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    Cine Alemán Siglo XXI

    Seminci 2015 | Día 7. Crítica: Mustang

    Mustang

    Un final por todo lo alto

    Crónica de la séptima jornada de la 60ª edición de la Seminci.

    Después de una semana que la verdad, no se ha hecho tan corta como otros años, había mucha expectación por ver qué era lo que iba a deparar el último día de competición de una sección oficial que, por desgracia, siguiendo con lo ocurrido en San Sebastián, no ha alcanzado el nivel esperado. ¿Los motivos? Múltiples y difíciles de explicar, pero vaya por delante que no es nada fácil programar un certamen a estas alturas del año, cuando prácticamente todas las obras han tenido presencia en festivales y, en algunos casos, hasta estreno en salas. Una pequeña anécdota de un amigo refleja a la perfección en qué momento se encuentran los eventos como la Seminci. Este amigo se encontraba hace un par de días en la proyección del Teatro Calderón de la última película de Kawase, aburrido y algo desencantado, decidió abandonar la sala para ir a comer a su casa. En donde no tuvo dificultad alguna para acabar de ver el filme gracias a la magia-amenaza de Internet. Y si quieren hagan la prueba, porque quitando alguna anómala producción (que probablemente interese a poca gente), casi la totalidad de los largometrajes que han participado en esta 60 Edición se encuentran colgados en la red. Triste realidad que, unida a la gran competencia de festivales de ciudades de más nombre que han aflorado o se han potenciado en los últimos años (Toronto, Roma, Londres…) deja a un histórico certamen de cine transformado en certamen de preestrenos, con proyecciones interesantes sí, pero en el que la presencia de la industria es mínima, casi anecdótica. De hecho, casi todas las cintas vienen ya con la distribuidora española de turno debajo del brazo.

    No obstante y, a pesar de las sensaciones previas, el nivel de cine de hoy ha sido sobresaliente. Ya sea gracias a la diosa fortuna, o a que hay ojo para poner buenas películas en fin de semana, momento en el que hay más afluencia de público y, por tanto, más comentarios a favor o en contra de un tipo de cine, algunas veces extremo, al que no se le suelen dar segundas oportunidades. Centrándonos en materia, a primera hora fue el turno de Fúsi, espléndido filme islandés que explora la vida de un hombre con espíritu infantil atrapado en una rutina devoradora. Una obra con tacto y sensibilidad que a pesar de ser un amargo drama no desdeña de apoyarse en la comedia inteligente para endulzar. Estrenada en Cannes y premiada de manera triple en Tribeca, pudimos ya leer su crítica en EAM desde Karlovy Vary. Y pronto podrán leer la entrevista que esta misma tarde nos ha concedido su realizador, Dagur Kári. Lo cierto es que la Espiga de Oro tiene muchas posibilidades de irse a Islandia, ya sea de la mano de Fúsi o de Rams. Pero cuidado a otra gran candidata de última hora, la turca Mustang. Vamos con ella.

    Mustang

    MUSTANG

    Deniz Gamze Ergüven, Turquía, Francia / Sección Oficial.

    Mustang cuenta la historia de cinco hermanas adolescentes huérfanas de padre y madre que viven con el resto de familia que les queda, una abuela y un tío, en un paradisiaco y a la vez conservador pueblo de Turquía. La viveza y libertad de sus juegos pronto perderá la inocencia de la niñez para el resto de habitantes del pueblo, quienes con mentalidad retrógrada se obsesionarán con las connotaciones sexuales de hasta el más mínimo gesto, levantando críticas ante la falta de honorabilidad y pureza de las jóvenes mujeres. Así, estas serán coaccionadas para entrar en el rol femenino tradicional, y el hogar familiar irá perdiendo su confort, convirtiéndose gradualmente en una cárcel, y la escuela será sustituida por la enseñanza de tareas de mujer. Todo con el objetivo de convertirlas en buena mercancía de cara a concertar los matrimonios para unas chicas cuyo espíritu rebelde se levanta, a veces con violencia, otras con humor, contra la represión que sufren a causa de su sexo.

    La clave de que Mustang funcione tan bien proviene del guión, el cual sabe lidiar con gran efectividad, tanto con las partes más trágicas, verdaderos derechazos a la cultura tradicional islámica que firman sentencias finales contra el mal llamado relativismo cultural y que crean malestar y tensión, como en las partes más libres, en donde la felicidad y el espíritu de la juventud desborda la pantalla retrotrayéndonos a esa otra maravilla de Las vírgenes suicidas, en la que es imposible no pensar. Es la buena construcción de la trama, que deja de lado el candor infantil para acrecentar la tensión a medida que las jóvenes evolucionan, la que sabe guiar la historia a través de momentos aislados pero con continuidad sin que se pierda el interés en ningún momento. Las virtudes del filme continúan en que está cuidado a todos los niveles: maravillosas interpretaciones en las que predomina una química común que pone difícil el dudar de que no sean hermanas en realidad. Más allá de ello, destaca una estética preciosista y cuidada que sabe realzar el erotismo contenido en estas pequeñas lolitas a la venta. Los momentos de recreación y complicidad fluyen con una espontánea naturalidad que recubre con una fina capa de dulzura la dura atmósfera que sobrevuela durante gran parte del metraje. En gran parte, debido a un diseño de arte magnífico, imprescindible en una fábula como la narrada. Ejemplo de ello lo podemos encontrar en el contraste en el diseño de vestuario y en una cuidada fotografía a la que solo le falla un exceso extremo de grano digital en algunas secuencias nocturnas (para que nos digan que el celuloide está obsoleto).

    A destacar, además, la excelente mano de su joven directora, Denis Gamze Ergüven, que plasma con elegancia el equilibrio entre la dureza y la energía liberadora que transmite, aunque esta sea a menudo canalizada de una forma más o menos irónica como una fuerte denuncia ante la universalidad de la vejación. Manifiesto de alguien que tiene muy claro qué es lo que quiere contar porque probablemente lo haya vivido. En la distancia, más allá de los barrotes de la prisión familiar, la multicultural Estambul, la tierra prometida de la libertad a la que una vez más se accede después de atravesar el desierto. Atreverse a dejar a tras lo obvio, las comodidades de una vida de cautiverio o correr hacia un incierto futuro en una libertad que puede dar miedo. Ese es el dilema que corren las protagonistas y, junto a ellas, millones de mujeres que sufren en la sombra un patriarcado machista y opresor. [90/100]

    Mustang

    Apuestas para el Palmarés
    Espiga de Oro: Mustang.
    Espiga de Plata: Rams.
    Premio del Público: Mustang.
    Premio Mejor Director: Peré Vilá por La arteria invisible.
    Premio Mejor Actor: Emilian Oprea por ¿Por qué yo?
    Premio Mejor Actriz: Nara Novas por La adopción.
    Premio Mejor Guión: Rams, el valle de los carneros.
    Premio Mejor Fotografía: Shigeki Akiyama por Una pastelería de Tokio


    Álvaro Martín
    © Revista EAM / Enviado especial a la 60ª edición de la Seminci


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