BUSCANDO SU CAMINO
crítica de Wendy y Lucy | Wendy and Lucy, Kelly Reichardt, 2008Desde su primer largometraje, River of Grass (1994), que fue nominado en tres categorías de los Independent Spirit y al premio del jurado en Sundance, la directora Kelly Reichardt se ha labrado una interesante filmografía que la convierten en uno de los nombres imprescindibles del cine indie norteamericano. En 2006, con su segundo largometraje Old Joy, obtuvo el galardón a la mejor película independiente o experimental de la Asociación de Críticos de Los Ángeles, pero tal vez sea esta Wendy y Lucy (2008), la obra que le dio el empujón definitivo dentro de la industria. Al igual que sus anteriores trabajos, estamos ante una nueva historia de corte intimista, muy minimalista y contemplativa, cuyo metraje no sobrepasa los 80 minutos. Por primera vez, la realizadora cuenta con una actriz conocida para encabezar su reparto, pero esto no quiere decir que se trate de una apuesta más comercial que las que nos tenía acostumbrados. Así, Michelle Williams, que venía de su primera nominación al Oscar por Brokeback Mountain (2005), se vuelve a despojar de cualquier atisbo de glamour –y de su melena rubia– para meterse en la piel de una auténtica sufridora, que le supone su enésima oportunidad de demostrar que es una de las intérpretes más dotadas y versátiles de su generación.
La cinta narra la sencilla historia de Wendy, una joven sin recursos económicos que se dispone a emprender un viaje por carretera hacia Alaska, donde espera encontrar una vida mejor, trabajando en una fábrica de conservas de pescado. La falta de oportunidades y el desapego de su familia le han hecho tomar esa drástica decisión. Como compañera de carretera tendrá a su única e inseparable amiga, una adorable perra llamada Lucy. Pero las cosas se comenzarán a torcer cuando su coche sufra una importante avería, tras pasar el estado de Oregón. Tirada en un pueblo, sin capacidad para hacer frente a los gastos por el arreglo del vehículo ni comprar comida para su hambrienta can, Wendy es sorprendida por el dependiente de un supermercado mientras intentaba llevarse sin pagar dos latas de alimento para perros. Inmediatamente, la policía hace su aparición en el lugar, llevándose arrestada a la muchacha y haciendo oídos sordos a sus súplicas por no dejar a Lucy atada a un poste a la puerta de la tienda. Para cuando sea puesta en libertad y vuelva a buscarla, la perra ya habrá desaparecido, por lo que Wendy inicia una perseverante búsqueda que, poco a poco, irá mimando sus fuerzas y sus esperanzas.
Wendy y Lucy podría enmarcarse en un principio en el subgénero de las road movies (películas de carretera), pero funciona más como retrato de las desarraigadas criaturas de la América rural. El argumento (y el personaje femenino principal) tienen ciertas similitudes con la no menos aclamada Winter´s Bone, en la que Jennifer Lawrence también emprendía una búsqueda, en aquella ocasión de su padre, al mismo tiempo que luchaba contra unas condiciones económicas de lo más precarias. Toda la efectividad emocional de la cinta se sostiene sobre los hombros de Michelle Williams, quien está sensacional como siempre, logrando que el espectador sufra lo indecible con su dramática odisea. El enorme mérito de Reichardt es no caer jamás en el sentimentalismo barato que podría esperarse de la historia de una joven pobre en busca de su perra. Con gran economía de diálogos, el filme se apoya más en las miradas de la actriz, capaces de transmitir en cada momento la angustia y desesperación ante tal situación límite. El único personaje secundario con algo de peso en la historia es el de un viejo guardia de seguridad que se compadece de Wendy, ofreciéndole su teléfono y algo de dinero para facilitarle las labores de búsqueda de Lucy. El veterano Wally Dalton está excelente en este pequeño rol, cargado de humanidad, que sirve para que nuestra heroína recupere la fe en el ser humano en medio de tanta hostilidad.
Wendy y Lucy consigue llegar al público por su autenticidad. Nada en la propuesta huele a impostado. Estamos ante un retazo de vida con la que cualquiera se puede sentir identificado. Más ahora, en estos tiempos de crisis que nos azotan, la lucha de una persona humilde y sencilla por lograr su sueño, a pesar de tenerlo todo en contra, y su manera de sobreponerse ante la adversidad, hacen de Wendy una verdadera heroína de carne y hueso. Como siempre ocurre en este tipo de filmes, el final –uno de los más emotivos que he podido contemplar en muchos años– nos deja con ganas de saber qué será de ella después, si finalmente logrará llegar a Alaska y encontrará su lugar en el mundo. Es lo que tienen las historias que traspasan la pantalla y hacen que sus personajes nos importen. Este milagro se consigue en muy contadas ocasiones y, sin duda, Kelly Reichardt y Michelle Williams lo han logrado con esta hermosa película. ★★★★★
José Antonio Martín.
crítico de cine
Estados Unidos. 2008. Directora: Kelly Reichardt. Guión: Kelly Reichardt, Jonathan Raymond. Productora: Field Guide Films. Presupuesto: 200.000 dólares. Recaudación: 1.192.655 dólares. Fotografía: Sam Levy. Música: Smokey Hormel. Montaje: Kelly Reichardt. Intérpretes: Michelle Williams, Wally Dalton, Will Oldham, Will Patton, John Robinson, John Breen. Presentación oficial: Cannes 2008.