UN NUEVO HOGAR CONSTRUIDO DESDE LOS CIMIENTOS
crítica de Short Term 12 | Destin Cretton, 2013
Decir que el cine es caro es una evidencia incluso más patente en tiempos de crisis. El proceso de creación de una película implica habitualmente a equipos amplios de profesionales, necesita de medios técnicos elaborados y suele alargarse durante varios años, y todo ello engorda el presupuesto. Pero siguiendo este esquema tradicional, el primer paso es la escritura del guion, y ésta per se no tiene más coste intrínseco que el del ordenador y el papel, aunque la dedicación que exige sí se traduce en un esfuerzo y un sacrificio que lógicamente tienen consecuencias económicas. Pues bien, como a la mayoría de los cineastas jóvenes no les sale el dinero por las orejas y en cambio su juventud puede concederles más tiempo libre, lo idóneo es trabajar en ese guion el mayor tiempo posible, darle vueltas y pulirlo hasta conseguir un valioso libreto que abra las puertas de su realización visual. Otra evidencia que sin embargo no siempre se sigue con criterio, ya que muchas veces los impacientes artistas prefieren lanzarse a la aventura y aguardar con dudas y ansia el beneficio de un experimento arriesgado. En Estados Unidos esto no suele pasar, pues el desarrollo que ha tenido su cine independiente ha impuesto un modelo más consolidado y fiable. Dicho de otra manera y con claridad, ellos suelen tener más perspectiva de negocio. Lo comprobamos incluso en una película pequeña como Short Term 12 (Destin Cretton, 2013), presentada en varios festivales de su país hasta su estreno en salas americanas este mes de agosto, consiguiendo una amplia exhibición con la que muchos creadores de nuestro país se darían con un canto en los dientes.
Y, como hemos dejado entrever, el éxito de esta película trae causa sobre todo del sentido común, la paciencia y el saber hacer de su guionista y director para sacarla a la luz. El proyecto parte de la experiencia del propio Cretton trabajando, después de la universidad, en un centro de acogida similar al que sirve aquí de localización principal. Sabiamente decidió utilizar lo vivido y aprendido ahí para realizar un cortometraje del mismo título, en 2008, cuya verosimilitud y sinceridad le hizo merecedor de varios premios. Con ello Cretton ya tenía una buena carta de presentación para desarrollar un guion de largometraje, que a su vez presentó en un concurso en 2010 y que igualmente ganó, cimentando incluso más las bases del filme. Hablamos pues de años de trabajo enfocados prácticamente en una sola dirección, asegurando mediante reconocimientos varios que antes que nada se cuenta con un guion infalible. Y en los parámetros del circuito independiente americano tal guion es aquel que sabe explotar los conflictos de sus personajes de una manera lógica pero a la vez imprevisible, que sabe unir la repetición con la novedad en localizaciones casi siempre familiares. En concreto, en Short Term 12 esto se lleva a cabo mostrándonos la convivencia entre adolescentes de pasado turbio y familias desestructuradas y los asistentes sociales también jóvenes y afectados por cierta carencia que custodian el agradable centro en que los primeros son acogidos temporalmente. Aunque el protagonismo recae sobre uno de esos asistentes, Grace, la historia le dedica también el suficiente tiempo y espacio a algunos de los internados como el rebelde Marcus o la afligida Jayden, así como a otro de los asistentes, Mason, que mantiene una relación de amor y amistad con Grace. Lo inteligente sin embargo de esta construcción narrativa es que no vamos conociendo a los personajes por intervalos o por separado, sino que la evolución de los mismos resulta de sus interacciones normalmente por pareja (no solo entre Grace y Mason sino entre aquella y Marcus o Jayden o entre aquel y Marcus), en íntimas y reveladoras escenas que poco a poco nos van dando información sobre cada uno de ellos y sobre todo sobre las razones por las que Grace sufre una depresión que intenta ocultar con una actitud afable y despreocupada.
La estructura más general de la película también está inteligentemente concebida, concretamente en base a una simetría, empezando con la llegada al centro del inexperimentado empleado Nate, personaje secundario que le sirve a Cretton para informarles tanto a él como al espectador sobre cómo funcionan las instalaciones y quienes son los que actualmente las ocupan. Es un recurso instrumental y poco original pero que cumple su propósito y que, como hemos apuntado, permite al final cerrar la película con una secuencia muy similar, ya no de nueva incorporación en plantilla sino de nueva perspectiva de uno de sus integrantes: Grace. Un metraje redondo se consigue así, y también gracias a una progresión dramática concisa (desplegada a lo largo de 96 minutos) pero profunda, tan clara como invisible, en la que no faltan las carcajadas pero sin que éstas se salgan nunca del sensible tono global de dicho metraje. Esto último resulta igualmente de unos diálogos rápidos, perspicaces y eficaces, realmente admirables por la espontaneidad que desprenden sabiendo que el guion ha sido elaborado durante varios años y que sus diálogos han sido muy trabajados, cuidando que cada réplica nos aporte datos y emoción de una manera orgánica e indirecta. Sin embargo, todo ello no funcionaría sin las sentidas interpretaciones de los actores que los pronuncian, destacando inevitablemente la maravillosa encarnación de Grace por parte de esa revelación que es Brie Larson. Hablamos de una chica atractiva y agradable educada desde niña para ser actriz, pero que hasta ahora, como ella misma ha comentado en una entrevista, no había llevado casi todo el peso de una película y la responsabilidad le asustaba inicialmente aunque enseguida la asumió con plena naturalidad. Lo más afortunado es que esta mezcla de temor y confianza se vislumbra en su compleja caracterización.
Con estos elementos asegurados, los aspectos más técnicos o posteriores del filme, desde la dirección transparente de Cretton hasta la amena banda sonora, pasando por la luminosa fotografía o el montaje suavemente imperceptible, simplemente están a su servicio. Y en este sentido también Short Term 12 es una valiosa muestra de lo mejor que el cine indie americano puede ofrecer, pues en este sector alternativo de la industria se suelen desarrollar igualmente trabajos que combinan con aparente desenfado y con visible sencillez el humor y el drama, realizando con ello un comentario engañosamente liviano sobre los problemas que pueden afectar a determinado sector de la sociedad. Utilizo estos calificativos para indicar que el mayor mérito de estas películas es la facilidad con que parecen estar concebidas, sin renunciar nunca a un camino comercial aunque no estén hechas bajo el amparo de las grandes productoras, y a la vez aportando una sinceridad y una amplitud de miras que no suelen encontrarse en otro tipo de cine, donde se puede apostar más por lo didáctico o lo solemne. Pues bien, en realidad lo anterior es mucho más difícil y por ello más meritorio, sobre todo sabiendo como en este caso la cantidad y la duración del trabajo que le ha precedido. Por tanto, estamos ante un trabajo menor en apariencia y de coste muy exprimido, pero que demuestra una madurez ingeniosa para provocar lo que tradicionalmente se dice que debe provocar el cine: una plena satisfacción pero también una mínima reflexión del espectador. ★★★★★
Ignacio Navarro.
enviado especial a Bosnia y Herzegovina | 19ª edición del Festival de Sarajevo | crítico cinematográfico.
Estados Unidos, 2013. Director: Destin Cretton. Guion: Destin Cretton. Productora: Animal Kingdom / Traction Media. Fotografía: Brett Pawlak. Música: Joel P. West. Montaje: Nat Sanders. Intérpretes: Brie Larson, John Gallagher Jr., Kaitlyn Dever, Keith Stanfield, Stephanie Beatriz, Rami Malek. Presentación: Festival South by Southwest 2013.