Cine con comentario social en español, ruso y francés
Crónica de la primera jornada en el XI Festival de Cine Europeo de Sevilla.
La primera jornada del XI Festival de Sevilla de Cine Europeo se abrió con La ignorancia de la sangre, cuyo rodaje coincidió curiosamente con la edición del año pasado. La película, que supone el regreso de Manuel Gómez Pereira al cine tras varios años de inactividad, no concursa pero funciona para atraer talentos de contrastada eficacia y popularidad, sobre todo en el reparto. Y una vez vista, se entiende. La cinta luce la ciudad sin pudor. Es una apertura pertinente, aunque no muy memorable. A media tarde se pudo ver el nuevo trabajo de Andrey Zvyagintsev, galardonado con el premio al Mejor Guion en Cannes. Con Leviatán, Zvyagintsev ofrece una panorámica de la Rusia actual, con trasfondo bíblico y voluntad de denuncia. Una historia progresivamente desoladora, que parte de la caprichosa voluntad de un poderoso y culmina con la de otro aún más grande. Pueden leer aquí las opiniones de mis compañeros Gonzalo Hernández y Emilio Luna cuando la película se estrenó en Cannes y Karlovy Vary, respectivamente. Y otra vuelta, aunque tras ausencia menos dilatada en el tiempo, es el de Céline Sciamma, que presenta su nuevo largo, Girlhood. Tras Tomboy (2011), la francesa regresa con una historia de adolescencia femenina lumpen, de tono vitalista e historia muy triste. Forma parte de la sección Selección EFA, que proyecta propuestas para los Premios del Cine Europeo, cuyas nominaciones se acaban de conocer en el marco del festival.
La ignorancia de la sangre
Dirigida por Manuel Gómez Pereira.
Reparto: Juan Diego Botto, Paz Vega, Alberto San Juan, Cuca Escribano, Francesc Garrido.
España, 2014
Inaguración Sección oficial | Fuera de concurso.
Adaptación de la más reciente novela de Robert Wilson con el inspector Javier Falcón como protagonista, la película ofrece una intriga con mafias rusas y fundamentalismo islámico como eje central, pero cuyo foco emocional son unos bien desarrollados personajes. Tras unos años de trabajo en televisión, Manuel Gómez Pereira dirige este encargo con guion de Nicolás Saad y lo pone en imágenes con profesionalidad, pero sin rastro del fulgor alocado y sexual de Entre las piernas (1999) o El juego del ahorcado (2008), toda una pena. Esta obra es abiertamente comercial, lo cual no tiene nada de malo, pero trae consigo concesiones que rebajan el potencial de calidad. Los instantes de gran suspense conviven con partes más rutinarias, como la subtrama de la búsqueda de Rita.
Con una elegante apuesta por la violencia fuera de plano, Gómez Pereira cuenta la investigación del grupo policial de Falcón en la rivalidad de dos bandas de la mafia rusa, que se complica cuando él y su compañera indaguen en la vida de dos hermanas cubanas y el hijo de su novia sea secuestrado. Esta trama se cruzará con el CNI, que se pone en contacto con Falcón debido al inusual comportamiento de su amigo Yacub (el sólido Alberto San Juan, cuyo personaje suena muy literario). Las tramas están inteligentemente separadas y culminan en dos momentos climáticos que varían en calidad (el ruso está muy bien, pero el marroquí no está bien desarrollado y se antoja aturullado). Una convergencia que desemboca en una hilera de tramas sin un gran remate, que a veces se estanca con secuencias rebosantes de diálogos que dejan todo bien claro para el espectador. Un reparto español donde nadie desentona mantiene a flote las partes más farragosas de un thriller cuya conclusión no está a la altura, pero que al menos acaba con una nota inquietante. 60/100.
La banda de las chicas
Bande de filles.
Dirigida por Céline Sciamma.
Reparto: Karidja Touré, Diabate Idrissa, Rabah Nait Oufella, Tatiana Rojo.
Francia, 2014
Selección EFA
Lo mejor de esta Girlhood que abre la Selección EFA del Festival de Sevilla es la mirada de su directora, Céline Sciamma. La francesa no juzga, no carga las tintas y no busca hacer amigos en este retrato de la marginalidad de una chica de 15 años con una vida más bien triste. El argumento suena a ya visto, pero la diferencia tonal de la película es lo que la permite distinguirse. Girlhood, que no evita varios machaques a su protagonista, es vitalista, festiva y políticamente incorrecta. La acertada selección musical y la energía de su reparto femenino da naturalidad y humor a una historia de cambio. Los lugares comunes de este tipo de relatos (despertar sexual, cambio de personalidad, reprimendas en casa, mala influencia en los hermanos) forman parte del filme, pero con un toque de originalidad que la coloca en ligera ventaja con respecto a otras muestras del género.
Marieme se convierte en Vic cuando completa un cuarteto de chicas tan problemáticas como divertidas. Pura inconsistencia, sus nuevas amigas la enseñan a robar, pelear y vivir con ánimo sus días. No importa que se esté convirtiendo en peor persona o que confunda los valores aprendidos, porque es su proceso de endurecimiento lo que interesa a Sciamma. Que crezca tras cada experiencia y sus llantinas sean cada vez más cortas. No es todo ideal, ya que Girlhood verbaliza demasiadas veces su mensaje de forma innecesaria y termina hasta dos veces antes del auténtico desenlace, haciendo que sus 112 minutos de metraje pesen un poco. En su encarnación de Marieme, Karidja Touré combina sensibilidad con el ocasional ataque de languidez, pero su presencia lidera una cinta tan dura como efervescente, una rara combinación que aquí resulta de lo más efectiva. 70/100.
Adrián González Viña
redacción Sevilla