Cuantos de tristeza
crítica de La teoría del todo | The Theory of Everything, dirigida por James Marsh, 2014
Era la más esperada del día, y también una de las más titulares amasaba en la previa al TIFF. Y no ha saltado la sorpresa, The Theory of Everything es una película de premio. La duda residía si conseguiría cumplir expectativas. Y, al final, así ha sido. James Marsh, ganador del Óscar en 2008 al Mejor Documental por Man on Wire, aparecía en la presentación al público en el teatro Princess of Wales acompañado de sus dos actores, los que posiblemente serán las nuevas (y radiantes) caras de la inminente temporada de premios: Eddie Redmayne y Felicity Jones. Ambos se muestran comprometidos con la historia que interpretan y, a pesar de que el filme tiene una referencia clarísima en Una mente maravillosa (A Beautiful Mind, 2001) de Ron Howard, Marsh ha conseguido imprimirle suficiente autenticidad y cariño como para que exhale honestidad y el público empatice. Los resortes de guion son los mismos: una enfermedad degenerativa, el sacrificio y la frustración de la esposa, el genio que se consume mientras el mundo reconoce sus logros, y un último discurso-conciencia sobre el valor del calor humano. La figura a tratar es Stephen Hawking. El ángel guardián, su mujer Jane.
El truco de que todo haya salido bien es que Marsh ha dirigido con un pulso muy clásico, contando el drama del matrimonio con una narración delicada y siempre elegante, que huye de barroquismos para optar por refugiarse en los mejores elementos: unos diálogos bien escritos y unas interpretaciones muy conmovedoras y sentidas. Eddie Redmayne se mimetiza en el personaje como en su día lo hizo Marion Cotillard con Edith Piaf, pero para el actor el trabajo tiene más mérito, si cabe, pues lo hace con su propio cuerpo, con su propio rostro, ayudado únicamente por una coreógrafa que le ayudó a asumir las posiciones, los gestos involuntarios y las manos desencajadas. Es complicado dilucidar qué miembro de la pareja principal merece mayores atenciones. La química entre la pareja funciona y Felicity Jones por fin puede respirar tranquila. Marsh finalmente le ha dado ese papel que, pongo la mano en el fuego, hará despegar a la actriz de una vez por todas, después de varios intentos fallidos. Jones encarna a Jane transmitiendo ese inmenso cariño y melancolía que, por ejemplo, algunos vimos por primera vez con Carey Mulligan en An Education, o con la propia Jennifer Connelly de Una mente maravillosa.
Los aplausos en la premiere fueron sonoros, y fue una sorpresa muy agradable ver cómo la gente reparó en la banda sonora. Y no hablamos de críticos. Cuando el nombre de Jóhan Jóhansson apareció en los créditos, el público lanzó vítores. Poco más tarde, uno de los espectadores preguntaría por el compositor. Escondido entre el patio de butacas, hubiera merecido presentar el filme con su director. Su partitura es parte de la culpa de que The Theory of Everything conmueva como lo hace. El conjunto, a pesar de lo reparos, gana por completo. Y aún reconociendo su evidente parecido a otras muchas películas de este corte, la conclusión es que, si algo se hace bien, hay que reconocerlo. Da igual las veces que se haya hecho antes. Es seguro que a James Marsh este trabajo le supondrá un punto y aparte. Y lo merece. Es más difícil entregar un biopic clásico sin que caiga en el sopor o en la cursilería, que permitirse licencias de autor que acaben dando lugar a una obra excéntrica. | ★★★★★ |
Gonzalo Hernández
Enviado especial al Festival de Toronto 2014
Reino Unido, 2014, The Theory of Everything. Dirección: James Marsh. Guion: Anthony McCarten. Productora: Working Title Films. Música: Johan Johansson. Fotografía: Benoît Delhomme. Reparto: Eddie Redmayne, Felicity Jones, Emily Watson, David Thewlis, Charlotte Hope, Charlie Cox, Adam Godley, Maxine Peake, Joelle Koissi, Zac Rashid, Hugh O'Brien, George Hewer, Georg Nikoloff, John W.G. Harley. Presentación Oficial: Festival de Toronto 2014.