"He estado esperando todo el día a que mencione usted el beso que le di anoche."
Utilizando como fondo el escaparate de una agencia de viajes, se van desgranando los títulos de crédito de Atrapa a un ladrón (To Catch a Thief, Alfred Hitchcock, 1955). Nada más terminar, la cámara hace un pequeño travelling hacia uno de los carteles colocados tras el cristal. Es un anuncio en el cual se invita con una frase a visitar Francia: “Si ama la vida se enamorará de Francia.” Acompañado de un dibujo en el que se pueden apreciar las mesas de un café junto a un paseo con palmeras iluminado por un mar azul intenso, y una música de orquesta almibarada que invita a citas sin cuento y placeres elegantes, la oferta se presenta irresistible. Y justo cuando empezamos a pensar que ya va siendo hora de largarnos pitando a ese paraíso francés, hay un corte brusco a un primer plano de una señora gritando aterrorizada. Otro corte y vemos un joyero vacío. Uno más y la señora gritando que le han robado las joyas deja más claro aún al espectador qué es lo que está pasando. La señora corre gritando por la habitación y sale al balcón de su apartamento. Grita desde el mismo a una avenida con palmeras, y allí descubrimos que estamos en ese paseo paradisíaco que se nos mostraba en el escaparate de la agencia de viajes. Corte a un gato negro caminando sigiloso, no de otra manera puede caminar un gato, sobre un tejado y más gritos denunciando robos en ese lugar del que te enamorarás si amas la vida. Así Hitchcock marca a la perfección el tono socarrón y divertido de toda la película que se desarrollará a continuación. Con todo el humor negro del mundo, pero al tiempo dejando claro que aquí el drama nos hará reír, que el misterio estará marcado por la sonrisa de una comedia de enredo.
Enseguida descubriremos que se acusa de los robos a John Robie, el Gato, un famoso ladrón de guante blanco reformado tras la Segunda Guerra Mundial y que ha alcanzado el perdón por sus fechorías anteriores al haber luchado en la Resistencia ante la invasión nazi. Pero Robie es inocente, el falso culpable hitchcockiano habitual, por lo que se impone a sí mismo la búsqueda del verdadero ladrón que está usurpando su nombre. Ya está, ya tenemos aquí a quien atrapará al ladrón del título, pensamos. Pero no. En una película cuyos diálogos brillan por sus dobles sentidos, el título no iba a quedarse atrás. Porque pronto aparecerá una bella joven y el romance, y entonces, ahora sí, descubriremos al fin la verdad: el ladrón que será atrapado será nuestro John Robie, pero por la garras del amor. Y aquí tenemos ya la trama principal de la película. Porque por mucho que se anuncie una historia llena de misterios, peligros y robos, en realidad Atrapa a un ladrón juega la baza de la comedia romántica más desaforada y loca, un auténtico aluvión de diálogos de una brillantez mareante y unos personajes que enamoran desde la segunda, cuando no desde la primera, frase. El guionista John Michael Hayes, en la segunda de sus cuatro colaboraciones con Hitchcock, confesaba que se consideraba a sí mismo un gran autor de diálogos, pero que desarrollar una trama le resultaba complicado. Algo fácil de comprobar en esta película. Menos mal que al director tampoco parecía preocuparle demasiado la historia de los robos, sino más bien el juego explosivo de seducción, sexo y diamantes en el que embarca a sus protagonistas.
UN LADRÓN DE LEYENDA | Cary Grant en 'Atrapa a un ladrón' |
Y estos, sabiendo que son ellos el centro de la función, nos deleitan con unas interpretaciones de lujo. En primer lugar Cary Grant interpretando a ese truhán encantador que es John Robie, todo un regalo para un actor que ya había decidido abandonar el cine pero que al leer este guion decidió posponer su marcha. Grant brilla de manera espectacular ofreciéndonos todo un recital de expresiones a cual más divertida. Nada nuevo a poco que uno recuerde mínimamente ese festival que supone Arsénico por compasión (Arsenic and Old Lace, Frank Capra, 1944), donde el gran Capra hasta se permitió el lujo de darnos a imaginar la expresión de Grant en un plano mostrándonos su cogote. En Atrapa a un ladrón veremos de nuevo esas miradas perdidas tan suyas en las que parece decirnos “esto no puede estar sucediendo”, “no puede ser verdad.” A mi gusto, uno de los mejores momentos de esta película es cuando Robie ha despistado con una jugada magistral a la policía que lo persigue y se monta en un autobús. Llega al fondo del mismo y mira sorprendido cómo una señora tiene a su lado, ocupando un asiento, una jaula con un pájaro. Pero mejor es cuando Robie mira a su izquierda y la cámara se desplaza con su mirada para mostrar a Hitchcock sentado junto a él. Solo por su expresión podemos intuir todo lo que se le está pasando por la cabeza, jugando con el espectador que también descubre la esperada aparición del director. Una de las mejores de Hitchcock, me gustaría añadir.
Los secundarios John Williams y Jessie Royce Landis están fantásticos. El primero como un estirado agente de seguros que protagoniza junto a Grant uno de los más geniales diálogos de la película, aquel en el que el gran Robie le explica que no solo roban los llamados ladrones. Y la segunda, en su papel de madre metomentodo tan adorable como mordaz. La contrapartida francesa no se queda atrás, sobre todo Brigitte Auber, esa joven soñadora que no logra atrapar pese a sus esfuerzos al escurridizo Robie. Y un Charles Vanel que no termina de estar a la altura que en él es habitual, debido quizá a su desconocimiento del inglés y su negativa a aprenderlo, lo que le hace estar algo distante en sus escenas.
UNA PRINCESA EN LA RIVIERA GALA | Grace Kelly en un fotograma de 'Atrapa a un ladrón' |
Obsesionado con la idea de que nada puede resultar más atractivo para un hombre que una mujer fría cayendo en las redes de la pasión, Hitchcock nos muestra a Grace Kelly, la joven que hará todo lo posible por atrapar a Robie en la trampa del matrimonio, en sus primeras apariciones con unos imponentes planos de perfil que la hacen parecer una estatua de gran belleza, hierática e inalcanzable. Pronto la veremos protagonizar secuencias encendidas de pasión con Grant para horror de la censura. Esta se mostró especialmente cerril en la secuencia en la que ambos pasan una velada en el dormitorio de la joven, mostrando una preocupación extrema en cómo Robie acababa recostado sobre la joven en un sofá. Hitchcock y su montador George Tomasini burlaron la censura intercalando unos planos de fuegos artificiales en principio inocentes pero que dan a entender mucho más que los hombros desnudos de la Kelly arropados por las manos de Grant. Una secuencia algo burda en su significado, pero magistral a la hora de entender cómo se podía engañar a la censura ofreciendo un resultado más salvaje que si se nos hubiera mostrado todo aquello que no se podía enseñar.
La película avanza con excelentes pequeñas piezas en las que siempre es más interesante la interacción entre los distintos personajes que la trama de misterio en sí. La carrera en coche por las estrechísimas carreteras de montaña de la Riviera francesa es un claro ejemplo. Estamos más atentos a la apuesta de la joven Kelly al volante por impresionar a Grant que a si la policía que los persigue los atrapará o no. Destacan aquí los planos detalle tan habituales y expresivos en Hitchcock: las manos de ella en el volante mostrando soltura, las de él en sus propias rodillas delatando su miedo. Una secuencia prodigiosa que tendría una réplica en la última película que dirigiera Hitchcock, La trama (Family Plot, 1976), con un descenso aún más divertido y peligroso en un coche sin frenos. El resto, una segunda unidad rodando exteriores maravillosos, el vestuario diseñado por Edith Head tomando protagonismo a cada plano y un desenlace que no termina de mantener la tensión deseada pues quien acaba colgando de los tejados jugándose la vida no es nuestro protagonista, sino quien está usurpando su lugar. Hitchcock rodeado de un equipo que conocía a la perfección, una fotografía deslumbrante de Robert Burks que le llevó a ganar el Oscar a la mejor fotografía en color en 1956 y una historia en la que desde el primer instante se opta por el juego del romance antes que por la tensión y el misterio. Alta comedia en ebullición en la cual destacan los diálogos y los personajes por encima de las situaciones de peligro o emoción, y un plano final inolvidable con la respuesta de una mirada de Grant a una frase de Kelly acerca de su madre. ¡Estás atrapado, Robie!
José Luis Forte.
escritor.
USA, 1955. Título original: To Catch a Thief. Director: Alfred Hitchcock. Guion: John Michael Hayes y Alec Coppel, basado en la novela de David Dodge. Productora: Paramount Pictures. Productor: Alfred Hitchcock. Estreno: 3 de agosto de 1955. Fotografía: Robert Burks. Fotografía efectos especiales: John P. Fulton. Transparency Projection Shots: Farciot Edouart. Música: Lyn Murray. Dirección artística: J. McMillan Johnson y Hal Pereira. Diseño de vestuario: Edith Head. Montaje: George Tomasini. Intérpretes: Cary Grant, Grace Kelly, Jessie Royce Landis, John Williams, Charles Vanel, Brigitte Auber, Jean Martinelli, Georgette Anys, Alfred Hitchcock.