EL CIERVO SE TRANSFORMA EN HOMBRE
crítica del décimo tercer capítulo de Hannibal, “Savoreaux” (1x13) | Season FinaleNBC | EEUU, 2013. Director: David Slade. Guión: Steve Lightfoot & Bryan Fuller & Scott Nimerfro. Creador: Bryan Fuller. Reparto: Hugh Dancy, Mads Mikkelsen, Laurence Fishburne, Caroline Dhavernas, Hettiene Park, Scott Thompson, Aaron Abrams, Gillian Anderson, Kacey Rohl. Fotografía: James Hawkison. Música: Brian Reitzell.
Will es arrestado como sospechoso por la desaparición de Abigail Hobbs. Pero Hannibal tiene planes que van más allá.
Final de temporada para Hannibal. Un cierre digno pero no especialmente interesante, en el sentido de que incide en un par de clichés más y depara pocas sorpresas turbias, aunque alguna hay. Con el asesinato de Abigail Hobbs en el capítulo anterior se cierra la historia, al menos para los personajes. Los espectadores sabemos la verdad. Como apuntaba Relevés (1.12), Will es acusado de la desaparición de la joven, y las cosas se complican cuando el plan de Hannibal se pone en marcha y hasta cuatro asesinatos recaen sobre el agente especial. Astuta manera de incriminar a su paciente, que de hecho fue introducida en Oeuf (1.4) y que ahora cobra absoluto sentido. El problema de base es que Bryan Fuller, Steve Lightfoot y Scott Nimerfro escriben una situación de tensión donde el suspense es más bien nulo, porque el espectador sabe que hay pocas opciones, que ni Will ni Hannibal van a morir y que la culpabilidad de Will no puede sostenerse como trama indefinidamente; no va a ser el final del personaje. Aún así, los guionistas tienen la capacidad de suscitar algunas preguntas interesantes sobre las que reflexionar cuando los 43 minutos han terminado y la espera hasta 2014 comienza. En menos de diez minutos sucede la primera salvajada, y es que Will despierta tras una noche que se antoja turbulenta y vomita una oreja, que después sabremos pertenece a Abigail. Llama a Hannibal y éste insiste en llamar a Jack. Y ahí empieza la caída del agente especial, que duda de sí mismo. Recordemos que soñó con matar a la chica, y teme haberse metido tanto en la psique del padre que al final puede haber terminado el trabajo. Alana reacciona furiosa ante Jack, echándole en cara el haber permitido que Will llegara así de lejos, cuando ambos tuvieron una conversación en el piloto sobre la posibilidad de controlarle. La explosión de gritos y frustración de Caroline Dhavernas en el coche merece ser destacada, una original forma de transmitirnos la experiencia de Alana y regalarnos bastantes primeros planos de la carismática actriz, de un magnetismo destacable. Por eso molesta que no le den tanto material como a Hugh Dancy o a Mads Mikkelsen.
De hecho, Fuller y y sus guionistas están tan centrados en la relación de estos dos hombres que olvidan un importante elemento de toda buena serie que se precie: dar vida a los secundarios, que sean personajes y no monigotes unidimensionales. ¿Qué fue de la esposa enferma de Jack? ¿Por qué no sabemos nada más de Alana fuera de su relación con Will, Hannibal o Jack? Por no mencionar al trío forense, auténtico relleno que sólo está presente para aclarar las dudas técnicas. Se puede decir sin lugar a dudas en qué personajes debemos fijarnos y cuales no van a tener especial importancia en el desarrollo de las tramas. El ejemplo perfecto viene con Bedelia Du Maurier, terapeuta de Hannibal Lecter y desde ahora un personaje mucho más misterioso. La cena entre ambos es, como siempre con sus escenas juntos, una charla codificada, llena de frases medidas al milímetro y cargadas de significado, incluyendo la ambigüedad. ¿Cuánto sabe realmente la doctora? Su reflexión sobre la crueldad de comer ternera lechal y ese patrón de Hannibal abren la puerta a hacer infinitas cábalas, aunque la constricción (¿auto?)impuesta de Gillian Anderson roza lo exasperante, tanto en gestos como en la voz. Respecto a la conclusión del episodio, y por ende de la temporada, Fuller pone a los personajes en una situación que el espectador sospechaba podía llegar, pero quizá no tan pronto. Will escapa del furgón policial siguiendo las enseñanzas de los psicópatas cuyas mentes comprende y acaba en la consulta de Hannibal, donde mantienen una conversación sobre cómo podría el agente especial haber matado a las cuatro víctimas del Imitador. Esta charla da paso a una escena llena de trampantojos y muy bien rodada por David Slade, que se encargó también del piloto, con esos travelling circulares asfixiando a Will. El falso culpable une las pistas en un viaje a Minnesota que culmina con una escena-espejo con el piloto, cuando Will descubre la verdadera cara de Hannibal y expone su experimento. Jack, que por supuesto no ha oído el razonamiento de Will, llega a tiempo de salvar a Lecter y hace que Will asuma la posición de Garret Jacob Hobbs en sus últimos instantes de vida. Ahora Will, encarcelado en el psiquiátrico del doctor Chilton, sabe la verdad, así que el intercambio de miradas entre Hannibal y él que cierra la temporada está cargado de significado. La última imagen que vemos es al caníbal sonriendo, henchido de orgullo por su hazaña. ★★★★★
Adrián González Viña.
crítico de cine & series de televisión.