La muerte camina despacio
crítica de It Follows (David Robert Mitchell, 2014)
Los fanáticos del cine de terror podemos estar de enhorabuena en los últimos años. Junto a las inevitables secuelas de sus grandes éxitos y a la interminable lista de remakes que desempolvan todo clásico del género que se precie de serlo, cada vez es más frecuente encontrar pequeñas perlas independientes, rodadas al margen de los grandes estudios y cargadas de nuevas ideas. Cuando aún está fresco el recuerdo del espeluznante cuento de horror The Babadook (Jennifer Kent, 2014), saludado por la crítica como el mejor filme de terror del año, ahora le toma el relevo, avalada por los inmejorables comentarios que arrancó de su paso por festivales como Cannes y Sitges, It Follows, la nueva sensación del género de la que todo el mundo habla. ¿Dónde reside el éxito de esta humilde producción de 2 millones de dólares de presupuesto que ya ha recaudado más de 14 solo en suelo americano?¿Realmente es tan aterradora como dicen o, como tantas veces, su fama es fruto del exagerado hype fomentado por un puñado de frikis? Por una vez, y sin que sirva de precedente, todo lo bueno que se ha podido oír o leer de It Follows es rigurosamente cierto, ya que estamos ante el que será, sin duda alguna, el clásico instantáneo de 2015.
La cinta se apunta a esa nueva corriente de títulos con estética ochentera —Drive (Nicolas Winding Refn, 2011), Maniac (Franck Khalfoun, 2012), The Guest (Adam Wingard, 2014)— que ha constatado que lo retro vende entre un público nostálgico de la manera de hacer cine entre finales de los 70 y buena parte de los 80. It Follows no oculta en ningún momento su carácter referencial, tomando prestados elementos narrativos y estilísticos de clásicos del terror como La noche de Halloween (John Carpenter, 1978), Pesadilla en Elm Street (Wes Craven, 1984) o It (Tommy Lee Wallace, 1990), pero su acierto reside en que su guión sabe asimilar todos esos ingredientes para construir una historia cargada de personalidad propia. Es cierto que el barrio en donde se desarrolla la acción nos remite directamente a aquella comunidad de Haddonfield de Halloween y que el grupo de amigos protagonista bien podría formar pandilla con aquella Nancy que fue objeto del acoso del temible Freddy Krueger —también el miedo a dormir y quedar indefenso ante el ataque de la fuerza maligna es algo coincidente—, pero lo cierto es que, conforme se van desvelando los detalles de la trama, la película cada vez se va pareciendo menos a un slasher tradicional para tomar unos derroteros espirituales más próximos a los del terror asiático. De hecho, al igual que en títulos como The Ring (Hideo Nakata, 1998) o The Eye (Oxide Pang Chun, Danny Pang, 2002), la pesadilla de la joven protagonista de It Follows nace fruto de una terrible maldición, en esta ocasión traspasada a través de su primera relación sexual con un chico. El sexo, tan castigado por serial killers como el Jason Voorhes de Viernes 13 (Sean S. Cunningham, 1980), se convierte aquí, por obra y gracia del guión, en causa (y curación) de un mal espectral del que, por mucho que se intente huir, no hay escapatoria posible porque siempre acaba encontrando a su presa.
«En un panorama donde a veces es difícil rescatar algún momento para el recuerdo de una cinta de terror, It Follows se revela como una experiencia especialmente generosa en escenas antológicas, tanto por su capacidad de transmitir auténtico pavor como por su perfecta ejecución técnica».
Uno de los mayores hallazgos de It Follows es la atmósfera onírica y atemporal que envuelve al relato. La ausencia de elementos tecnológicos como Internet o teléfonos móviles que lo puedan asociar a la actualidad es casi completa, así como el comportamiento de sus protagonistas, más de carne y hueso y con esa ingenuidad setentera que los aleja de los monigotes arquetípicos —chicas con curvas y musculitos descerebrados— habituales del terror adolescente de la era post Scream (Wes Craven, 1996), otro título que también supo echar la vista atrás con acierto para transgredir las normas del género. En contraposición con aquel libreto de Kevin Williamson, el guión de It Follows huye de la distancia irónica con un tratamiento mucho más serio (poético incluso) de las relaciones sentimentales que se establecen entre los personajes, con una heroína romántica —formidable Maika Monroe que, tras The Guest, da aquí un nuevo paso adelante para convertirse en la nueva reina del grito— que, como cualquier joven de su edad, se muestra incapaz de reconocer el amor verdadero aun cuando lo tiene delante en la forma de un amigo que la idolatra de manera incondicional desde su primer beso en la niñez, sufriendo en sus propias carnes las secuelas de poner sus ojos en el príncipe equivocado.
Formalmente, It Follows también es un trabajo prodigioso. Desde su brutal y contundente escena de apertura, rodada con un elaborado plano secuencia que persigue, mediante continuos giros de cámara de 360º, a una muchacha que huye desesperada de algo o alguien impreciso que la persigue, el director y guionista David Robert Mitchell —cuya experiencia anterior se reduce al alabado drama de iniciación El mito de la adolescencia (2010)— demuestra un total dominio de la técnica cinematográfica que se extiende a todo el metraje. Nada en las formas de It Follows podría calificarse de vulgar o adocenado, ya que estamos ante un brillante ejercicio de estilo en el que los planos secuencias se repiten con regularidad, no de forma caprichosa, sino con la intención de que el público no sepa a ciencia cierta por donde va a surgir la amenaza, haciendo que no pierda detalle de cada encuadre de la magnífica fotografía de Michael Gioulakis, la cual denota un cuidado extremo poco habitual en un género que casi siempre se ha mostrado más preocupado por el fondo que por la forma. También merece ser destacada la electrónica música de Disaterpeace, en la que los sintetizadores parecen evocar a las entrañables bandas sonoras que el propio John Carpenter componía para sus películas. En un panorama donde a veces es difícil rescatar algún momento para el recuerdo de una cinta de terror, It Follows se revela como una experiencia especialmente generosa en escenas antológicas, tanto por su capacidad de transmitir auténtico pavor como por su perfecta ejecución técnica. Aunque el ritmo del filme sea sinuoso, éste se ve roto en un par de ocasiones con fenomenales golpes de efecto como los de la impactante escena de la playa o el clímax final en la piscina cubierta -deudor casi de aquella memorable venganza vampírica de Déjame entrar (Tomas Alfredson, 2008)-. En definitiva, It Follows está destinada a ser mucho más que “el filme del momento”, ya que pocas veces se logra combinar de manera tan rotunda la ambición propia del cine de autor con el de entretenimiento. Y es que, por si cabía alguna duda, la película, encima, cumple a la perfección como espectáculo horripilante. | ★★★★★ |
José Antonio Martín
Redacción Las Palmas de Gran Canaria
Ficha técnica
Estados Unidos. 2014. Título original: It Follows. Director: David Robert Mitchell. Guión: David Robert Mitchell. Productores: Rebecca Green, David Kaplan, Laura D. Smith. Productoras: Northern Lights Films / Animal Kingdom / Two Flints. Fotografía: Michael Gioulakis. Música: Disasterpeace. Vestuario: Kimberly Leitz. Montaje: Julio Perez IV. Dirección artística: Joey Ostrander. Reparto: Maika Monroe, Keir Gilchrist, Daniel Zovatto, Jake Weary, Lili Sepe, Olivia Luccardi.