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    Cine Alemán Siglo XXI

    Toronto 2014 | Día 6. Críticas: 'The Riot Club', 'Gemma Bovery', 'A Second Chance', 'Shelter' y 'Still Alice'

    Gemma Arterton en Toronto

    The Ladies

    Crónica de la sexta jornada del Festival de Toronto 2014

    Toca madrugar. Comenzamos a las 8:30 con Still Alice. Despertador a las 7:30 y café solo en vaso grande. La primera propuesta del día nos recibe con seriedad. Una desmemoriada Julianne Moore ofreciendo un rol bastante conmovedor que resulta lo más valorable de la cinta. Es día de buenas interpretaciones, aunque no todas ha estado a la misma altura. Shelter, como Still Alice, se ve beneficiada por la presencia de una actriz inmensa. Una Jennifer Connelly emocional y físicamente desnuda, en un papel triste pero precioso que le ha regalado su marido Paul Bettany, en lo que termina siendo un filme familiar dedicado, literalmente, a la pareja de vagabundos que vive frente a su casa. Continuamos con Susanne Bier y su A Second Chance, a la que asistimos con pies de plomo y que nos sorprende lanzándonos una serie de preguntas moralmente incómodas que, por otro lado, nos dejan con buen (depende cómo se mire) sabor de boca. Pero si hay dos obras que destacar hoy, esas son The Riot Club y Gemma Bovery. La primera, por contagiar una rabia que hacía mucho tiempo que no se sentía en un cine. Un golpe contundente de Lone Scherfig a la aristocracia educativa de las instituciones de prestigio de Inglaterra, mostrándola desde sus entrañas. Contundencia que ha contrastado con la ligereza y el encanto de Gemma Bovery, ingeniosa adaptación de una novela gráfica que actualiza el clásico de Flaubert dándole dándole un nuevo giro a éste y construyendo una comedia muy entretenida, que se ve con una fluidez pasmosa, pasándose como un suspiro. Sorprendente, dada la filmografía de la directora, solvente pero nada brillante, que ha sabido construir un trabajo de una complicidad inmediata, y que se ganará al público con mucha facilidad. Desde ya, dos de mis must see del TIFF.

    Still Alice

    Still Alice

    Dirigida por Richard Glatzer y Wash Westmoreland.
    Reparto: Julianne Moore, Kristen Stewart, Alec Baldwin, Kate Bosworth.
    Estados Unidos, 2014
    SPECIAL PRESENTATIONS

    Abrimos el día con solemnidad con Still Alice, la historia de una profesora y filóloga reputada a la que se diagnostica un Alzheimer prematuro, de variante poco común. Dirigida por el mismo dúo responsable de Quinceañera, Richard Glatzer y Wash Westmoreland, Still Alice no llega al melodrama pero, sin duda, es un filme que busca emocionar. Apoyándose en una conmovedora interpretación de Julianne Moore y dejando constancia del deterioro mental de su protagonista, busca hacer cómplice al espectador de una enfermedad que, según se recalca la propia película, se sigue considerando tabú en la sociedad. La delicadeza del planteamiento oscila rápidamente hacia el convencionalismo al sonar los primeros acordes de su banda sonora. Un violín que apela a la humanidad de un público que, sin duda, conectará con ella, animado por la presencia de una actriz de primera línea. El guión tampoco aprovecha demasiado el hecho de que ella sea lingüista. Echando la vista atrás, Iris, de Richard Eyre, también hablaba del Alzheimer en una mujer de probada inteligencia, remarcando más lo que significaba para una escritora como la señora Murdoch perder su memoria y su capacidad de comunicación. En Still Alice eso queda más desdibujado, al igual que algunos personajes como el de la hija mayor, interpretada por una reaparecida Kate Bosworth de la que ya casi nos habíamos olvidado. A Alec Baldwin, por su parte, cuesta más verle con rictus serio, dado el permanente impacto de Rockefeller Plaza exprimiendo una vis cómica que se ha convertido ya en el sello de sus últimos trabajos. Elección de casting curiosa, junto a la de Kristen Stewart, que en las confrontaciones con Moore se muestra convincente, aunque mostrando sus clásicos tics: atusarse el cabello cada dos por tres, morderse el labio o mostrarse incapacitada para la transformación físicac, recurriendo a un estilismo que destaca la presencia de la actriz pero anula al personaje, utilizando exactamente el mismo peinado y fondo de armario que vimos, por ejemplo, en Sils María. Filme interesante, sí, pero que no deja demasiado poso. 60|100. | ★★ |

    A Second Chance

    A Second Chance

    En chance til.
    Dirigida por Susanne Bier.
    Reparto: Nikolaj Coster-Waldau, Ulrich Thomsen, Maria Bonnevie, Nikolaj Lie Kaas, Lykke May Andersen.
    Dinamarca, 2014
    SPECIAL PRESENTATIONS

    La danesa Susanne Bier vuelve, junto a su inseparable guionista Anders Thomas Jensen, para contar la historia de Andreas –interpretado por Nikolaj Coster-Waldau (el Jaime Lannister de Game of Thrones)–, un detective casado y cuya mujer lleva años queriendo tener un hijo, algo que finalmente consiguen tras muchos intentos vanos. Paralelamente, se retrata a una pareja drogadicta que vive en las peores condiciones imaginables y cuyo bebé se revuelca en sus propios desechos, sin nadie que le preste la menor atención. El drama está servido desde el momento en que el hijo de Andreas despierta muerto y, para evitar que su mujer caiga en una depresión, decide cambiar el cadáver por el niño de la pareja heroinómana a la que investiga. Lo que se presentaba como un thriller se desvía inmediatamente hacia el drama familiar de corte duro y de imágenes contundentes. Bier dirige con un pulso firme, sin renunciar a ciertos tics sentimentales inevitables en un relato así, pero manteniendo la atención durante todo el metraje. Ayuda una historia bien construida, que sabe evitar los lugares comunes, intentando ofrecer una reflexión, de fuerte ambigüedad moral, sobre la paternidad y el derecho a las oportunidades, planteando preguntas que planean en la cabeza del espectador a lo largo de todo el filme. Es una de las mayores virtudes de A Second Chance, la capacidad para que te cuestiones la corrección de los actos del protagonista. Bier, a su vez, no juzga y, por eso, consigue ese equilibrio. De lo contrario, la película no tendría la misma eficacia y sería mucho más plana y prescindible. El giro final ayuda a sacar algunas conclusiones, como la idea de que no hay que dejarse llevar por las apariencias, ni tener prejuicios inamovibles sin fundamento. Moralina al más puro estilo Bier pero con un plus de profundidad bastante interesante. A Second Chance, por cierto, se podrá ver en la competición de Donostia Zinemaldia. 70|100. | |

    The Riot Club

    The Riot Club

    Dirigida por Lone Scherfig.
    Reparto: Sam Claflin, Max Irons, Douglas Booth, Jessica Brown Findlay, Holliday Grainger.
    Reino Unido, 2014
    GALAS

    La favorita del día (aparte de la agradable comedia de Anne Fontaine) ha sido, sin duda, The Riot Club. Un brutal dibujo, contado desde su engranaje, de las sociedades universitarias inglesas, de su elitismo, su orgullo y su defensa de unas tradiciones asumidas e incuestionables gracias a su arraigo centenario. Lone Scherfig habla, en concreto, de uno de esos sectarios clubes de jóvenes provenientes de familias ricas, que ejercen de juez y jurado sobre todos aquellos que están debajo de su nivel adquisitivo, dominándolos con dinero y falsas adulaciones. La directora hace sangrar de vergüenza a la juventud más clasista de prestigiosas instituciones como Oxford (y su Club Bullingdon) mostrándola en un ambiente decorado por el salvajismo, la falta de respeto y la altivez. Pero lo hace poco a poco, de manera progresiva, en un drama con toques de suspense que explota en un clímax que pone los pelos como escarpias. Una larga secuencia que tiene lugar en un pub, maravillosamente planificada y corazón de la película, es la que destapa las intenciones de la directora de forma contundente, consiguiendo irritar bastante con lo que exhibe. Sorprende, dado su comienzo tan ligero e, incluso, cómico. El poder como derecho, la bajeza como leitmotiv, eso es lo que Scherfig proyecta en The Riot Club, un grupo de chavales malcriados que llegan a extremos brutales en una vida eternamente lúdica. Una exhalación de rabia, potente y con una conclusión nada amable, que acaba extendiendo su discurso, aunque sea solapadamente, a la mentalidad tradicional de la educación inglesa actual y a la necesidad de aceptación, sacrificando, por el camino, principios que no tienen cabida si quieres formar parte del colectivo. No deja de ser curioso que An Education terminara con una idea pro universitaria muy remarcada y que, en cambio, The Riot Club transmita el reverso: una pérdida de fe absoluta en el mundo, mundano o no. Eso sí, Scherfig deja clara una lección valiosa: los valores aplastan a las serpientes por muchas manzanas que porten. Por ahora, una de las grandes de este TIFF 2014. 82|100. | |

    Shelter

    Shelter

    Dirigida por Paul Bettany.
    Reparto: Jennifer Connelly, Anthony Mackie.
    Estados Unidos, 2014
    SPECIAL PRESENTATIONS

    Paul Bettany estrenaba su debut en la sección Special Presentations con el aliciente destacado de tener a su mujer como protagonista. Jennifer Connelly es la razón de ser de Shelter, un filme de tono dramático alrededor de dos vagabundos de Nueva York provenientes de sitios muy distintos. Ella, drogadicta y de clase alta; él, inmigrante nigeriano creyente. Ambos, engañan a la soledad y al tiempo con una relación circunstancial que les ayudará a salir adelante. Sostenida por un descarnado trabajo de la actriz, acompañada por un solvente Anthony Mackie, la opera prima de Bettany no es una mala película pero comete demasiados errores. El primero, su ambición en el tono, que no le sienta bien a una propuesta tan humilde. Algunas escenas de carácter poético se sienten innecesarias y descontextualizadas. Es interesante que el guión opte por mantener cierto misterio en torno al personaje de Connelly, obviando flashbacks y recuerdos, dosificando la información lo justo. Pero el juego de contrastes entre ambos roles se nota forzado desde el principio, desde esas conversaciones que ambos intercambian acerca de la religión y la fe, y que sitúan al personaje de ella como una nihilista de manual. Por otro lado, dicho papel es una golosina para la actriz, que saca el máximo provecho del material, recordando, en ocasiones, a los pasajes más duros de Réquiem por un sueño, aunque lejos de su tremendismo. Su contenido deja algo indiferente, pero por Connelly vale la pena el visionado. 58|100. | ★★ |

    Gemma Bovery

    Gemma Bovery

    Dirigida por Anne Fontaine.
    Reparto: Gemma Arterton, Fabrice Luchini, Jason Flemyng, Niels Schneider.
    Francia, 2014
    SPECIAL PRESENTATIONS

    La última proyección del día ha sido también la más sorprendente. Pocos esperábamos de Anne Fontaine una comedia tan divertida e ingeniosa, teniendo antecedentes como Coco avant Chanel o Dos madres perfectas, pero la ocurrente Gemma Bovery se ha convertido, por méritos propios, en uno de los sleepers del TIFF. Una de esas películas aparentemente inofensivas que conseguirán el éxito a través de un previsible boca a boca. Ayer mismo, una señora de sesenta y pico años que llevaba asistiendo al festival desde sus comienzos, me la recomendó encarecidamente, defendiéndola con entusiasmo. Parte de la culpa del buen funcionamiento de la comicidad la tiene el guión, adaptación de una novela gráfica de Posy Simmonds que, utilizando como base la obra de Gustave Flaubert, subvierte los resortes y giros de la misma, para reírse de ellos sin faltar al respeto. De hecho, hay más cariño a Flaubert en este largometraje que en la adaptación al pie de la letra que pudimos ver hace unos días.

    El ejercicio comparativo entre ambos filmes ha sido un plus en el visionado, pues se hace evidente cómo el tratamiento de un texto clásico a nuestros días suele dar una perspectiva humorística a rituales y formas de pensamiento que hoy son anticuadas y caducas, aunque eso no pueda aplicarse al personaje de Emma Bovary. Un arquetipo universal, como bien verbaliza ese observador, amante de las tragedias femeninas, encarnado por un Fabrice Luchini que está divertidísimo en su contención. Recurriendo a una cara de circunstancia constante, el actor no deja de expresar su irritado asombro ante el hecho de que su vecina, Gemma Bovery, esté cometiendo en la vida real exactamente los mismos errores que la protagonista de Flaubert. Luchini, percibiéndose a sí mismo como director de orquesta del drama que tiene lugar ante sus ojos, intenta lidiar en las decisiones de Gemma, evitando que cometa esas locuras. Como en la cinta de Ozon En la casa, aquí también se habla de cómo, en ocasiones, tendemos a visualizar la realidad, tiñéndola de ficciones para hacerla más llevadera o adaptarla a las necesidades. Una muesca de ello es su brillante epílogo que, mediante uno de los gags más desternillantes del metraje, derriba todos los planteamientos que la película expone durante unos veloces 100 minutos.

    Pero la complicidad no es exclusiva del libreto. El buen funcionamiento de la trama no sería el mismo sin el buen casting que tiene Fontaine entre manos, especialmente en Gemma Arterton, actriz de sensualidad probada (como bien nos enseñó Neil Jordan con Byzantium), que utiliza todas sus armas con un propósito: enamorarnos. Arterton, por otro lado, hubiera sido una perfecta protagonista de la versión más clásica. Algo que el rol interpretado por Fabrice Luchini subraya, hipnotizado por la belleza de su vecina, imaginando pasajes de Madame Bovary con el angelical rostro de la británica. Arterton, como hiciera en Tamara Drewe, transmite muy bien esa sensación de aburrimiento desencantado teñido de dulzura tan propio de estas producciones, suponiendo la guinda de un pastel tan ligero como logrado. Sin duda, será una de las comedias de este año. 73|100. | |

    Gonzalo Hernández
    Enviado especial al Festival de Toronto 2014



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