Mia Hansen-Løve enamora a Toronto
Crónica de la segunda jornada del Festival de Toronto 2014
Segundo día en Toronto, y empezamos fuerte. Cuatro películas de la Special Presentations con bastante variedad de tonos y temáticas. Por un lado, adaptaciones literarias de dos novelas esenciales, por otro, Europa vista a través de su música, y por último, suspense de la mano de otra de las grandes confrontaciones interpretativas que ha dado el festival hasta ahora, Tom Hardy y James Gandolfini en The Drop. Sin duda, lo más sangrante de la jornada ha sido la condenatoria falta de pasión de Sophie Barthes para dirigir una historia escrita con tanta intensidad como Madame Bovary. Mia Hansen-Løve apareció para recoger los platos rotos y acabó dando uno de los mejores retratos musicales contemporáneos que se recuerdan. Junto al poético recibimiento de James Franco, han sido las dos mejores apuestas de la jornada de hoy. Un día que no ha estado exento de imprevistos. El calor de estos días anima a confiarse, pero Toronto no es España. Aquí hay tormentas de verano cada día, y poco a poco uno lo aprende. Por otra parte, los pases de público nos evidencian que el espectador casual está mucho más entusiasmado por reaccionar a lo que ve que muchos de los periodistas asistentes. En un solo pase, varias risas, aplausos improvisados ante una escena, y mucha implicación. Es evidente que Toronto tiene cariño a su festival. Así pues, comenzamos
EL RUIDO Y LA FURIA | THE SOUND AND THE FURY
Dirigida por James Franco.
Reparto: Jon Hamm, James Franco, Joey King, Dave Franco, Seth Rogen.
Estados Unidos, 2014
SPECIAL PRESENTATIONS
El día nos recibía con la décima película (quién lo diría) como director de James Franco. Actor polifacético y de carácter peculiar, Franco se ha ido labrando una reputación de intérprete ajeno a los cánones y expectativas de Hollywood. A través de sus redes sociales uno tiene acceso a la imagen que quiere dar. Un personaje al que le importan poco las apariencias y el éxito, pues ya las ha conseguido siendo fiel a sí mismo. Con esa misma filosofía ha abordado su carrera en la dirección, adentrándose en el árido universo de uno de los escritores americanos que, a título personal, más me ha costado leer. Las llanuras entre las que se mueve William Faulkner son crudas, áridas, raspan la piel y te hacen sangrar. Su escritura se empapa tanto de la psicología de sus personajes, que la percepción externa es caótica y fragmentada, como la memoria. Sensaciones, imágenes, instantes y un conjunto que siempre se enmarca en el mismo territorio: el Estado ficticio de Yoknapatawpha, reflejo imaginario de lo que en su día fue el territorio del Mississippi, lugar en el que el autor ambientaba un gran número de sus novelas, incluida la que haría más famoso y que ahora ha adaptado a la gran pantalla el actor americano, El ruido y la furia, título extraído de uno de los monólogos del Hamlet de Shakespeare. A través de las crónicas de la familia Compton y su caída en desgracia, James Franco continúa su cruzada para convertirse en el adaptador definitivo de Faulkner. El barroquismo literario del escritor es muy difícil de trasladar a imágenes,. desborda al lector con una sensación de desasosiego que intimida. Es una tarea complicada, y por ello, Franco no se centra tanto en contar la historia según Faulkner, sino filtrándola a través de su propia mirada. El resultado es algo genuino, muy personal, poderoso y de gran vuelo poético, que traiciona la brutalidad que transmite la novela, ofreciendo en su lugar una obra destinada a no hacer amigos. Por lo menos no entre determinado público.
Franco tiene la audacia para hacer suyo lo que ya todos definen como el “el estilo Malick”. El ruido y la furia despertará comparaciones, sobretodo con el genial maestro tejano, en su primer capítulo, el dedicado al pequeño Benji, papel que el intérprete se reserva para sí. Dividida en tres partes, dedicada a cada uno de los hermanos que componen la familia, es inevitable ver cierta irregularidad en el desarrollo. Como toda obra fragmentada, unas historias funcionan mejor que otras, y en parte se debe a la implicación del cineasta. Aunque el conjunto entero funciona, Benji es quién roba la atención. La narración se impregna de su pensamiento, con una mirada subjetiva en sensaciones e imágenes, donde los recuerdos más felices suelen ser los más recurrentes, con una edición que recuerda a la que Tom Tywker llevó a cabo para los instantes más sensoriales de El perfume. Imágenes breves y evocadoras como una flor en la mano, que para Benji son el paso a un recuerdo de infancia. En contraste, los siguientes dos capítulos, dedicados a Quentin y Jason no tienen la misma fuerza. El segundo pierde mucho ritmo y se centra más en la figura paterna, influencia esencial para el hijo mediano; mientras el tercero, y último, añade tensión al ser el personaje más antipático y cruel de toda la familia. En conjunto, toda la obra funciona, conmueve y mantiene la coherencia de tono, pero, sin duda, donde más pasión ha volcado James Franco ha sido en su propio segmento. Es el que demuestra que el actor dirige, no porque le apetezca cambiar de aires, sino porque realmente siente lo que quiere contar. 75|100. | ★★★★★ |
MADAME BOVARY
Dirigida por Sophie Barthes.
Reparto: Mia Wasikowska, Ezra Miller, Paul Giamatti, Rhys Ifans.
Reino Unido, 2014
SPECIAL PRESENTATIONS
Segunda adaptación literaria del día. Ahora, de la esencial novela de Gustave Flaubert. Siempre que pienso en Madame Bovary me acuerdo de aquella escena de Juegos secretos, en la que Kate Winslet defendía a ultranza la dignidad de Emma Bovary como mujer que trasciende las imposiciones sociales de su época para buscar la felicidad a costa de su matrimonio. El desesperado intento de sustituir un vacío existencial con la búsqueda de una felicidad que parece rechazarla de forma continuada. Muchas películas han usado el personaje literario como base para sus heroínas, y. de hecho. en el programa del TIFF hay una de ellas, titulada Gemma Bovery y basada en una novela gráfica del mismo nombre. No lo decimos en vano, Emma es una mujer que se ha ganado el respeto por razones obvias. La narrativa de Flaubert era detallista, y expresaba con mucha minuciosidad los actos de su protagonista. El problema, como siempre en textos clásicos, llega con la mala costumbre de cumplir los protocolos de etiqueta de la adaptación de manual, dirigiendo una poderosa historia sobre el adulterio y la insatisfacción vital, en una desapasionada rutina de cómo deben ser las producciones de época en el cine americano. Sophie Barthes carece de la furia naturalista de Andrea Arnold, tampoco conoce la genuina sensibilidad femenina de Jane Campion, y, mucho menos, los efectistas trucos teatrales del Joe Wright más desatado. Su labor es comedida, como la de una buena alumna que no quiere salirse de los límites más de lo debido. Madame Bovary pide a gritos una efervescencia de la que carece, y la única en el casting que parece algo comprometida con su personaje es Mia Wasikowska. La joven aborda un papel difícil, interiorizándolo a través de una mirada desafiante que, en su aparente inocencia, define muy bien parte de la dualidad interna de Emma. A su alrededor, actores apáticos y algún error de casting sangrante. Leon, el amante, era un buen personaje para muchos actores, pero desde luego no para Ezra Miller, cuya química con la actriz es poco menos que nula. Es una pena, porque esta adaptación podría haber sido una de esas visiones definitivas que dejan asentada la imagen de la obra en el cine. Lástima que haya contado con la dirección equivocada. 58|100. | ★★★★★ |
EDEN
Dirigida por Mia Hansen-Løve.
Reparto: Félix De Givry, Pauline Etienne, Vincent Macaigne, Greta Gerwig.
Francia, 2014
SPECIAL PRESENTATIONS
La propuesta más estimulante del día nos la ha dado Mia Hansen-Løve con su cuarto filme. Tras su premio en Cannes con El padre de mis hijos y su aparición en Locarno y Gijon con Un amor joven, Hansen-Løve se estrena en Toronto con una de sus películas más ambiciosas. La crónica, a lo largo de los últimos 20 años, de la evolución de la música electrónica en Europa, así como el germen de los primeros grupos djs —con Daft Punk como referentes indiscutibles— que, años más tarde, definirían las corrientes de estilo dominantes. A través de la mirada de Paul, un joven adolescente que ejerce de disc jockey aficionado junto a un amigo suyo, la directora hace repaso a lo que ha sido toda la década de los 90 y los 00, parándose en algunos años vitales: 92, 95 97 y 99, llega el 2001, y, se produce un cambio. Pero Hansen-Løve es lo suficientemente inteligente como para obviarlo del mapa, pues todos lo conocemos y no es ése el centro de interés del filme. No hay un retrato socio-político a conciencia, ni siquiera demasiado costumbrismo, sólo un grupo de chavales de fiesta en fiesta que, poco a poco, van cambiando de actitud conforme pasan los años, de un carpe diem diario a un final desencantado. Pero, a través de ellos, somos capaces de ver un reflejo de lo que ha sido nuestro propio recorrido y nuestra propia despreocupación. Los 90 ya han adquirido suficiente distancia en el tiempo como para poder analizarlos en perspectiva, siendo críticos con lo que fuimos entonces, y Hansen-Løve lo sabe. Su película, aunque de una apariencia inocente y puramente musical, encierra en su fondo una lectura que deja un poso triste en el recuerdo. 90|100. | ★★★★★ |
LA ENTREGA (THE DROP)
Dirigida por Michael R. Roskam.
Reparto: Tom Hardy, Noomi Rapace, James Gandolfini, Michael Esper, Matthias Schoenaerts.
Estados Unidos, 2014
SPECIAL PRESENTATIONS
El cierre del día nos lo daba la última película guionizada por el reputado Dennis Lehane. El autor de Mystic River y Shutter Island, ambas adaptadas con éxito a la pantalla, ha encontrado un nuevo hueco en el cine gracias al apadrinamiento que la industria ha hecho de sus servicios como escritor. Él ha sido la estrella de la función, junto a Tom Hardy, en el pase de público al que pudimos asistir en el atestado Teatro Princess of Wales. El público estaba receptivo, ansioso por disfrutar de sus primeras premieres entre las estrellas, y la cinta no defraudó a nadie. Lehane hace brillar un guión en el que su mundo se percibe con claridad a través de su protagonista, un Tom Hardy soberbio, cuyo primo en la ficción fue uno de los gangsters más importantes de la zona. James Gandolfini con un personaje perfecto para una despedida, una especie de Tony Soprano venido a menos, con un final que, tras la desaparición del actor, se percibe un tanto elegíaco. A través de dos tramas paralelas que se acaban uniendo en un final repleto de una comicidad muy siniestra, el guión sigue, por un lado, la relación de Hardy con una chica del barrio a la que conoce por casualidad cuando encuentra un perro en su contenedor, y por otro, las deudas que Gandolfini debe solucionar con el jefe que sustenta su negocio. Michael R. Roskman, nominado al Óscar con su ópera prima, Bullhead, parece haber sucumbido a las mieles de Hollywood con bastante rapidez, y, también, demostrada eficacia. San Sebastián se ha asegurado un buen filme con este fichaje. Seguramente será uno de los thrillers del año. 70|100. | ★★★★★ |
Gonzalo Hernández
Enviado especial al Festival de Toronto 2014