LUCHAR POR EL HONOR
crítica de The Grandmaster | Yut doi jung si, Wong Kar-wai, 2013Tendría unos siete u ocho años la primera vez que vi una película de artes marciales. En mi casa, los domingos por las tardes, mis padres acostumbraban a encender la televisión para deslumbrarse con las técnicas usadas por esos personajes orientales para vencer a sus oponentes en cada uno de los filmes que el canal retransmitía. Ciertamente, aunque nos era desconocida la cultura china y los orígenes del kung-fu, era un placer ver ese tipo de películas que iban más allá de la acción y relataban con vehemencia la lucha por la dignidad, el honor, o el cobro de una cuenta pendiente, llamémosla venganza. Desde entonces, con el pasar de los años muchos directores han querido exaltar el género a través de distintas propuestas, muchas de ellas con relativo éxito, otras no tanto, es así donde llegamos a “The Grandmaster”, de Wong Kar-Wai, un director que no es desconocido entre la cinefilia mundial al tener en su haber películas tan laureadas como "In the Mood for Love", "2046" y "My Blueberry Nights". En su última creación nos ofrece no sólo un pequeño y sentido homenaje al género de las artes marciales, sino que brinda un espectáculo visual poético con imágenes destellantes acompasadas y dibujadas con el mejor de los pinceles.
La sinopsis nos advierte que el filme es un biopic de Yip Man, aquel hombre que entrenó al mundialmente conocido Bruce Lee, pero habría que señalar que esto de por sí ya descoloca al espectador, pues mientras el metraje avanza se descubre que no estamos precisamente ante un drama biográfico, sino ante una narración de los hechos más interesantes que acontecieron en la vida de este hombre, aunque no estén directamente relacionados a él. “The Grandmaster” presenta con interés una historia sobre la redención, sobre el honor, sobre la dignidad familiar, sobre el amor imposible; busca incansablemente ensamblar piezas de un rompecabezas diseccionado con precisión y trata de escarbar con trazos filosóficos suntuosos el alma humana. Sí, esto quiere decir que la última película de Wong Kar-Wai respira el viviente y sonoro estilo de sus predecesoras, una elegancia abrumadora que emociona. Lo lírico, lo etéreo, lo sofisticado, las frases cortas pero profundas vuelven a apoderarse y hacerse sombra una vez más. La pregunta sería ¿Lo consigue de manera efectiva? El largometraje desde el mismo inicio apunta alto; bajo una sigilosa noche de lluvia un hombre enfrenta a un séquito de personajes en la oscuridad y los vence sin mayor contratiempo. Kar-Wai interesado en brindar un espectáculo cinematográfico inolvidable usa varias técnicas para llenar el espacio visual y atraer al espectador como un imán: el uso de ralentizaciones, aceleraciones, primerísimos primeros planos, detalles sonoros, entre otros, se conjugan ambiciosamente y brindan ese deleite visual tan ansiado y perfecto.
Pero no todo es impecable. Lamentablemente la historia, pese a poseer una enigmática estructura, no resulta tan emocionante como para hacer que queramos ser partícipes de la misma, o involucrarnos y volvernos jueces de las acciones que los personajes toman. La esencia de la película se vuelve a ratos un tanto insípida, y el ritmo decae a momentos convirtiendo al filme un poco inestable, que se aviva únicamente con la presencia de los focos de acción, golpes y patadas –bendito kung fu-. La propuesta tan atrevida y osada de la película resulta un poco opacada porque la trama que se nos presenta se vuelve por instantes confusa, algo vacua, y hasta redundante debido a que se alargan las acciones de manera sorprendente e innecesaria. Es más, el centro de atención parece calar mucho más en la historia de revancha y dignidad entre la hija de un anciano asesinado (jefe del grupo del que Yip Man desea obtener un importante secreto) contra uno de los ex alumnos de su padre, culpable del homicidio del mismo; esta vorágine toma su punto álgido en el encuentro que sostienen ambos en una estación de trenes; los recursos estilísticos se mezclan y se brinda una escena de acción digna de aplausos, pero tras eso y al conocerse el resultado de la pelea las acciones de ralentizan casi para volverse agónicas en un desperdicio de metraje hacia el desenlace.
Tratar de encontrar el origen de esta desproporción de esquemas en el cine de Kar-Wai es una tarea no tan difícil. Claramente el director apostó por una película que sorprendiera a muchos tanto en lo técnico como en lo visual, y es lo que ha conseguido con creces; pero tanto priorizó en ello que no vertió de la misma dosis a la parte argumentativa de la cinta, el meollo de la misma. Antes me había resultado admirable lo que había conseguido en “In the Mood for love” y “2046” obras artísticas de una profundidad y retórica dignas de mención. Pero no puedo decir lo mismo de su última propuesta, ya que me ha dejado como sensaciones extrañas: extasiado y algo frío a la vez. No es que sea despreciable el trabajo de fondo, solo que en contraste con lo esperado resulta algo escaso, y mucho más cuando terminas reconociendo que contiene uno de los mejores ejercicios de fotografía del año (a cargo de Philippe Le Sourd), junto a una banda sonora exquisita (Shigeru Umebayashi) que acompaña a la perfección las escenas. Lo que sí impresiona a grandes rasgos es técnica marcial y la manera en la que Kar-Wai nos lo presenta, como tal, como un arte delicioso, digno de estudios, de exámenes, de observación, concentración y deducción. Personajes que se mueven como si de una pista de baile se tratase consiguiendo pasos rítmicos, precisos y preciosos. Así se ganan adeptos. Pero el retorno tan esperado de Wong Kar-Wai se reduce a esto, 120 minutos de preciosa puesta en escena, admirable uso de cámaras y un argumento atractivo pero de un desarrollo carente de fuerza, tanto que si no se compagina con el estilo del director, el hastío hará acto de presencia. ★★★★★
Daniel Bermeo.
crítico de cine.
Hong Kong, China, 2013, Yut doi jung si. Director: Wonk Kar-wai. Guión: Wong Kar-Wai, Xu Haofeng, Zou Jinzhi. Productora: Block 2 Pictures / Jet Tone Production / Sil-Metropole Organisation / Annapurna Pictures. Presentación: Berlinale 2013 (inauguración). Música: Shigeru Umebayashi. Fotografía: Philippe Le Sourd. Intérpretes: Tony Leung Chiu Wai, Zhang Ziyi, Zhao Benshan, Chang Chen, Brigitte Lin, Zhang Jin, Song Hye-kyo, Wang Qingxiang, Cung Le, Lo Hoi-pang, Liu Xun, Leung Siu Lung, Julian Cheung Chi-lam.