EL BISNIETO PACIFISTA DEL BARÓN ROJO
crítica de Aviones | Planes, Klay Hall, 2013Dos aviones de combate mutilan las nubes, todo blanco y azul entre lenguas de humo casi incorpóreas, rompiendo la barrera del sonido a velocidad creciente. Hay un objeto volante no identificado que se acerca como una exhalación, y que los sobrepasa de manera asombrosa: un fumigador con aspas por nariz, risueño y nacido para fumigar hasta el último de sus días. Un avión ocioso que se resiste a cumplir los designios de la madre mecánica, sabedor de que sus habilidades a la hora de surcar el cielo no son nada groseras, más bien al contrario. Bastaría un tenaz entrenamiento por unos meses antes de embarcarse en la gran aventura soñada. Dar la vuelta al mundo en competición oficial frente a otros bólidos aéreos que (sí) han nacido para ganar, sin miedos o fobias que desgasten su talento, ya sea éste impropio de campeones y deportistas que preparan las carreras en beneficio del espectáculo y una cierta ética de trabajo que se presupone han de tener esos intrépidos a diez mil pies de altitud. Y, cuando despierta, el fumigador sigue fumigando a no más de cien metros sobre la superficie, dejando atrás la bruma propia de la ensoñación. Nunca rebasó épicamente a ningún caza, ni voló tan alto como para no sentir miedo, ya que sufre un indescriptible mal de alturas. El sur le queda ya pequeño, tan minúsculo o más que ese pueblecito que se abre en los márgenes de la carretera. Podríamos afirmar que estamos en Radiador Spring, humilde cuna del narcisista Rayo McQueen de Cars —embrión del proyecto que nos acontece, pero en modo road movie pedagógica y más estimable—, aunque la historia de Dusty nos traslada a una latitud menos polvorienta.
El sol poniente descarga por encima de los maizales, tiñéndose de púrpuras y naranjas los pastos y el horizonte en su conjunto, mientras el citado Dusty y su compañero apuran su jornada laboral. No muy lejos de allí se celebrarán las pruebas clasificatorias para el campeonato alrededor del globo, con salida y llegada en Nueva York. Así, Aviones se revela en reflejo casi instantáneo de esa otra película que fagocitó esta nueva pero recurrente epopeya infantil. La secuela de Cars, tan innecesaria como sintomática del bajón creativo que (no) padece Pixar, abrió camino a una serie de hipótesis acerca del futuro inminente de esa productora, tal vez demasiado subordinada a los intereses mercadotécnicos del contemporáneo ratón Mortimer, aquí con una voz curtida por la sinusitis, y demás iconos Disney. Conviene decir, sin embargo, que este último giro con afán recaudatorio tiene una razón lógicamente empresarial: a falta de un estreno que concite a público y crítica, como ya hicieran Wall-E, Up o Toy Story 3, los creativos de Emeryville facturan precisos instrumentos de transición que, si bien no engañan al ojo ávido de relatos apasionantes, sí funcionan durante su estancia en la cartelera mundial. Por ello, Aviones —bajo el sello único de los estudios Disney— incide también en la realidad de Pixar: un negocio, incrustado a base de sentimientos en el imaginario colectivo cinéfilo, que nunca ha dejado de responder a la esencia amable del marketing.
Escrita y dirigida por el dopellgänger de Stephen King, Klay Hall, esta mixtura con alas del espíritu disneyiano se consume de manera agradable, desnihibida, e incluso fresca que suele decirse cuando la obra en cuestión no provoca ni frío ni calor (valga el sinsentido), pero te arranca una sonrisa porque sospechas que ese producto decididamente infantil será una excusa para llenar de chiquillos las salas renqueantes. Justa en expresión formal y piruetas narrativas, Aviones se oxigena en el discurso amoroso que comprende a Dusty y a su confidente, un avión (no detecto el gag en el manido estereotipo del luchador enmascarado y amante de las rancheras a la luz de la luna) con sobrepeso que se enamora de una muy aerodinámica y rosada parisina. Hay un lobo solitario cuyos traumas remiten a la embrutecedora guerra mundial, y hay asimismo no pocos personajes que responden a la levadura del cuento de siempre. Tiempo atrás, Aviones hubiera sido relegada a las estanterías del todavía resistente formato doméstico. Hoy, el 3D lo ha impedido. Demos gracias a esa tercera dimensión, y a Mortimer, que es Mickey Mouse y lo mismo comanda un barco de vapor que un F-18, o una avioneta fumigadora. He aquí un intrépido, señores. ★★★★★
Juan José Ontiveros.
crítico de cine.
Estados Unidos, 2013. Guión y dirección: Klay Hall. Música: Mark Mancina. Productora: DisneyToon Studios / Prana Animation Studios. Presupuesto: 50.000.000 dólares.