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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Alois Nebel, de Tomás Lunák

    Alois Nebel
    crítica de Alois Nebel | Tomáš Lunák, República Checa, 2011.
    premio a la mejor película de animación en los European Film Awards 2012.

    El cine de animación checo tiene una enorme tradición. Una industria que tuvo su mayor auge tras la Segunda Guerra Mundial, cuando en varios países europeos —sobre todo en los del bloque soviético —, dieron grandes incentivos para el desarrollo de la animación. Estos alicientes, más la libertad creativa otorgada, tuvieron como efecto la aparición de una nueva generación de autores como Jiri Trnka y Karel Zeman, ambos considerados los padres del cine checoslovaco de animación. Trnka y Zeman eran escenógrafos, ilustradores, directores que iniciaron su carrera en la década de los 40, experimentando a lo largo de esta con distintas técnicas, entre ellas en el stop motion. Los cortometrajes y largometrajes animados de estos cineastas se distinguían, en gran parte, por estar dirigidas a un público adulto y en ocasiones para plasmar críticas y denuncias sociales, alejándose un poco de la etiqueta del cine animado exclusivo del público infantil, lo que sin dudas marcaría una identidad clara en el cine de animación checo, que aun perdura en nuestros días. Ya en los años 60, aparecería otro de los animadores checos más reconocidos, como fue Jan Svankmajer, quien captó la esencia de sus antecesores y siguió forjando esa nueva identidad nacida en la posguerra.

    Alois Nebel no escapa de esta tradición. El filme estrenado en el Festival de Venecia del 2011, está dirigido por Tomáš Lunák, quien firmó con este trabajo su ópera prima luego de haber trabajado en la elaboración de distintos videos musicales con esta misma técnica cinematográfica. La historia esta inspirada en una trilogía de novelas gráficas de Jaroslav Rudiš y Jaromir Svedjik que cuenta la historia de Alois Nebel, un empleado de una estación de trenes en medio de la Guerra Fría. Alois combate la crisis del presente con sus recuerdos de la niñez, a finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando los alemanes eran expulsados de Checoslovaquia en 1945. El señor Nebel está atormentado por los fantasmas de su pasado, que siempre se le aparecen acompañados de una densa niebla que lo traslada automáticamente a ese momento crucial en donde fue separado de sus padres.

    Alois Nebel se articula bajo la utilización de la técnica rotoscópica. Procedimiento donde se filma con imágenes reales y posteriormente se dibuja cada cuadro de animación plano por plano sobre los impresionados de forma original, lo que siempre genera un efecto más real y auténtico en la animación y en las expresiones de los personajes. Algo que es, precisamente, una de las virtudes de esta obra, el gran realismo que trasmite. Desde la soledad, nostalgia y añoranza de su personaje, hasta la representación del paisaje en general, que logra expresar la atmósfera gélida, densa y cargada de esos momentos. Alois Nebel es una pieza de gran belleza, donde la narrativa, aunque es lenta y pausada, nunca deja de ser hipnótica. La fotografía de Baset Jan Strítezský es excelente; la música – creada por Petr Kruzík— que acompaña las escenas es vital para la construcción del tempo y el ambiente; los personajes están muy bien dibujados (en el amplio sentido de la palabra), culminando un todo cuyas partes funcionan como un reloj. Un cuento con alma propia que traspasa al espectador y lo contagia, lo conmueve y lo hace vivir tantas emociones que muchas películas convencionales ni siquiera llegan a rozar. Una obra de arte llena de planos magistrales, escenas impactantes por su carga de dolor, nostalgia y añoranza. Un relato en blanco y negro, que al mismo tiempo está lleno de oscuridad y luz, sobre todo con ese final tan hermoso y absolutamente esperanzador. ★★★★

    Alejandro Salgado Baldovino.
    crítico de cine.

    República Checa, 2011, Alois Nebel. Director: Tomás Lunák. Guión: Novelas gráficas: Juroslav Rudis. Fotografía: Baset Jan Strítezský. Música: Petr Kruzík.

    Alois Nebel poster
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