“Se dice que las nuevas generaciones serán difíciles de gobernar. Así lo espero.”
Émile-Auguste Chartier, Alain.
Nuestros quehaceres diarios nos hacen visitar lugares comunes en bucle hasta que, de repente, abrimos la puerta incorrecta y descubrimos un mundo nuevo y sugerente. Es la mejor manera de definir lo que significa haber encontrado la obra de Rúnar Rúnarsson, un islandés con cara de no haber roto un plato en su vida pero con un estilo lleno de poderío y personalidad. Viendo su aun exigua filmografía, uno puede pensar que Rúnarsson no fue invitado a demasiadas fiestas en su adolescencia. Fiel a espíritu nórdico, diseña ambientes lúgubres y melancólicos que esconden daños y tormentos dibujados con sutileza. Una narrativa casi etérea que cala hasta la médula dejando siempre un poso agridulce. Basta visionar sus dos primeras piezas, “The Last Farm” (2004) y “Smáfuglar” (2008), para encontrar un talento inusual y también el leitmotiv de su cine: el dolor encubierto. Un aspecto que para este cineasta escandinavo no atiende a edades. Algo que demuestra su primer largo “Eldfjall” (Volcano), que visitó el festival de Cannes 2011 – en Una cierta mirada’ –, y el tercer cortometraje de su carrera “Anna” (2009). Este último valió como trabajo de fin de curso para la escuela nacional de cine de Dinamarca (Dan Danske Filmskole). Precisamente, por cortesía de esta institución les presentamos este mediometraje de corte más académico – y con cierto toque al cine de los hermanos Dardenne – con respecto a sus anteriores creaciones, pero igualmente atractivo. Si no lo habían hecho antes, apunten este nombre: Rúnar Rúnarsson.
Anna, de Rúnar Rúnarsson | subtitulado al castellano (en las opciones del vídeo)
Dinamarca, 2009. Duración: 36 min. Título original: “Anna”. Director: Rúnar Rúnarsson. Guión: Rúnar Rúnarsson. Productora: Den Danske Filmskole. Fotografía: Sophia Olsson. Montaje: Jacob Schulsinger. Intérpretes: Marie Hammer Boda, Petrine Agger, Leonora Nielsen, Henrik Noél Olesen, Daniel Stampe.