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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica en Serie | Community (2009-2014)

    Community, NBC

    Nuestro mundo es meta

    crítica de Community (2009-2014) | Final

    NBC | 5 temporadas: 97 capítulos | EE.UU., 2009, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014. Creador: Dan Harmon. Directores: Tristram Shapeero, Joe Russo, Anthony Russo, Adam Davidson, Jay Chandrasekhar, Rob Schrab, Justin Lin, otros. Guionistas: Dan Harmon, Chris McKenna, Andy Bobrow, Hilary Winston, Megan Ganz, Andrew Guest, Tim Hobert, Emily Cutler, Karey Dornetto, Adam Countee, Stephen Basilone, Annie Mebane, Tim Saccardo, Jon Pollack, Maggie Mandur, otros. Reparto: Joel McHale, Gillian Jacobs, Danny Pudi, Alison Brie, Yvette Nicole Brown, Donald Glover, Ken Yeong, Chevy Chase, Jim Rash, Richard Erdman, Dino Stamatopoulos, Erik Charles Nielsen, John Oliver, Danielle Kaplowitz, Charley Koontz. Fotografía: Gary Hatfield, James Hawkinson. Música: Ludwig Göransson.

    No ha podido ser. Tras semanas de espera y declaraciones cruzadas, NBC ha decidido no renovar Community por una temporada más. La serie ha terminado así con cinco tandas de episodios y 97 entregas a sus espaldas. Unos números nada desdeñables, especialmente si tenemos en cuenta que ha vivido sus últimas dos temporadas de prestado, 26 capítulos que nadie –y este crítico no exagera al decir nadie– podía prever tras la emisión y tratamiento de la tercera temporada. Lo primero entonces es honrar a la cadena por haberla mantenido en antena, ganando las alabanzas de la crítica a cada paso, una nominación a los Emmy por el guión de Teoría del caos terapéutico (3.4) y haciendo historia televisiva por varias razones. Una supervivencia de lo más apropiada para una serie nada convencional, una de las sitcom más bizarras, adultas y estimulantes de la pequeña pantalla norteamericana. Su peleona existencia es un caso digno de estudio, ya que muy pocas series pueden decir que su creador fue despedido y vuelto a contratar tras una temporada. Además, su apuesta absoluta por el guiño autoconsciente y la referencia popular como manera de entender el mundo la elevan a una categoría diferente no solo en el mundo de las sitcom, sino de la comedia televisiva en general.

    Community comienza cuando un abogado sin escrúpulos debe renovar su título para no perder la licencia. Asiste a una universidad local, donde por una serie de circunstancias formará un grupo de estudio con un conjunto de perdedores, además de la constante presencia de un loco profesor de español –que será la némesis y a la vez amigo del grupo en diferentes encarnaciones a cada cual más improbable, en un evidente esfuerzo por mantener a Ken Yeong en la serie– y el decano de la facultad. Cada personaje es un estereotipo tanto del mundo televisivo como de la vida real, y la serie juega muchísimo con ese carácter de los protagonistas. Cada trama, decisión narrativa y rasgo de los personajes es parte de un juego interactivo como pocos que hace que Community sea toda una experiencia. Se sitúa en un mundo muy cercano a la realidad –donde todos estamos intoxicados por la ficción en mayor o menor medida– y es capaz de profundizar en aspectos dramáticos de la vida del grupo protagonista (Shirley es ex-alcohólica, Abed roza la enfermedad mental, Jeff fue abandonado por su padre), o de los ocasionales secundarios de peso, como Todd en Urología lupina básica (3.17), y que nunca chirríe. La serie ha usado en varias ocasiones la animación como metáfora de los problemas personales de algún protagonista, sin tomar además al espectador por idiota con una explicación obvia del asunto en cuestión.

    Community, NBC

    La apuesta de la serie, bastante inédita hasta la fecha y que le da una originalidad constante, admite cualquier tipo de trama. Es mérito del creador Dan Harmon y los guionistas el haber creado un universo tan especial, con reglas particulares pero transparentes y una amplia gama de recursos cómicos, empezando por un estupendo reparto del que destacan por derecho propio Alison Brie y el oscarizado Jim Rash, pero en el que nadie está por debajo de la excelencia. Y como en una película de Woody Allen o una serie de Aaron Sorkin, en Community a veces dejan entrever que en el fondo están contando una historia sentimental, así que apartarán momentáneamente el ingenio constante de su artefacto motor y dejarán que lo romántico, a veces hasta cursi, tome el control. Son los legítimos peajes (otra vez, plenamente autoconscientes) de jugar con los códigos de la sitcom, lo bueno y lo malo. Como peaje es que se usen unos tópicos de los que luego es muy difícil despegarse (aquí, es ver como Jeff da sus discursos, cómo Abed roza lo exasperante o los personajes evolucionan a pasos minúsculos). No es una concesión, porque forma del ADN de la serie, pero sí es un punto débil por lo obvio de algunos de esos momentos. El otro problema que presenta es el progresivo ensañamiento con el personaje de Britta, más tonta e inútil cuanto más avanzaba la serie.

    Por suerte, son pocos defectos en estos 97 episodios de puro goce, que harán las delicias de los que –como el que esto suscribe–, tengan la ficción televisiva y cinematográfica como parte integral de su vida. Los patrones de comportamiento son parodias del desarrollo de los estereotipos, y aun así estamos ante un grupo de gente que desprende verdad. El pacto de credibilidad con el espectador no se rompe, ya que los rasgos no implican a los intérpretes, sino al mundo del espectáculo. Nada ni nadie está a salvo de la referencia más o menos explícita en esta sitcom rodada como cine en más de una ocasión y con la increíble capacidad de introducir, desarrollar y cerrar historias alucinantes sin pasar de 22 minutos o el ocasional capítulo de dos partes. Esto se puede ver especialmente en Almohadas y mantas (3.14), Desarrollo de aplicaciones y condimentos (5.8) o los dos episodios del falso documental. Running gags con diferentes grados de sutileza y el desarrollo de una densa pero accesible mitología (el paintball) hacen de Community algo único. Ha demostrado siempre una saludable ambición sin titubeos, probando diferentes cosas. Ninguno de los personajes protagonistas tiene desperdicio.

    Community, NBC

    Como toda serie de problemática existencia, ha habido problemas. Chevy Chase, que se ha dado a conocer para toda una generación de espectadores con su personaje de Pierce Hawthorne, fue despedido tras la 4ª temporada por dificultar la vida en el plató, y como ya se ha dicho el creador fue sustituido tras tres temporadas y vuelto a contratar cuando llegó la renovación sorpresa de la 5ª tanda. La potente presencia de Harmon en las redes sociales y la manera en que Community conecta con un sector del público llevaron a una especie de consenso social que influyó mucho en que NBC le devolviera el puesto (de hecho, el arranque de temporada se titula Repiloto (5.1), aunque los nuevos responsables habían cerrado la historia principal de los personajes, que se graduaban en cuatro años. Aunque muchos fans masacraron la notable temporada sin Harmon y su co-showrunner Chris McKenna al frente, este servidor cree que más por una rabieta que por un bajón real de calidad, la serie nunca pudo recuperar la gloria de las tres primeras temporadas. Donald Glover decidió abandonar la serie, firmando por cinco episodios para darle a su personaje una salida digna, y los responsables recuperaron al personaje del hilarante John Oliver y suplieron la baja de Chase con Jonathan Banks, que demostró una excelente vis cómica con un personaje sólido. Entre lo mejor de la última temporada se encuentra el hecho de que hizo lo que muchas sitcom saben hacer, usar estrellas invitadas de prestigio de maneras inesperadas (con mención especial para Walton Goggins (uno de los atractivos de Justified), Mitchell Hurwitz y Vince Gilligan, creadores respectivamente de Arrested development (2003-) y Breaking bad (2008-2013).

    Pero fuera de historias del detrás de las cámaras, lo importante es que la serie hacía reír, y mucho. Con historias frescas, diferentes trucos y originales vueltas de tuerca a tramas clásicas. Un enfoque casi épico para tratar el día a día de un grupo de personajes muy bien descrito y que acaba cumpliendo la máxima en comedia amable: la “familia” disfuncional formada por los amigos es en la que se puede ser uno mismo. Frente a la entendible queja de que todo está inventado y nada puede sorprender, series como Community demuestran que quedan algunas miradas novedosas en la industria del entretenimiento. No se inventa nada, pero el sostenido enfoque cómico de la serie la convierte en una comedia muy especial. Tanto, que a un servidor no le extrañaría encontrarse la noticia en un tiempo de que habrá más episodios de alguna otra forma. El mundo de Community, nuestro metamundo, ya ha echado raíces y tiene su legado. La charla entre Abed y Annie en el desenlace de la temporada, y parece que finalmente de la serie, es toda una declaración de intenciones. Y eso es canon. | ★★★ |

    Adrián González Viña
    redacción Sevilla

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