Retrato del artista fracasado
crítica de A propósito de Llewyn Davis | Inside Llewyn Davis, de Joel Coen & Ethan Coen, 2013Desde que debutaron en la dirección con Sangre Fácil allá por 1984, Joel y Ethan Coen han gozado, casi unánimemente, de las alabanzas y el éxito entre la crítica y el público. Quizás por eso resulta como mínimo paradójico que hayan dedicado su última película a un tema -o temas- tan ajeno a ellos como el de los genios ocultos y las oportunidades perdidas. Inside Llewyn Davis se abre con el protagonista, encarnado por Oscar Isaac, entonando más que bien un clásico del folk cual es Hang me, oh hang me. A partir de ahí, la decimoctava película de los hermanos Coen se convierte en un homenaje a todos aquellos artistas que se quedaron a las puertas del éxito, unos por no ser capaces de asumir el precio a pagar por él, y otros simplemente por haber llegado demasiado pronto. Como Llewyn Davis, ese cantante cínico e irresponsable, pero también poético y profundamente triste encarnado de forma magistral por Isaac, cuya nominación al Oscar debería estar más que asegurada y que demuestra aquí que merece más que los papeles secundarios que Hollywood le ha destinado hasta ahora (de Ágora a Drive, pasando por el Robin Hood de Ridley Scott o la infumable Sucker Punch).
La película abarca una semana en la vida de Llewyn Davis (Isaac), un cantante de folk neoyorquino de principios de los '60. Deprimido, furioso bajo su aspecto de estar de vuelta de todo y sin un céntimo en el bolsillo, Llewyn se arrastra de sofá en sofá, confiando en la bondad de los extraños, que diría Blanche DuBois, poniendo patas arriba la vida de todo el mundo y sin tener claro si seguir o no en un mundo, el de la música, que parece darle la espalda a pesar de -o tal vez debido a- su notorio talento. Ése es el punto de partida para hablar del éxito y del fracaso, del momento en que la posibilidad del primero se convierte en el segundo, y de cómo y cuándo decir “hasta aquí hemos llegado”, si es que tal cosa es posible. Temáticamente, pues, no está demasiado alejada de Barton Fink (1991), pero a nivel emocional y visual, se acerca mucho más a esa pequeña joya que fue Un tipo serio (2009) —que, al igual que el propio Llewyn Davis, pasó prácticamente desapercibida—, salpicada por unas gotas del Woody Allen de Acordes y desacuerdos (1999) y Broadway Danny Rose (1984).
Como suele pasar siempre en la obra de los Coen, la pieza central de la película son sus actores. Poco podemos decir de Oscar Isaac que no hayamos dicho ya. El actor guatemalteco dota a Llewyn Davis de un extraño y no siempre perceptible carisma, de una mezcla de vulnerabilidad herida y de personalidad irritante nada fácil de equilibrar. En cualquier momento podría caer hacia uno u otro lado, lo que hubiese resultado desastroso; sin embargo, Isaac anda por el filo de la navaja sin dar un sólo paso en falso, combinando momentos de enorme profundidad con otros de comedia sutil que valen su peso en oro, y escenificando con el gato Ulysses la mejor historia de amor humano-animal desde la de Jean Dujardin y el perrete Uggie en The Artist (2011). Alrededor de Isaac, encontramos a una serie de excelentes actores en pequeños y brillantes papeles: desde Carey Mulligan, haciendo por fin algo distinto a su papel estándar y soltando tacos cual camionero de Texas, a un sorprendente Justin Timberlake, demostrando que su pasado de ídolo musical adolescente no es obstáculo para convertirse en un actor solvente y de cierto empaque. Su presencia, igual que la —brevísima— de F. Murray Abraham (el mítico Salieri del Amadeus de Milos Forman), no es casual en esta historia sobre el éxito y el fracaso en el mundo de la música. El único que no se ve arrastrado por el huracán Isaac es, claro está, John Goodman, cuya sensacional aparición de apenas 10 minutos, acompañado de un casi mudo y jackkerouackesco Garrett Hedlund, proporciona algunos de los momentos más divertidos y canallas de la película.
Ellos, que son el corazón de la película, son envueltos por la espléndida fotografía de Bruno Delbonnel (responsable de la ultraimitadísima fotografía de Amélie), que consigue reflejar a la vez el frío cortante de Nueva York y Chicago en lo más crudo del crudo invierno, y la cálida luminosidad de los hogares y lugares por los que pasa Llewyn, hogares y lugares a los que nunca pertenecerá. Cromáticamente, nos movemos de Fargo (1996) a O Brother! (2000) y viceversa, un espectro que contribuye a realzar el aire melancólico de la historia, por unos u otros motivos. Melancolía que también se ve realzada por su fantástica banda sonora, producida al alimón por T-Bone Burnett (quien ya colaboró con los Coen en Ladykillers y O Brother!) y por Marcus Mumford, del grupo Mumford & Sons y pareja precisamente de Carey Mulligan. Regada por una larga lista de clásicos populares del folk, la banda sonora de Inside Llewyn Davis es toda una carta de amor al género que hicieron grande Woody Guthrie, el trío Peter, Paul and Mary o, sobre todo, Bob Dylan (objeto de un brillante gag al final del filme). Y sólo por eso —y porque Oscar Isaac es un cantante sensacional—, una de las mejores bandas sonoras que escucharéis en todo el año. Inside Llewyn Davis es tan cruel y melancólica como cálida y envolvente. Es el equivalente a entrar en un agradable café en una tarde de invierno... y luego tener que volver a salir a la calle. Es un retrato sobre la amargura del fracaso parido por dos directores de enorme éxito. Mordiente y conmovedora. Y merece, mucho más que otras (ejem, Valor de ley, ejem), figurar entre las mejores películas de los Coen. ★★★★★
Judith Romero
redacción Londres | enviada especial al BFI London Film Festival.
Estados Unidos, 2013. Directores: Joel Coen y Ethan Coen. Guión: Joel Coen y Ethan Coen. Productora: Anton Capital Entertainment (ACE) / Mike Zoss Productions / Scott Rudin Productions / Studio Canal. Presentación: Festival de Cannes 2013. Fotografía: Bruno Delbonnel. Montaje: Roderick Jaynes (Joel Coen y Ethan Coen). Intérpretes: Oscar Isaac, Carey Mulligan, Justin Timberlake, John Goodman, Garrett Hedlund, F. Murray Abraham, Ethan Phillips, Robin Bartlett, Max Casella.