Señoras que se indignan con Hong Sang-soo
Crónica de la séptima jornada del 53º Festival de Gijón.
¿Qué sería de un festival de cine sin su colección de estereotipos andantes? Sin esa fauna diversa que abarca desde el intento de crítico que destroza todo lo que ve con un par de tópicos vagos (o un tweet, que a menudo viene a ser lo mismo) hasta el “espectador medio” que se queja de tanta rareza, de que no puede ser tan difícil contar bien una historia. El primero soltará frases hechas despectivas, como “telefilme de sábado por la tarde” o “película mil veces vista”, que pretenden dar cuenta de la cantidad de conocimiento cinéfilo que atesora y de lo difícil que resulta sorprender a su endurecido criterio. Mientras que el segundo, más auténtico, se expresará con reflexiones del tipo “muy bien hecha, pero a mí es que no me ha dicho nada”. Aunque hay estereotipos todavía más específicos que tampoco faltan. Está el que, en los coloquios del director con el público (el Q&A, si prefieren la versión cool), interviene para lanzar una reflexión interminable sobre algún aspecto de la película (por lo general, irrelevante o sobreinterpretado) que tiene poco de pregunta y mucho de afán de lucimiento. O el pedante de turno que analiza la película sentando cátedra con expresiones altivas que no admiten réplica. Una colección, en fin, que pese a que a ratos pueda resultar irritante, sirve para dar colorido al festival entre proyección y proyección.
El párrafo anterior, admitamos que un poco vitriólico, viene motivado por el visionado de la nueva cinta de Hong Sang-soo, Right Now, Wrong Then, que además de constituir ese hit magistral que le faltaba a la sección oficial de Gijón (sus virtudes se analizan unas líneas más abajo), ofrece algunos apuntes deliciosos precisamente sobre la fauna habitual que se puede encontrar en los mundillos de los festivales y los ciclos que tan bien debe conocer Sang-soo. El protagonista, un director de cine que asiste al coloquio tras la proyección de una de sus películas, se queja a la salida de un tipo que ha hecho una pregunta interminable y sin sentido (“Seguro que era para impresionar a las chicas de la sala”) o de que el moderador era un snob arrogante. Lo fascinante de la experiencia, además, es que mientras que esta conversación era mostrada en pantalla, el que suscribe la completaba con una escena real que sucedía justo a su lado. Un grupito de señoras de mediana edad (de esas que acuden a la sala más para cotorrear incansablemente sobre lo que ocurre en la película que para verla) se quejaba en voz alta de lo insufrible que les estaba resultando la cinta. “¡Tanto plano largo y tanto diálogo para que no pase nada!”, y demás. A lo que se sumó una cantidad importante de deserciones a mitad de película. La anécdota sirve para dar cuenta de lo sumamente contradictorio que puede llegar a ser un festival, poblado de extremos tan opuestos como los que se reseñaban al comienzo de este texto. Del moderno pedante de turno a la señora que se indigna con Hong Sang-soo. Una confluencia entre sensibilidades encontradas que no puede ser más expresiva de la cantidad de miradas que suscita esto del cine. En Right Now, Wrong Then, ese moderador del que se queja el director protagonista le pide que conteste, en pocas palabras, a una pregunta final: ¿qué es para él el cine? A lo que el director responde visiblemente enfadado, afirmando que se niega a soltar esas palabras vacías que el público espera que diga. ¿Qué sentido tiene ponerse a sentar cátedra con términos grandilocuentes sobre lo que es el cine? Pues eso.
RIGHT NOW, WRONG THEN
Ji-geum-eun-mat-go-geu-ddae-neun-teul-li-da, Hong Sang-soo, Corea del Sur / Sección Oficial.
por Miguel Muñoz Garnica.
En una de las conversaciones de Right Now, Wrong Then le espetan al protagonista, un director de cine, que cuando habla sobre sus películas siempre repite lo mismo. Probablemente sea una broma privada de Hong Sang-soo respecto a su propia obra, ya que es la crítica más habitual que suele recibir. Que su cine siempre habla de lo mismo. La nueva cinta del director surcoreano, por si había dudas, no es una excepción. De hecho, funciona muy bien como compendio de las inquietudes que pueblan toda su filmografía: las relaciones sentimentales fugaces, los torpes intentos de seducción de un personaje masculino ensimismado, los largos diálogos bañados en soju (licor de arroz coreano)... Su obra, que roza ya la veintena de largometrajes, es una continua variación sobre los mismos elementos de base (entre ellos, los enumerados antes). De hecho, aquello que le reprochan que siempre repite al protagonista de Right Now, Wrong Then bien puede ser la misma idea que mueve a Sang-soo a rodar incansablemente: “No tengo ni idea de qué busco, pero voy descubriendo cosas en el camino”. Entiéndase, por tanto, que estamos ante una cinta cuyo planteamiento no es otro que añadir un nuevo movimiento a esa sinfonía de variaciones que compone la producción completa del surcoreano. El cineasta da otra vuelta de tuerca a uno de sus recursos narrativos más habituales: el dividir la película en varios segmentos claramente diferenciados en los que repite algunos elementos y cambia otros. En este caso, al igual que sucedía en En otro país, Sang-soo opta por tomar la misma historia, los mismos personajes y la misma situación de partida y explorar sus variaciones a partir de pequeños detalles que influyen en su desarrollo. En las dos partes de Right Now, Wrong Then el caracter principal es Ham, un director de cine que llega invitado a una ciudad para presentar la proyección de una de sus películas. Mientras se entretiene haciendo turismo, conoce a una pintora a la que intenta seducir. Toma un café con ella, la acompaña a su estudio a ver sus cuadros, y terminan emborrachándose en un restaurante. La diferencia entre las dos repeticiones de este esquema radica únicamente en la actitud que muestra el protagonista en sus estrategias de ligoteo. En la primera lo percibimos como un tipo al principio encantador, pero que va desvelando en su simpatía y sus palabras pretendidamente profundas algo de impostura. Mientras que la segunda lo presenta como un tipo demasiado explícito en su franqueza, pero que termina cayendo bien al resto de personajes precisamente por esta sinceridad.
Pero las división no es tan simple. Sang-soo introduce una serie de pequeños detalles (un anillo que el protagonista encuentra en la segunda variación después de haberse lamentado de no tener uno en la primera, por ejemplo) que funcionan como indicios de vasos comunicantes entre los dos segmentos. De forma que no son los bastante concluyentes como para concluir que existe una relación de continuidad entre ellas, pero sí para hacer brotar una deliciosa confusión. Porque la gran pregunta ante Right Now, Wrong Then está clara: ¿se puede decir que Ham es el mismo personaje en las dos partes? Sus circunstancias y su motivación (seducir a la pintora) son exactamente las mismas en ambas, pero la descripción basada en su comportamiento que haríamos de cada uno de los dos Hams sería muy diferente. Por tanto, ¿cuál es exactamente el elemento que varía en las dos historias? ¿La personalidad de Ham? ¿Sólo su estado de ánimo? ¿O bien la segunda parte funciona como una especie de segunda oportunidad para él, en la que aprender de los errores cometidos en la primera? Por supuesto, no hay respuestas definitivas. Lo que conduce a un nuevo descubrimiento del gran tema que subyace en toda película de Sang-soo: la aleatoriedad de las relaciones humanas. La imposibilidad de alcanzar un conocimiento auténtico sobre el otro, ya que nuestra percepción de los demás se basa en unas pocas impresiones que nunca pueden llegar a abarcar la complejidad de su mundo interior. Con todo, si atendemos al final del segundo segmento, estamos ante la que quizá sea la obra más dulce de su director, ya que se le concede la oportunidad de salir triunfante en su aventura amorosa. Aún cuando esa aventura está marcada por un carácter de irremediable fugacidad que va muy en consecuencia con la visión del mundo que transmite el propio cineasta: el amor como algo pasajero en lo que buscar pequeños momentos de felicidad, nunca algo estable y duradero, como tampoco lo es nuestra interpretación de los demás que marca nuestra relación con ellos.
Además de por la inmensa cantidad de implicaciones (de las que sólo hemos tratado de ofrecer algún esbozo) que contiene la aparente simplicidad de sus planos fijos y sus largos diálogos, Right Now, Wrong Then triunfa por el absoluto estado de gracia con el que Sang-soo desarrolla sus elementos habituales. La profunda humanidad que transmiten sus criaturas en sus comportamientos ridículos, esa sensación de transitoriedad que flota continua en el aire (la situación de Ham como visitante de paso, la fotografía despreocupada y lo prosaico de muchas de las conversaciones apuntan en esta misma dirección) la labor de un inmenso Jeong Jae-yeong en el papel protagonista... Y uno de los momentos más cómicos que Sang-soo ha logrado en toda su carrera cuando el Ham de la segunda historia manifiesta su sinceridad total de una manera demasiado física. Estamos, en fin, ante una cinta que sin desviarse en ningún momento de un estricto minimalismo de tiempos, espacios e imágenes, está repleta de verdades profundas sobre ese gran misterio que son las relaciones humanas. [95/100]
RESPIRA
Ein Atem (One Breath), Christian Zübert, Alemania / Clausura.
por Miguel Muñoz Garnica.
Como el propio Zübert ha expresado, estamos ante una película que busca representar la relación entre la Europa rica y la Europa pobre. Para ello, Respira alterna sus puntos de vista entre dos mujeres cuyas circunstancias resultan muy familiares. Tessa, una mujer alemana de clase acomodada, absorbida por su trabajo y en permanente estado de ansiedad, que para más inri es madre de un bebé. Y Elena, una chica griega que, harta de la falta de oportunidades en su país, deja atrás a su familia y a su novio para probar suerte en Alemania. Las dos se cruzan cuando Elena comienza a trabajar de niñera para Tessa a la vez que descubre que está embarazada. Desde ese punto de partida, Zübert explora con acierto las presiones a las que se ven sometidas las dos mujeres. Tessa a los “problemas del primer mundo”: la imposibilidad de desconectar de las obligaciones laborales, la neurosis de madre moderna tan obsesionada por controlar todo lo que sucede alrededor de su bebé y la manifestación de una mentalidad más tradicional que la empuja a sentirse culpable por no pasar más tiempo con su hija. Mientras que sobre Elena pesan los reproches de su familia por no haberse quedado en su país con los suyos, y la precariedad de un mundo laboral que no le da ninguna facilidad para atender a su embarazo, que la considera un engranaje más de la cadena de montaje que puede ser sustituido si empieza a dar “problemas”.
Así, Zübert hila una trama que, con algunos giros de guión que refuerzan su evolución dramática, encuentra sus grandes virtudes en la forma que tiene de retratar a las dos mujeres, sus complejidades y sus contradicciones, sin necesidad de de usarlas para forzar el discurso. Respira es, ante todo, un ejercicio de empatía. Que, con sus cambios de perspectiva entre Elena y Tessa, incide en la necesidad de ponerse en la piel del otro pese a que pueda ser percibido por el espectador (sobre todo en el caso de Tessa) desde la antipatía o el desprecio. Y que apunta a la carencia de esa misma empatía en casi todos sus personajes como la raíz de los males que les afectan. Se trata, como decíamos, de esa confrontación entre la Europa rica (Alemania) y la Europa pobre (Grecia), demasiado ocupadas en demostrarse a la otra que cada uno tiene sus propios problemas y que no pueden permitirse ser solidarios. Por tanto, si bien adolece de alguna que otra situación demasiado forzada (especialmente en su segundo tramo), Respira constituye un sólido ejercicio de cine social y de empatía en unos tiempos donde esta última ha tomado un desvío. [70/100]
THE ARDENNES
D’Ardennen, Robin Pront, Bélgica / Sección Oficial.
por Eva Hernando.
Con un breve repaso a la fulminante y prometedora carrera de Robin Pront, parecía poco probable que The Ardennes fuese a posicionarse como un sencillo drama familiar. O al menos no simplemente como eso. Y, en efecto, resulta ser una agradable sorpresa y un inteligente ejercicio de cine negro que pone el broche final a la Sección Oficial Festival de Gijón. En su simple planteamiento inicial, que se nos revela en cuestión de pocos minutos, vemos como tras un intento de robo, Kenneth va a prisión condenado a cumplir siete años. Su negativa a cooperar con las autoridades permite que sus cómplices Sylvie (su novia) y Dave (su hermano) no vayan a la cárcel. Cuatro años después, Kenneth sale de prisión sin saber que Dave y Sylvie son ahora pareja y planean un futuro tranquilo juntos formando una familia. Sin embargo, la cárcel no ha aplacado a Kenneth, que quiere recuperar a Sylvie y llevar el mismo estilo de vida de antaño. Sylvie ha dejado las drogas, Dave ahora es abstemio y tiene trabajo. La reinserción para Kenneth no se plantea fácil aunque su hermano le consigue trabajo en el lavadero de coches en el que trabaja. La tensión sentimental que sobrevuela la relación a tres y la inquietud de no saber cómo contar a Kenneth, altamente inestable, la nueva situación, copa todo el primer tramo del filme, adoptando la forma de un drama sentimental en el que se nos van dando sutiles avisos que demostrarán que nada es tan simple. Un quiebro será el que haga que el hasta ese momento drama notable, comience navegar por las oscuras aguas del cine negro, empapado de referencias a los Coen, Tarantino, los Dardenne o Winding Refn. Casi nada.
Las Ardenas que dan título a la película, región del sur de Bélgica con extensos bosques, son la referencia que ambos hermanos tienen de paraíso perdido de su infancia y se van a convertir en el escenario de una segunda parte redonda y violenta a partes iguales, con la misma solidez que la primera, y que recuerda a lo mejor de Fargo. Para ello, Pront da más presencia a Stef, compañero de celda de Kenneth en los años que este estuvo en la cárcel, interpretado por el siempre inquietante Jan Bijvoet (Borgman). Pront vuelve a contar con Jeroen Perceval como ya lo hiciera en Injury Time, que además co-escribe el guión. The Ardennes parte de una obra de teatro ideada por el actor y que tras varios intentos fallidos con otros directores y variaciones durante dos años de trabajo, finalmente ha sido con Pront con quien se ha fructificado en una película. The Ardennes es un filme sólido, eficientemente interpretado y con personajes muy bien construidos; que despierta interés en todas los diferentes géneros que aborda, con una cuidada fotografía (que recuerdan al citado director danés) y sin detalles de guion que se dejen al azar y perfectamente cerrada. Como si todo esto no fuera suficiente, además se permite sorpresa final de las que consiguen noquear al espectador. [75/100]