Madrid es un pañuelo
crítica a Los miércoles no existen (Peris Romano, 2015).
En un ajetreado bar con un concierto de fondo, Mara se concentra en teclear un artículo periodístico sobre turismo en su portátil con un té humeante al lado, mientras Pablo, en una mesa contigua, reflexiona sobre su poco optimista futuro laboral. Fortuitamente, inician una conversación espontánea y Pablo le habla de una particular teoría: para él, los miércoles no existen, ya que se trata de un día de la semana ajeno al resto, en que el que todo vale y siempre suceden cosas fantásticas e improbables. Esta peculiar hipótesis de uno de los protagonistas da nombre a la nueva comedia coral de Peris Romano, una propuesta fresca, urbana y desenfadada defendida por un reparto de calidad donde se dan cita actores patrios con un gran reconocimiento a sus espaldas como Eduardo Noriega, Inma Cuesta, María León, William Miller o Gorka Otxoa. La esencia de esta cinta cómica —cuyas raíces se hallan en una obra de teatro homónima con elenco cambiante— reside en las situaciones estrambóticas, los sorprendentes nexos que vamos descubriendo entre los personajes, y los saltos temporales que nos arrastran, eso sí, siempre a un miércoles importante entre el 2010 y el 2014, combinando las secuencias con el formato musical cargo de una banda sonora con estupendas —y divertidas— versiones de bandas y cantantes del pop y el indie español como Coque Malla, The new Raemon o Vetusta Morla. Definida pues como dramedia musical, Los miércoles no existen presenta un cúmulo de momentos a priori dramáticos, fundamentalmente sexuales, amorosos o de ruptura sentimental, sorteados por los personajes principales con mayor o menor acierto e intercalados por unos momentos melódicos entrañables que nos recuerdan a las simpáticas El otro lado de la cama o Los dos lados de la cama. En medio de este millón de dilemas morales a golpe de pop se hallan nuestros personajes, a menudo desquiciados y desoídos por Cupido, que conoceremos a lo largo de escenas sin orden cronológico rodadas en lugares y calles emblemáticos de la capital madrileña.
César (Gorka Otxoa) es un ingeniero tímido e inseguro, el extrovertido Hugo (William Miller) combina su trabajo de camarero con su vocación de pintor y un buen puñado de escarceos sexuales esporádicos, la risueña Mara (Inma Cuesta) se gana la vida como periodista y cuestiona la maternidad obligatoria a la que parece querer inducirle su novio, Pablo (Eduardo Noriega), es un arquitecto de ademanes presumidos que intenta recuperar su relación amorosa con la nerviosa Irene (soberbia actuación de Alexandra Jiménez), que a su vez es hermana de Paula (Andrea Duro), una inquieta estudiante de publicidad con algún que otro secreto íntimo. ¿Cuál ha sido el truco fundamental de Peris Romano para comenzar este cóctel de risas con grumos de música? Agitarlo muy fuerte y transportarnos, de forma casi aleatoria, al transcurso de un miércoles importante en la vida de este amplio abanico de protagonistas, cuyas interrelaciones entre si son más desconocidas todo el tiempo para ellos que para el propio público.
«Los miércoles no existen no es una comedia que haya descubierto la pólvora, pero sí un fantástico alivio para desconectar de la rutina, cantar por lo bajo desde la butaca y reírse a costa de la constelación de interrelaciones (des)amorosas entre unos personajes que parecen afectados por las leyes de Murphy».
En medio de la sucesión de escenas, los diálogos nos descubren un guion natural y vigoroso. Los miércoles no existen no es una comedia que haya descubierto la pólvora, pero sí un fantástico alivio para desconectar de la rutina, cantar por lo bajo desde la butaca y reírse a costa de la constelación de interrelaciones (des)amorosas entre unos personajes que parecen afectados por las leyes de Murphy. Asistimos a algunos momentos realmente gloriosos condimentados con el sabor típico del humor patrio: desde un incómodo despertar postcoital en el que los implicados han olvidado el nombre del amante o un menage-a-trois salpicado de mentiras, junto a otras escenas de carácter marcadamente dramático —centradas en las dudas de las parejas, las infidelidades, los problemas de entendimiento o la frustración ante el panorama laboral—, que no desentonan con el tono de la película y la dotan de un mayor número de capas para el disfrute del espectador. El encanto y el descaro de la cinta recaen totalmente sobre el elenco, en el que todas las actuaciones suman un relato coral bien elaborado e hilarante. Cabe destacar el divertidísimo papel de William Miller en la piel de Hugo, ese camarero mujeriego y picaflor con faceta artística, así como el gran papel musical de una expresiva y cálida Inma Cuesta. Por supuesto, existen escenas mucho más cómicas e interesantes que otras, pero una de las motivaciones principales supone ir hilando los pedacitos del puzle y descubriendo los vínculos entre esta red de personajes a los que es complicado no cogerles cariño. Se echaba en falta una comedia de este estilo: luminosa, sin excesivas pretensiones y apetitosa para una noche de viernes como un paquete suculento de patatas fritas. En otras circunstancias, un reparto más flojo hubiese deslucido el resultado final, pero el lujo de sus filas combinado con unos escenarios atractivos, una buena selección de canciones cuidadas con mimo —y que no desentonarían en el mp3 de cualquier hipster hispano— y la curiosidad de los giros en el tiempo han dado sus frutos. Como rezaba una famosa frase de la movida madrileña: Madrid nunca muere, Madrid me mata. Lo mejor de todo es que a estos personajes la ciudad los mata de deseo, de amor y desamor, de incertidumbre, de ansia de ser queridos con fatídicos o brillantes resultados. Y no hay mejor antídoto que la risa para todos esos males, como bien demuestra Peris Romano. | ★★★ |
Andrea Núñez-Torrón Stock
© Revista EAM / Santiago de Compostela
Ficha técnica
España, 2015. Título original: Los miércoles no existen. Director: Peris Romano. Guión: Peris Romano. Productora: José Frade Producciones Cinematográficas. Fotografía: Jon D. Domínguez. Reparto: Eduardo Noriega, Inma Cuesta, Alexandra Jiménez, Gorka Otxoa, William Miller, Andrea Duro, María León.