Divertido ejemplo de ensayo y error
crítica de Brooklyn Nine-Nine (2013-) | Temporada 1
FOX / 1ª temporada: 22 capítulos. | EE.UU, 2013, 2014. Creadores: Michael Schur & Dan Goor. Directores: Craig Zisk, Julie Anne Robinson, Phil Lord, Christopher Miller, Troy Miller, Jason Ensler, Dean Holland, Peter Lauer, Beth McCarthy Miller, Jorma Taccone, Jake Szymanski, Julian Farino, Michael Blieden, Michael Engler, Tucker Gates, Fred Goss, Victor Nelli, Jr., Ken Whittingham, Akiva Schaffer. Guionistas: Dan Goor, Michael Schur, Norm Hiscock, Luke Del Tredici, Laura McCreary, Lakshmi Sundaram, Prentice Penny, Gil Ozeri, Gabe Liedman, Lesley Arfin, David Quandt. Reparto: Andy Samberg, Andre Braugher, Terry Crews, Melissa Fumero, Joe Lo Truglio, Stephanie Beatriz, Chelsea Peretti, Joel McKinnon Miller, Dirk Blocker, Marilu Hener. Fotografía: Giovanni Lampassi, Barry Peterson. Música: Dan Marocco.
Las primeras temporadas de las series, y esto se cumple especialmente en las comedias que se emiten en abierto, son campos de experimentación. Si los involucrados tienen la confianza y el tiempo suficiente, navegarán hasta llegar al tono justo de la mejor materia que pueden ofrecer. Decimos que en abierto sucede más esto porque la influencia de la publicidad y la necesidad de atraer audiencias millonarias hace que las series tengan una narrativa episódica de tramas generales, que avanzan despacio porque conviven con historias autoconclusivas. La normativa estadounidense recoge límites con respecto a la manera de mostrar el sexo, la violencia –aunque se es más permisivo en este campo– y el uso del lenguaje que se haga. Con todo esto en mente, hay que complacer al espectador medio. El factor de la seguridad no cuenta, ya que uno pensaría que el co-creador Michael Schur (que trabajó en la The office (2005-2013) americana antes de llevar su propia serie, Parks and recreation (2009-), de la que también sale el otro co-creador de Brooklyn Nine-Nine, Dan Goor) tienen las suficientes tablas en el oficio. Y las tiene, pero eso no quita para que sepa automáticamente qué funciona. Y menos mal. A lo largo de estos 22 episodios hemos sido testigos de diferentes dinámicas, emparejamientos de personajes y regulaciones tonales de su comicidad. El resultado final es un boceto de lo bueno que podría ser, con alguna sorpresa incluida. Lo importante es si hace reír. Y lo hace.
Las primeras impresiones que dejó el piloto hacían temer que el personaje protagonista, interpretado por el estupendo ganador del Globo de Oro al Mejor actor de comedia Andy Samberg, fuera demasiado cargante. Su interés por realizar su trabajo de policía de la mejor forma posible contrastaba con sus actitudes infantiles, así que se caminaba por una peligrosa línea. En los primeros episodios se definieron los perfiles del grupo protagonista, que fueron modulados en algunos casos a lo largo de la temporada. Afortunadamente se abandonó pronto la estructura del enfrentamiento semanal entre la insubordinación de Jake y la rectitud de Holt (hilarante Andre Braugher), y se dejó respirar más a la red de relaciones interpersonales. Cada personaje tiene sus peculiaridades y de ello se extrae el jugo cómico, al enfrentarlas a las circunstancias de cada historia. Todavía se podía ver el artificio tras algunas decisiones, como fichar a la cómica Chelsea Peretti para el papel de Gina y que ésta sea una fuente de chistes constante, pero nunca un ser humano factible; o la pareja de secundarios Scully & Hitchcock, puro desahogo cómico sin sustancia.
Uno de los puntos más originales y positivos de Brooklyn Nine-Nine es su apuesta por crear un ambiente creíble. No estamos ante una parodia de las clásicas series policiacas con Nueva York como telón de fondo, modelo la franquicia Ley & Orden. Para garantizarlo, el reparto se entrenó con la policía de verdad y los casos de los capítulos se resuelven de forma viable, sin dejar que la resolución quede ensombrecida por un chiste. Son casos de lo más simples, eso sí, pero hay mucho que hacer en 21 minutos por episodio y esto es ante todo una comedia. Una comedia que logra integrar las reglas de las sitcom sin forzar la maquinaria y que veamos los hilos de los responsables. Con una sala de guionistas llena de gente cuyos nombres hemos visto en otras comedias de los últimos años, los chistes están bien perfilados y mejor servidos por un grupo de intérpretes donde Joe Lo Truglio ha terminado por devorar a sus compañeros. Ha sabido aprovechar las capas de patetismo de Charles y componer a un bufón que acaba siendo tan adorable como imprevisible. Como curiosidad, destacar que Jorma Taccone y Akiva Schaffer, componentes junto a Samberg del divertidísimo grupo de rap cómico The Lonely Island, ha dirigido cada uno un episodio de la serie.
La serie se ha beneficiado de esa experimentación de la que hablábamos porque así ha renovado las tramas con periodicidad, sin estancarse en ideas fijas durante una veintena de episodios y unos siete meses de emisión. El tratamiento de la homosexualidad de Holt, el cuelgue entre Charles y Rosa, la suspensión de Terry y la progresiva relación amor/odio de Jake y Amy se han integrado en una mitología que crece en cada episodio sin que agobie mucho al seguidor. Signo de que se están haciendo bien las cosas. Su apuesta por tocar temas reales de la profesión con un vistazo cómico y de puro disfrute –criminales que a veces escapan, ciudadanos que intervienen en el trabajo policial, inmunidad de los poderosos, oficiales que se atribuyen mérito ajeno– ha servido un pequeño cliffhanger como cierre de temporada, con el comienzo de una operación encubierta del protagonista. Y esto se combina con un conocido chiste sobre lo malo que es el alcohol tras una ruptura. Analizados en conjunto, ambos gags son la perfecta metáfora del espíritu híbrido de la flamante ganadora del Globo de Oro a Mejor comedia, un premio que ha ayudado a que FOX confíe lo suficiente como para renovarla por una segunda temporada. Veremos si se siguen probando cosas o si el tono está ya afianzado. | ★★★★★ |
Adrián González Viña
redacción Sevilla