El tercer hombre (The Third Man), de Carol Reed (1949)
¿Hasta qué punto influye la iluminación en las interpretaciones de los actores?¿Y en una película? En la teoría cinematográfica los largometrajes se clasifican en géneros. Una clasificación donde la puesta en escena y la dirección fotográfica tienen un valor capital. Aquellos filmes donde afloran sentimientos fuertes transmitidos al espectador. Una buena prueba de ello es ese subgénero dramático nacido en Estados Unidos entre la década de los 40 y 50. Es el llamado noir, en cuya estética predominan las sombras duras de personajes y/u objetos. John Huston, basándose en la novela de Dashiell Hammett, con El halcón maltés (1941) fue su precursor, con el permiso de Boris Ingster y su El extraño del tercer piso (1940). Lugares comunes como la femme fatale, el fugitivo, la venganza, el humo, la niebla son potenciados por una iluminación influenciada artísticamente por el expresionismo. Los personajes, con la fotografía en B&W y pronunciados contrastes, ayudan a participar al espectador en ese juego de psicología y suspense. Una de las escenas más memorables, calificada como la mejor introducción de un personaje en la historia del cine es la aparición de Orson Welles en El tercer hombre. Bajo un claroscuro tan notable que apenas se le distingue la silueta, su personaje se descubre inesperadamente al revelar su rostro por una luz de habitación. El australiano Robert Krasker (A.S.C), director de fotografía de la película, es el responsable de esa maravilla. Krasker personalmente se encargó de que los exteriores, en concreto, las escenas nocturnas de Viena, y los pavimentos estuvieran mojados, creando así un magnético brillo gracias al reflejo del agua. La luz en la oscuridad. Lo mismo sucede en las tomas del túnel, más complicadas si cabe. Los personajes se mueven de luz en luz, es decir, los actores debían de conocer exactamente donde moverse, pero sobre todo, saber detenerse justo en la zona iluminada. En El tercer hombre cuenta con tres protagonistas principales, el triángulo entre Holly Martins (busca la verdad hasta adentrarse en el fondo de la situación), Harry Lime (el misterioso, el fugitivo) y Anna Schmidt (la honrada pero con secretos). Personalidades distintas. Diferente iluminación. El paisaje urbano vienés, derruido por la Segunda Guerra Mundial está altamente contrastado. Fuertes luces que simulan el alumbrado de las farolas y a su vez sombras destacadas para la estética del largometraje.
"Carol, la próxima vez que hagas una película, simplemente pon el nivel sobre la cámara, ¿podrás hacerlo?” — William Wyler a Carol Reed.
Como citaba anteriormente, los exteriores se rodaron en Austria y el resto en el London Film Studios (Shepperton). Con esta película Orson Welles dio el salto a Europa y Robert Krasker se llevó consigo el Oscar a Mejor Fotografía en blanco y negro en 1951, siendo el primer cineasta australiano en conseguirlo. Este cinematógrafo de la ciudad de Perth (1913-1981) viajó desde muy joven a Inglaterra, donde encontró trabajo en el London Korda Films, una productora británica de cine y televisión fundada por el célebre productor húngaro Alexander Korda. Se convirtió en un gran operador de cámara y con los años en un símbolo del cine negro. Luces laterales, claroscuros, planos inclinados, contraluces, personajes ocultos, cámara en movimiento… Krasker conocía muy bien el género. Aparte de esta película, Krasker participó en unas cincuenta más. Brief Encounter (1945), Odd Man Out (1947), Another Man's Poison (1951), Henry V (1944), Alexander The Great (1956), The Collector (1965), Billy Budd (1962), El Cid (1961), The Fall of the Roman Empire (1964) … Al terminar el rodaje de Brief Encounter (Breve encuentro), el director David Lean le despidió para su siguiente película, por considerar inapropiado la iluminación en las escenas de pantanos. Por suerte, sólo fue un pequeño tropezón en la carrera de uno de los grandes camarógrafos de la historia. Así lo pensó Hollywood al otorgarle en 1990, de forma póstuma, su segunda estatuilla dorada al co-creador, en la sombra, de El tercer hombre.
En Italia, en treinta años de dominación de los Borgia, tuvieron guerra, terror, matanzas, asesinatos... pero también produjeron a Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza, por el contrario, tuvieron quinientos años de amor fraternal, democracia y paz. ¿Y qué es lo que produjeron? ¡El reloj de cuco! — Harry Lime (Orson Welles).
Fotogramas de El tercer hombre|