Solomon en los infiernos
crítica de 12 años de esclavitud | 12 Years a Slave, de Steve McQueen, 2013.
Qué gran director es Steve McQueen. Con sólo tres creaciones ha conseguido retratar un espectro de emociones mayor (y mejor) que muchos que llevan 30 años en esto del cine. Sus películas son tan descarnadas, tan certeras, que duelen. Ver cualquiera de ellas es una experiencia que no deja a nadie indiferente, y casi me atrevo a decir que deberían ser de obligada visión para todo el mundo. Con 12 años de esclavitud, su obra más comercial hasta la fecha, ha creado uno de los relatos más aterradores, brutales y emotivos sobre una época que en Estados Unidos (casi) todo el mundo parece querer olvidar; una época en la que un puñado de personas tuvieron poder sobre la existencia de otras en virtud únicamente del color de su piel. Lo hace a través de la historia de Solomon Northup, quien, a pesar de ser un hombre libre, fue secuestrado y vendido como esclavo, condición en la que pasó los siguientes doce años de su vida, pasando de amo en amo y encontrándose con todo tipo de situaciones y personas en su camino.
McQueen no nos ahorra nada: ni una palabra, ni una humillación, ni un golpe. Y consigue hacerlo sin que resulte sensacionalista ni morboso. Pero sí extremadamente doloroso, en todos los sentidos de la palabra. Hay escenas en las que el espectador no puede más que retorcerse en la butaca, con los pelos de punta por el horror, la rabia, la impotencia ante la atrocidad que está contemplando, y que, en muchos casos (la mayoría), sólo se llega a ver de refilón. Porque McQueen sabe dosificar lo que tiene entre manos para no caer en el efectismo barato, y a veces sólo un sonido, un rostro o una mirada pueden ser más indicadores del horror que una imagen explícita. Y qué miradas. Las de tres actores, con diferentes grados de fama, que paren tres personajes extraordinarios. Empezando, claro, por Chiwetel Ejiofor, actor bastante conocido en el Reino Unido (era el marido de Keira Knightley en Love Actually), cuya enorme expresividad —¡esos ojos!— es capaz de contarlo todo, incluido aquello que no quieres saber. Siguiendo por la desconocida Lupita Nyong'o, que no sólo sale airosa de su cara a cara con un reparto brutal y en estado de gracia, sino que compone el personaje más trágico y doliente, el más directo al hueso de toda la película. Si esta chica no gana el Oscar a la Mejor Actriz de Reparto, será para mandar definitivamente a la Academia a freír espárragos. Y luego está Michael Fassbender. Decir que está sensacional es poco. El actor fetiche de McQueen compone uno de los pedazos de escoria más aborrecibles jamás vistos en una pantalla; no es agradable, no es carismático, no tiene posibilidad alguna de redención. Es un ejemplar terrorífico de lo más repulsivo y miserable de la condición humana. Su sola presencia, su forma de hablar, de moverse, de mirar, son indignantes. Es una pesadilla andante que Fassbender consigue convertir en carne y hueso de forma absolutamente magistral.
A través de ellos (y del resto del reparto, todos ellos brillantes), McQueen retrata el viaje de Solomon a los infiernos, haciendo sentir al espectador todo el peso de lo que está sucediendo. No todos aquellos con los que se topa Solomon son malvados; la mayoría son pura y simplemente producto de su entorno. Pero son sus decisiones las que los sitúan en uno u otro grupo. En ese sentido, los dos personajes blancos más positivos, encarnados respectivamente por Benedict Cumberbatch y un breve Brad Pitt, resultan muy significativos en su forma de afrontar una situación que, claramente, les parece injusta. La decisión de uno condenará a Solomon al horror, mientras que la del otro actuará como catalizador para su salvación. 12 años de esclavitud no es una cinta complaciente. No está hecha para gustar a todo tipo de público, aunque no creo que nadie vaya a poner en duda su calidad. Escocerá especialmente en Estados Unidos, un país que lleva décadas queriendo olvidarse del tema, a pesar de que aún hay mucha gente que recuerda que, no hace demasiados años, una mujer negra fue encarcelada por negarse a ceder su asiento del autobús a un blanco. Precisamente por ese tipo de actitud, que considera casi un pecado utilizar una palabra que ellos mismos acuñaron (me refiero, claro está, a la tan temida “nigger”), que pretende enterrar un pasado de atrocidades en el olvido, 12 años de esclavitud es una película terriblemente necesaria. Porque siguen —y seguirán— haciendo falta cineastas que nos cuenten aquello que no queremos oír. Bravo, Mr. McQueen. ★★★★★
Judith Romero Esquerra
© Revista EAM / Festival de Londres
Ficha técnica
Estados Unidos, 2013. Director: Steve McQueen. Guión: John Ridley (Basado en el libro de Solomon Northup). Productora: Regency Enterprises / River Road Entertainment / Plan B / New Regency / Film4. Presentación: Festival de Telluride 2013. Fotografía: Sean Bobbitt. Música: Hans Zimmer. Montaje: Joe Walker. Intérpretes: Chiwetel Ejiofor, Michael Fassbender, Lupita Nyong'o, Benedict Cumberbatch, Paul Dano, Sarah Paulson, Alfre Woodard, Paul Giamatti, Brad Pitt, Kelsey Scott, Quvenzhané Wallis, Cameron Zeigler.