en ningún momento llega a ensombrecer, y que habla de valores tan en desuso como el valor, la amistad, la familia, el trabajo en equipo, el honor y, sobre todo, la tolerancia (con independencia de cualquier segunda lectura colonialista implícita en el relato de Kipling), aunque éstos provengan de las valerosas acciones de un grupo de animales. La tecnología nunca se adueña de la función, sino que funciona escrupulosamente como extraordinaria herramienta para construir una selva grandiosa, realista y con un punto de tenebrosidad fascinante, plagada de criaturas y peligros que acechan al héroe detrás de cada arbusto, roca o cascada. Favreau ha salido victorioso del reto, sacándose de la manga, no solo una deslumbrante cinta de aventuras, cuyo envidiable ritmo se conserva hasta los musicales créditos finales, sino también su (con diferencia) mejor trabajo hasta la fecha y, desde luego, la versión más profunda y completa de todas las que, sobre el mito, han pasado por la gran pantalla, capaz de callar todas las voces que se preguntaban si de verdad era necesaria otra revisitación. Desde ya, esta El libro de la selva de 2016 debería ser tomada como ejemplo de lo que debería ser toda producción familiar, concebida con calidad, exquisito gusto y la suficiente inteligencia como para contentar a niños y adultos con idéntica efectividad. | ★★★★ |


    José Martín León
    © Revista EAM / Madrid


    Ficha técnica
    Estados Unidos. 2016. Título original: The Jungle Book. Director: Jon Favreau. Guion: Justin Marks (Novela: Rudyard Kipling). Productores: Jon Favreau, Brigham Taylor. Productoras: Walt Disney Pictures / Fairview Entertainment / Moving Picture Company (MPC). Fotografía: Bill Pope. Música: John Debney. Montaje: Mark Livolsi. Vestuario: Laura Jean Shannon. Reparto: Neel Sethi, Bill Murray, Ben Kingsley, Idris Elba, Scarlett Johansson, Lupita Nyong´o, Christopher Walken, Giancarlo Esposito, Garry Shandling.

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