Ovejas y familias
Crónica de la séptima jornada de la Berlinale 2014 | Críticas de La tercera orilla, No llores, vuela,
Black Coal, Thin Ice y The Lamb
Séptimo día en la Berlinale y aparecen las buenas películas en la Sección Oficial. La primera de ellas, La tercera orilla, es, sin duda, lo mejor de la jornada (y de la competición). Sorprendente obra argentina que disecciona la institución familiar del país con una sutilidad que requiere cierta atención. Ya ha sido calificada por algunos medios españoles como “obra maestra”, y podría ser una poderosa candidata a encabezar el palmarés, aunque ya sabemos que la sensibilidad alemana está muy alejada de los ambientes latinos y, sinceramente, se nota bastante en los pases de películas hispanas. Sería una lastima que eso la dejara en el olvido porque es una de las sorpresas del festival. Acto seguido llegó una de las obras que más expectativas aglutinaba: el nuevo trabajo de la peruana Claudia Llosa titulado No llores, vuela. Todos queríamos comprobar si la cineasta había conseguido amoldarse al cambio idiomático con éxito, y aunque ha habido un intento loable y con sus pequeñas perlas, lo cierto es que la sensación general ha sido de leve decepción. La de una obra más convencional de lo debido para una directora tan prometedora y particular como Llosa. Tras la necesaria pausa, el terror. Y no genérico, sino personal. La hora de comer suele ser la peor hora de un festival en el que debes abarcar, mínimo, cuatro películas y el filme programado a esa hora, ya lo he dicho antes, es clave. En esta ocasión fue la apuesta asiática del día. Cinta china dirigida por Yinan Diao, con ribetes de cine negro de tintes excéntricos que consiguió captar las atenciones merced a un trabajo visual muy interesante y a una trama entretenida de final, como no, desconcertante. Finalmente, joya en la sección Panoram: The Lamb. Cinta turca carente de moralismos, cargada de mucho humor y con una sencillez conceptual y formal apabullante que arrancó aplausos y ovaciones en el Zoo Palast. Una pequeña delicia, muy divertida, de un cineasta que repite en Berlín después de quince años. Final inmejorable, y muy tierno.
La tercera orilla (The Third Side of the River)
Argentina / Alemania / Países Bajos
Dirigida por Celina Murga (A Week Alone, Ana and the Others, Normal School)
Intérpretes: Alian Devetac, Daniel Veronese, Gaby Ferrero, Irina Wetzel, Dylan Agostini van del Boch
Premiere Mundial
La segunda presencia argentina en la Berlinale tras la propuesta de Benjamin Nashtiat, Historia del miedo, llega de la mano de la directora Celina Murga, y arriba, además, amparada bajo un nombre de peso: Martin Scorsese. El cineasta de Queens es un asiduo a la hora de apoyar a promesas emergentes y que conoció a Murga en 2007 con el estreno de su tercer largo Una semana solos, donde ya diseccionaba la cotidianidad de cierto sector argentino de clase media alta, en la linea de las ofrecidas por el propio Nashtiat. Algo que confirma el interés que hay en el país suramericano por indagar en la situación y el esquema de poderes de una parte de su sociedad. En el caso de Murga, adentrándose en el corazón de una familia de varios miembros, donde el hijo mayor, foco desde el que se perciben todas las acciones, es el eje sobre el que la cineasta construye un ariete dispuesto a derrumbar las convenciones de un mundo cotidiano que todavía sigue siendo peligrosamente patriarcal. Pero lo hace desde una sutilidad de decisiones que puede ser difícil de captar si no se presta atención al detalle. Nicolás observa a su padre con resentimiento, y ninguno de sus hijos se dirige a él con la cercanía y confianza que serían lógicas sino con distancia e incluso cierta extrañeza. Le llaman por su nombre casi como si hablaran de alguien que no conocen.
Los adolescentes en Argentina son puestos en una posición de responsabilidad delicada cuando cumplen 15 años. Ellos empiezan a asumir un rol adulto en la familia, y ellas se convierten “oficialmente” en mujeres mediante la tradición de la Quinceañera. Murga marca los convencionalismos familiares y las tensiones que se crean en los juicios silenciosos de Nicolás hacia su padre, al que respeta pero al que observa insistentemente, acumulando una ira cada vez mayor. La directora no se preocupa demasiado por crear grandes desencuentros a voz en grito. De hecho, la totalidad de la película se mueve entre la plasmación simple y carente de efectismos de una vida cotidiana de apariencias serenas y respetuosas. En la busqueda de esa sencillez, Celina Murga encuentra un discurso notable, de entramados complejos, alrededor del funcionamiento de los principios familiares de su país. Es un ejercicio de buen gusto, sutil y nada condescendiente, sobre la independencia de unos valores todavía presentes en Argentina. ★★★★★ (80|100)
NO LLORES, VUELA (Aloft)
España / Canada / Francia
Dirigida por Claudia Llosa (The Milk of Sorrow)
Intérpretes: Jennifer Connelly, Cillian Murphy, Mélanie Laurent
Premiere Mundial
La segunda propuesta de Sección Oficial del día venía de la mano de la peruana Claudia Llosa y era uno de los filmes que más curiosidad despertaba en la Berlinale, principalmente por comprobar si su directora había conseguido traspasar su estilo al cambio idiomático con éxito, o si por el contrarío, había acabado entregando una historia de tintes más estereotipados de los esperados. Los derroteros finalmente se han decantado por la última vía, y es que aunque en el pase de prensa sonaron aplausos, a estas alturas no costará intuir que el postureo forma parte intrínseca de la audiencia de la Berlinale. Llosa entrega una historia con reminiscencias de trabajo televisivo. La relación entre una madre con sus dos hijos, uno de ellos enfermo que, a raíz de un hecho traumático, acaban distanciados. El hijo ha crecido y se ha convertido en un reconocido cetrero, objetivo de una periodista francesa, personaje algo accesorio, que decide convencerle para encontrarse con su madre. Llosa va alternando pasado y presente, con la intención de llegar a un clímax en el que acaben confluyendo todas las catarsis: El accidente y el encuentro.
El planteamiento esta bien pensado pero la formula es de sobras conocida y aunque la cineasta lo adorne todo con decoraciones espirituales, ninguno de estos abalorios disimula una trama llevada con mucha autoindulgencia y bastante buenas intenciones. Curioso porque los primeros minutos llevan a engaño. La suciedad de una fábrica y la imagen de un cerdo pariendo al que le sacan el bebe a la fuerza se monta con un corte brutalmente seco hacia una escena de sexo que impresiona en el contraste de situaciones. Ahí la cinta promete pocas concesiones pero el carácter se disipa pronto y la suavidad de tonos acaba marcando estilo y personajes. La madre no consigue encontrar empatía, ni siquiera con sus imperfecciones, y tiene mérito que la actriz Jennifer Connelly consiga levantarlo con una interpretación de una dignidad absoluta, que arrasa con el filme entero. Ella es el corazón de la película, incluso aunque su rol no la acompañe. La cineasta se esfuerza por crear un ambiente de una naturaleza omnipresente, ya no sólo mediante la localización escogida sino a través del sonido, elemento intensificado sobretodo en exteriores, cuando Cillian Murphy y Mélanie Laurent, en su periplo a través de un desierto ártico, cruzan un lago congelado que cruje bajo sus pies amenazando con romperse. Llosa contextualiza bien una historia con pocas aristas. No convence y no implica al espectador. Se pierde en afanes espirituales y sus intenciones quedan estancadas en mitad del hielo. ★★★★★ (65|100)
Bai Ri Yan Huo (Black Coal, Thin Ice)
República Popular de China
Dirigida por Yinan Diao (Night Train, Uniform)
Intérpretes: Fan Liao, Lun Mei Gwei, Xuebing Wang
Premiere Mundial
Yinan Diao guionizó hace unos años un filme chino que cosechó un gran éxito en festivales de todo el mundo. Titulado La ducha, abordaba una historia en la que se hablaba de los contrastes existentes en el país entre una juventud que se occidentalizaba a pasos agigantados y una generación ya en plena decadencia. Ahora, Diao se ha labrado una carrera como cineasta, y Black Coal, Thin Ice, constituye ya su tercer largo y su debut en Berlín. Siguiendo la estela de cierto cine negro asiático que viene conquistando occidente en los últimos años, la cinta cuenta un relato criminal muy clásico abordado desde una óptica que lo hace particularmente chino, con sus excentricidades y humor tan particular. En las distintas plantas de reciclaje del país están apareciendo pedazos de un mismo cadáver. Víctimas que se van multiplicando, relacionadas todas con la misma mujer.
Diao pone en marcha la investigación como punto de anclaje, pero el contexto de la misma acaba interesando más que el crimen en sí, trama que tampoco se enreda demasiado y avanza con brío y sin demasiadas vueltas. Como toda cinta de cine negro, el contacto del policía con la “femme fatale” de turno marca el auténtico centro del relato. En mitad de la noche, tras los neones rojos y amarillos, estos dos personajes se persiguen el uno al otro, intentando justificar sus acercamientos. Rostros saturados de color deambulan enmarcados por una fotografía de imagen muy limpia, que se cierra sólo cuando el policía y su testigo están juntos en un coche, en una calle, o en la cabina de una noria parada. Aunque tuvo la mala suerte de estrenarse en la sesión del diablo (vease las 3 o 4 de la tarde), Black Coal, Thin Ice fue recibida con aplausos. Una propuesta muy a tener en cuenta, rodada con oficio y visualmente interesante. ★★★★★ (68|100)
THE LAMB (KUZU)
Turquía, Alemania
Dirigida por Kutluğ Ataman
Intérpretes: Güven Kiraç, Serif Sezer, Taner Birsel, Nesrin Cavadzade.
Panorama
En la estimable sección Panorama hemos visto una de las mejores creaciones del día. La del cineasta turco Kutluğ Ataman, que regresa a Berlín después de quince años de su primera aparición en el certamen con Love + Blind. Y lo hace, entregando una historia de una simplicidad apabullante, pero muy divertida y carente de intenciones moralistas. Mert va a pasar la ceremonia de circuncisión, tradición que exige la celebración de un banquete en honor del niño, cocinando un cordero, lo único que la familia no tiene. Mientras el padre se esfuerza en su búsqueda, Vicdan asusta a su hermano diciéndole que, en caso de que finalmente no consigan al animal, Ismail deberá sacrificar a su propio hijo para la comida, cortándole la cabeza y colgándole de un árbol. Asumiendo como real la broma de su hermana, Mert luchará por no acabar convertido en cordero. A través de un esquema familiar básico, Ataman abre una vía a un humor carente de juicios morales aunque no carente de una autocritica muy sana, alrededor de los papeles de hombres y mujeres y las costumbres arraigadas en las zonas rurales.
El director no recarga, ni subraya, ni dramatiza en exceso. Opta por una ligereza que al relato le sienta de maravilla, alejándolo de afanes aleccionadores, y optando por unos planos abiertos que, en mitad de ese tono cómico, contextualizan la historia en un marco paisajístico impresionante. Ataman tampoco se ata a un único punto de vista, decisión que no habría desentonado. En su lugar opta por abrirse a ese núcleo, saltando del padre a la madre, a través de la hermana o Mert, con una fluidez en la que el espectador se siente cómodo y por tanto lleva de forma agradable. En mitad de esta atmósfera cargada de frescura, el director sorprende en los últimos minutos introduciendo una conclusión cargada de poesía que rompe con lo establecido hasta entonces. Tiene su lógica, pero sorprende por ambiguo y por abierto. Tal vez puedan achacársele algunos detalles de guión que dejan preguntas en el aire, omitidas mediante elipsis estratégicamente situadas, pero son cuestiones menores en una cinta que deja un sabor de boca agradable, aunque algo melancólico a su término. Se llevó ovación en su pase de prensa en el Zoo Palast, convirtiéndose como otra de las apuestas fuertes de la sección Panorama. ★★★★★ (78|100)
La protagonista del día|
Gonzalo Hernández
envíado especial a la 64ª edición del Festival de Berlín
La protagonista del día|