Toneladas de (in)genio
crítica de Inside Amy Schumer (2013-) | Temporada 2
Comedy Central / 2ª temporada: 10 capítulos | EEUU, 2014. Creadores: Amy Schumer & Daniel Powell. Directores: Ryan McFaul, con sketches de Amy Schumer, Daniel Powell, Neal Brennan, Steven Tsuchida. Guionistas: Amy Schumer, Daniel Powell, Emily Altman, Jeremy Beiler, Neil Casey, Kyle Dunnigan, Kurt Metzger, Christine Nangle, Jessi Klein. Reparto: Amy Schumer, Kevin Kane, Mike Houston, Margaret Rose Champagne, Joe Coots, Victoria Dicce, Kyle Dunnigan, Grace Edwards, Robert Z. Grant, Nina Mehta, Kurt Metzger, Neil Casey, Bray Poor, Rob Lathan, Chris Beetem, Kim Caramele. Fotografía: Jonathan Furmanski. Música: Chris Anderson, Ahmir Thompson.
Desde que Seinfeld (1989-1998) popularizara la idea de las series protagonizadas (y creadas/co-creadas en casi todos los casos) por cómicos que se ganan la vida especialmente con su trabajo haciendo monólogos, la televisión se ha convertido en un campo de experimentación para lo que estos intérpretes puedan poner en pie productos con su nombre. Los hay que siguen el modelo de Jerry Seinfeld y hacen una sitcom sobre su día a día, nutriéndose de historias más o menos reales para relatar su experiencia en el negocio o sus fuentes de inspiración. Esa era la tendencia predominante hasta que llegaron series como Sarah Silverman (2007-2010), donde la protagonista prestaba su nombre al personaje pero no su dimensión pública o una obra maestra catódica como Louie (2010-), que es comedia y drama, es cine y es genial. La serie de Amy Schumer, cómica especializada en autobiográficos chistes de sexo y ligues, tenía que ser algo especial no solo para poder destacar sino para corresponder la volcánica comicidad de la estupenda Schumer. Y lo es. Creada junto a Daniel Powell, Inside Amy Schumer es un híbrido entre comedia de sketches, extractos de una actuación de la protagonista, una desopilante entrevista por capítulo donde charla durante varios minutos con gente de toda índole (una mujer de 106 años, una azafata, compañeros cómicos) y diferentes reacciones de transeúntes a los que Schumer aborda por la calle con divertidas preguntas y reacciona con rapidez en sus réplicas a lo dicho para que el humor no pare de fluir.
La estructura elegida garantiza siempre diversión si uno es afín con la comicidad de Amy Schumer, cuya impronta –y cara– está en cada fragmento del programa. El ingenio constante que recorre los sketches, que son lo que más tiempo ocupa por capítulo, es verdaderamente asombroso, aunque uno podría argumentar que con nueve guionistas esto es normal, pero con nueve talentosos guionistas. Las entrevistas en profundidad a veces naufragan por el empeño constante de la cómica en soltar un chiste por segundo, y lo mismo pasa en ocasiones con los segmentos en la calle, cuidadosamente montados, como los fragmentos del monólogo, para corresponder o presentar el “tema” del episodio o de algún grupo de sketches. La gran diferencia respecto a la primera temporada, magnífica también, es que esta segunda tanda ha estado trufada de cameos sorprendentes y muy divertidos. Paul Giamatti como Dios, que revela ser gay; Zach Braff como un marido de lo más inapropiado; Rachel Dracht como una intensa trabajadora de hotel que vive para complacer; Janeane Garofalo como dietista de los famosos o Josh Charles en dos papeles, parodiando en ambos su trabajo con Aaron Sorkin.
Otra bienvenida diferencia ha sido la evidente confianza de los guionistas en su trabajo, dando como resultado sketches más elaborados, que no sirven la broma en menos de tres minutos, sino que son capaces de contar una mini-historia. No todos los sketches son igual de divertidos, y alguno no funciona (la noche con el mago), pero es inevitable cuando una decena de capítulos ofrecen más de 40 cortos de humor. ¿De qué tratan los sketches? Existen varios tipos, aunque la excusa argumental recurrente es el material de trabajo de Schumer: las relaciones de pareja, la amistad y enemistad femenina, el sexo y bastantes referencial culturales. Muchos cortos parodian series y programas populares de la televisión en un trasunto de hilarante con y sólida crítica social (el sketch sobre el personaje femenino en un videojuego), otros están anclados en el realismo hasta que el chiste de cierre se torna exagerado, y hay otros que son puro desbarre desde el comienzo, con los personajes soltando cosas que todos querríamos poder decir. Los guionistas toman situaciones cotidianas y reconocibles y les dan una sorprendente vuelta de tuerca, con un oído muy afinado para la réplica ingeniosa y ante todo la notable galería de recursos cómicos de la actriz, dispuesta a humillarse sin mesura y parodiar su imagen pública.
Los intérpretes que acompañan a Schumer como una compañía de actores en nuevos roles son perfectos en su avispada vis cómica y su capacidad para actuar con naturalidad ante lo extravagante de las situaciones, algunas directamente demenciales. De vez en cuando algún sketch tocará el cielo de la perfección (“Sexo por compasión con un perdedor en su baile de graduación”, “Terapia de madre y los ordenadores” o “Desastre de despedida de soltera”), pero el nivel general es muy alto, y todos tienen en empaque visual estupendo. La vena políticamente incorrecta del humor de Inside Amy Schumer es uno de los rasgos más refrescantes de una serie que termina su segunda temporada como la primera, sustituyendo la entrevista en profundidad por una actuación musical de la cómica Bridget Everett, maravillosamente inapropiada con una canción sexual cuya ejecución en escena hay que verla para creerla. Comedy Central acaba de renovar la serie, y el abajo firmante cree que ha ayudado la creciente popularidad de Amy Schumer (que estos días se encuentra rodando su primer guión para cine con Judd Apatow como director) para garantizar al menos una tanda de episodios más. Dentro de Amy Schumer se está muy bien y, lo más importante, uno se ríe mucho. | ★★★★★ |
Adrián González Viña
redacción Sevilla