Una manada de cinéfagos
crítica de The Wolfpack (Crystal Moselle, 2015).
Una familia en eterna cuarentena y unos hermanos que hicieron del cine su ventana hacia el mundo. De eso trata The Wolfpack (2014). En una pequeña prisión del Lower East Side de Manhattan una manada de lobos cinéfagos vive a través de los fotogramas de sus cintas favoritas. Uno de ellos habla de un extinta colección de más de cinco mil películas; recrean las mejores escenas; transcriben los diálogos; incluso nos informan de su top 20. Increíble. Lo saben todo y a la vez no saben nada. La ficción es el único contacto que tienen con el mundo exterior (¿y con la realidad?). Crystal Moselle –lo cuenta en un programa un tanto sensacionalista que se puede ver en YouTube, llamado News 20/20)– paseaba tranquilamente por su Nueva York natal cuando se cruzó con un grupo de chavales, vestidos como los protagonistas de Reservoir Dogs (1992), corriendo como auténticos descosidos. Advirtió algo intrigante en ellos y tiró de la manta. La historia que se desplegó ante sus ojos era tan extraordinaria que no le quedó otra que coger la cámara. Para que el lector se ponga en situación: el padre de los hermanos Angulo es, al igual que lo fue Thoreau, un hombre preocupado por su entorno y por la sociedad de la que forma parte. Sin embargo su fijación responde a pulsiones insanas y en lugar de aislarse en una cabaña lo hizo en pleno Nueva York, con toda su prole. Una familia realmente numerosa cuyos hijos casi no han pisado el exterior de su apartamento. Uno de ellos (difícil saber cuál) lo explica (metafóricamente) diciendo que su padre era como un terrateniente y ellos los trabajadores de la tierra, ellos eran de su posesión. Un régimen feudal en paredes de hormigón. Su progenitor, adepto de a saber qué rama del krishnaísmo, ejerció como amo de llaves de un universo enfermizo. Sin embargo, llegó el día en el que todo el sistema se resquebrajó (al igual que en Canino -2009-, inevitable comparación). Uno de ellos tiró el muro abajo y no hubo quién parase al resto. Pese a los primeros encontronazos con la sociedad exterior –un arresto y un asalto policial en busca de armas– empezaron a apreciar las ventajas de un mundo que “es como el 3D”.
Lo interesante del documental, más allá del exótico y enfermizo punto de partida, es como la directora es capaz de capturar el cambio. Cómo los hermanos y la familia van mutando de su cueva a la sociedad. Cómo personas que nunca habían conectado con nadie que no fuese de su sangre, ni de su reducidísimo círculo, consiguen entablar vínculos y de cómo la libertad no es algo que está exclusivamente asociado al ámbito físico. Era Bob Dylan quien decía aquello de que nadie es libre, incluso los pájaros están encadenados al cielo. Como todo aforismo esconde una gran verdad, no obstante en el caso de los Angulo se puede decir que supieron encontrar esa libertad gracias al desarrollo de su faceta contemplativa en primera instancia, creativa a posteriori. Esa recreación de clásicos del cine americano, al que homenajean con tierna devoción, termina por explotar en sus propias creaciones. Una forma de mantener la cordura. En ese sentido el trabajo de Moselle plantea cosas sugestivas desde el punto de vista social. Múltiples estudios en la última década han demostrado que el aislamiento es un factor de riesgo, para la salud, tan importante como la obesidad o el tabaquismo. Con consecuencias nocivas en el aspecto mental. Incluso la figura del padre autoritario y alcohólico, con cuyas convicciones fue capaz de persuadir ideológicamente a su esposa, puede ser analizada desde un punto de vista psicológico. Como personaje de película de ficción no tendría precio. Su tiranía se ve pagada en pantalla con la desidia, la indiferencia e incluso el odio de sus vástagos. En definitiva, esta claustrofóbica ecuación es difícil de asimilar, sobre todo cuando uno somete a una depurada reflexión lo que ha visto en pantalla. Esta extraña mezcla de personas recluidas durante casi dos décadas entre cuatro paredes, películas, música, amor por una madre (objetivamente cómplice, subjetivamente víctima), odio por un padre creador de su condena y de su mayor pasión (el cine), Tarantino…, solo puede conducir a un colapso que a su vez derivaría en la manida frase “la realidad supera a la ficción”.
«Indudablemente la historia atraviesa los predios de la locura más insana. Asusta sin sobresaltos, perturba y desconcierta a partes iguales. Pero a cambio se nos brindan relámpagos de vida».
The Wolfpack está plagada de momentos de un ingenio cautivador. El resultado de la labor de la directora no solo se limita a al Gran Premio del Jurado en el Festival de Sundance. Durante el rodaje los hermanos supieron zafarse paulatinamente de la totalitaria estulticia de su padre. Fueron capaces de aflojar los grilletes que encadenaban a su madre, llegando a hablar esta con su progenitora después de quince años. Además, durante el casi lustro de rodaje, algunos de los Angulo encauzaron su pasión por el séptimo arte estudiando cine o trabajando como ayudantes de producción. No podía ser otra la forma de acercarse al mundo laboral. Las escenas reproducidas con milimétrica precisión de Pesadilla en Elm Street (1984), Reservoir Dogs (1992), El caballero oscuro: La leyenda renace (2012) conducían (sin ellos saberlo) a ese mundo. Desde los atrezos que dan cuenta de una habilidad y un cariño por el cine patéticamente conmovedores, hasta las pistolas, caretas, armaduras o cuchillos construidos a base de cartón, celo y cajas de cereales que podrían dejar en jaque a cualquier taller de manualidades. Indudablemente la historia atraviesa los predios de la locura más insana. Asusta sin sobresaltos, perturba y desconcierta a partes iguales. Pero a cambio se nos brindan relámpagos de vida. Acaso no es maravilloso ver a los señores Azul, Marrón, Rubio, Rosa, Naranja y Blanco entrando en una sala de cine por primera vez, ataviados con sus impolutos trajes y clamar a la salida «Muy buena película. Voy a recordar esta noche por mucho, mucho, mucho, mucho tiempo. Y pensar que el dinero va a ir para David O. Russell, Mark Wahlberg o Christian Bale ¡Eso es genial!» | ★★★★ |
Andrés Tallón Castro.
© Revista EAM / Madrid
Ficha técnica
Estados Unidos, 2015, The Wolfpack. Directora: Crystal Moselle. Productora: Verisimilitude. Presentación oficial: Festival de Sundance 2015 (Gran Premio del Jurado como Mejor Documental). Fotografía: Enat Sidi. Música: Danny Bensi, Saunder Jurriaans, Aska Matsumiya.