Novísima ola
críticas de 2 otoños 3 inviernos| 2 automnes 3 hivers, dirigida por Sébastien Betbeder, 2013 | ★★★★
La chica del 14 de julio | La fille du 14 juillet, dirigida por Antonin Peretjatko, 2013 | ★★★★
Chico conoce chica, o viceversa, chico se enamora de chica, y viceversa, y ambos intiman, sufren, se pierden, se reencuentran, y acaban viviendo felices y comiendo perdices (o eso nos imaginamos). El resumen de esta historia tan vieja como la Historia ha sido intencionadamente ligero, porque el romance puede ser trágico, y lo es con demasiada frecuencia; pero también puede ser cómico, algo menos frecuente en la vida real, pero en lo que se ha centrado a menudo el cine hasta dar lugar a un subgénero propio: la romcom, o comrom para los amigos. Esta clase de películas es, pues, todo menos marginal, aunque su éxito de taquilla lo suele lograr a costa de traicionar su espíritu: concretamente, en perjuicio de la intimidad propia de toda relación de pareja. Así, el cariño y el celo se transforman en ostentación y ofuscación, y las bromas populares sustituyen los chistes internos. Cierta alteración de cara a la ficción es imprescindible para lograr la complicidad del público, pero estas películas piden más bien alcanzar esa armonía con cada espectador individualmente considerado, no con una masa de seguidores. En definitiva, se trata de separarse de la corriente dominante para recuperar la esencia del buen rollo que puede generar la vida amorosa, al margen de toda una serie de conflictos provechosos para la creación cinematográfica. Esta reflexión quizás podría haberse acortado y aclarado simplemente recordando la contraposición entre cine comercial y cine independiente, aunque no es lo mismo, porque este segundo tipo de cine también tiene sus reglas y parámetros propios. No: hay que ir más lejos, volver a abrazar la marginalidad y revertir los cánones para, como hemos dicho antes con otras palabras, acabar reformulándolos y depurándolos.
Este es el objetivo que en cierta medida se marcó la Nouvelle vague, cuando un puñado de jóvenes cineastas francófonos quisieron desvincularse de la ortodoxia, salir a las calles y rodar (aunque el verbo idóneo sería recrear) sus pasiones. Y ésta es la intención que alienta, además de a otros muchos artistas, a ciertos directores actuales de su misma cultura. El problema es que el panorama hoy en día es más complejo y diversificado que el de los años 50 y 60, y para distinguirse y alcanzar una voz propia, se hace necesario acudir a recursos estilísticos o narrativos llamativos. La excelente y estimulante Declaración de guerra (La guerre est déclarée, Valérie Donzelli, 2011) ha marcado esta tendencia en los últimos años, a la que se han apuntado entre otras 2 otoños 3 inviernos y La chica del 14 de julio. Presentadas ambas en el festival de Cannes de 2013, son películas repletas de nostalgia y desenfado gracias a esa indudable herencia de la Nouvelle vague. La misma se plasma en el existencialismo familiar y la aparente improvisación de sus historias, en el uso de actores y decorados naturales o en el dinamismo de su técnica. Y al respecto llaman la atención ciertos efectos, como el encuadre de 1.37:1 y la voz en off de 2 otoños 3 inviernos; o la cámara rápida y la engañosa cronología de La chica del 14 de julio. Los primeros se mueven en la dirección de la nostalgia y el existencialismo; los dos segundos, en la del desenfado y la improvisación. Pero también se encuentran estas últimas sensaciones en el carácter coloquial y entrecortado del discurso de Betbeder; como tampoco faltan las dos anteriores en la visión evocadora de Peretjatko.
La chica del 14 de julio | La fille du 14 juillet, dirigida por Antonin Peretjatko, 2013 |
En este sentido sería significativo el ambiente en que se conocen los respectivos protagonistas. En 2 otoños 3 inviernos, se chocan literalmente en un parque mientras hacen jogging; en La chica del 14 de julio, cruzan sus miradas en una sala de museo. En otras palabras, en el primer caso el encuentro es más físico y, valga la redundancia, natural; en el segundo, se nos presenta como algo adornado e idealizado. A partir de ahí, el primer metraje transcurre en base a la conexión ya establecida entre los dos personajes; mientras que en el segundo, el objeto de deseo permanece largo tiempo inalcanzable. Pero, curiosamente, las respectivas narraciones también van intercalando las relaciones entre el protagonista masculino y su mejor amigo, y entre la protagonista femenina y su mejor amiga. De hecho, se dibuja a su vez una relación entre los respectivos amigos. Ello confiere a 2 otoños 3 inviernos un marco literalmente episódico, pues la película está dividida en breves fragmentos que van sumando distintas facetas de las experiencias de los personajes, algunas tan cotidianas como el momento en que el protagonista masculino va a la compra; mientras que en La chica del 14 de julio encontramos también una serie de viñetas engañosamente independientes, aunque lo que hacen es anticipar acontecimientos venideros que convergerán en su clímax, como el incidente del mejor amigo en la consulta médica de su jefe. En este último caso, hablar de viñetas es especialmente revelador del tono gráfico que adopta la película, pues sus secuencias se suceden rápida e imperceptiblemente, y predomina el aspecto visual sobre el sonoro, con unos gags que recuerdan a los dibujos animados del correcaminos. En cambio, 2 otoños 3 inviernos es mucho más retórica, y sus capítulos son novelescos, o más bien folletinescos, aunque a primera vista pueda sorprender más su imagen que su escritura, por las mencionadas relación de aspecto y estructura fragmentada.
En cualquier caso, la comparativa entre ambas películas ofrece otras interesantes analogías, empezando quizás por la más anecdótica, y es que los citados protagonista masculino de la cinta de Betbeder y mejor amigo de la de Peretjatko son encarnados por el mismo actor: Vincent Macaigne. La poca gracia física de este intérprete hasta ahora desconocido, acentuada por la desgracia de los nombres de sus respectivos personajes (Arman y Pator), se ve con todo contrarrestada por su patetismo, éste no sin falta de gracia. Estamos en efecto ante un hombre patético, pero con el que resulta increíblemente fácil empatizar, y hacia el que se llega a profesar un extraño cariño. Prueba de ello es su interés amoroso en ambas cintas, a cargo de actrices tan bien parecidas como Maud Wyler y Marie-Lorna Vaconsin. Este comentario no es gratuito, pues por un lado vuelve a evocar algunas chispeantes químicas de la Nouvelle vague y del cine clásico que sus representantes tanto admiraban, y por otro nos muestra que estas nuevas películas no se desprenden del todo (desafortunadamente) de los cánones. Aún así, la balanza se equipara en todos los demás aspectos de la relación: intrínsecos, como el carácter o la cultura; y extrínsecos, como la importancia narrativa. En 2 otoños 3 inviernos, el foco está dividido desde el principio, y ello se refuerza por el hecho de que los dos personajes hablan directamente a cámara en interludios, asegurando que el espectador pueda sentirse identificado con ambos, aunque luego la historia se centre un poco más en Arman. En La chica del 14 de julio, como hemos adelantado la relación tarda más en establecerse, y aunque puede parecer, desde el propio título, que la búsqueda se construye desde el hombre hacia la mujer, la película ofrece casi los mismos momentos en solitario a esta última.
2 otoños 3 inviernos| 2 automnes 3 hivers, dirigida por Sébastien Betbeder, 2013 |
Por otro lado, encontramos en ambas cintas elementos como una alegre musicalidad o una luminosa fotografía, que refuerzan ese optimismo que aquí se impone sobre el patetismo. En el filme de Betbeder, la música es más ligera y heterogénea, con canciones alternativamente conocidas y sentidas, algo más acorde al romanticismo indie; mientras que en el de Peretjatko, es más recargada y homogénea, usada más a modo de leitmotiv, algo en cierto modo más propio de otros géneros. En cuanto a la fotografía, es gozosamente casera en 2 otoños 3 inviernos, como reflejan por ejemplo el intencionado grano de las escenas nocturnas, o la ocasional saturación de la imagen; mientras que en La chica del 14 de julio, es más estilizada, aunque hay momentos intencionadamente amateur, e incluso composiciones recortadas fuera de sitio y lugar. Pero prevalece una parecida sensación estética, que es la de aquellos trabajos que explotan su presupuesto sin que se note y que escapan de la profesionalidad para acercarse a la familiaridad. En definitiva, se alejan de la impersonalidad dentro de un tipo de cine, el de la comedia romántica, en el que hacerlo es cada vez más difícil, cuando debería ser de lo más fácil. | ★★★★★ |
Ignacio Navarro Mejía
redacción Madrid
Francia, 2013. 2 automnes 3 hivers. Director: Sébastien Betbeder. Guión: Sébastien Betbeder. Fotografía: Sylvain Verdet. Música: Bertrand Betsch. Montaje: Julie Dupré. Productora: Envie de Tempête Productions. Reparto: Vincent Macaigne, Maud Wyler, Bastien Bouillon, Audrey Bastien, Thomas Blanchard, Pauline Étienne. Presentación: Festival de Cannes 2013.
Francia, 2013. La fille du 14 juillet. Director: Antonin Peretjatko. Guión: Antonin Peretjatko. Fotografía: Simon Roca. Música: Thomas de Pourquery & Julien Roiget. Montaje: Carole Le Page & Antonin Peretjatko. Productora: Ecce Films. Reparto: Vimala Pons, Grégoire Tachnakian, Vincent Macaigne, Marie-Lorna Vaconsin, Thomas Schmitt, Serge Trinquecoste. Presentación: Festival de Cannes 2013.
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