LA EXPLORACIÓN DE UNA IDENTIDAD
Laurence Anyways (Xavier Dolan, 2012)
En uno de los primeros planos de esta película (o, para ser más precisos, en el primer primer plano de la misma), un joven sigue con su mirada el movimiento de la cámara, tras la cual camina una persona que previsiblemente llama la atención de todo el mundo. El efecto es similar al que dicen que produce La Mona Lisa, cuando su espectador camina delante del cuadro y siente la mirada incesante de la dama del lienzo. Poco después, aunque diez años antes en la cronología de la película, vemos este cuadro colgado de la pared de la habitación del protagonista. Más que afortunada coincidencia, este paralelismo nos deja entrever la intuición y la contundencia que presiden el tercer largometraje de Xavier Dolan. Con solo veintitrés años, este cineasta canadiense tiene efectivamente ya tres títulos en su haber, con los que ha conseguido labrarse de forma sorprendentemente prematura un nombre en el circuito festivalero, obteniendo reconocimiento en Cannes para todos ellos. En Laurence Anyways (2012) mantiene sus preocupaciones temáticas en torno a la sexualidad, pero dando un paso más allá en el enfoque de la misma. Así, nos cuenta la historia de una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre, centrada en su relación con otra mujer. El primer personaje es un profesor al que eventualmente despiden cuando decide feminizar su atuendo, pero su pareja no le abandona tan rápidamente. En un principio actúa de forma moderna y desprejuiciada, animándole en su transformación, pero pronto se da cuenta de que no está siendo sincera consigo misma. Los dos se quieren con pasión pero la convivencia entre ellos acaba siendo imposible... Todo ello se nos narra durante una década que transcurre sobretodo en el Canadá francófono pero también en las cercanías de París.
La consecuencia más directa es que lo que a priori resulta íntimo y reservado en esta historia adquiere un tono casi épico y grandilocuente. Dolan parece tener tanta confianza en su talento y estar ya tan familiarizado con este tipo de narrativa que rueda libre de ataduras, lo que se traduce en un estilo muy heterogéneo y en un metraje excesivo. Por un lado, su guion contiene diálogos sentidos y veraces, capturados bien con planos cortos y estáticos, bien con ágiles paneos en cámara al hombro, pero incluye asimismo momentos extravagantes y estilizados. Se suceden así largas escenas de conversación entre los dos personajes principales, o del protagonista con su comprensiva madre, con interludios más o menos frenéticos en cuanto a imagen y sonido. Dicho guion está además enmarcado por una ocasional voz en off que añade trascendencia a situaciones que no la necesitan, distrayéndonos de la progresión amorosa de la pareja aunque sirva también para añadir capas a la misma. Dicho de otra manera, la alteración de los tiempos dota a la película de profundidad y complejidad pero también pervierte la que se supone que es su esencia. Por otro lado, como Dolan es asimismo el encargado del montaje, su duración se acerca peligrosamente a las tres horas, para una historia que probablemente podría haber sido contada en media hora menos. Es evidente el cariño que siente el cineasta por su criatura, y por ello renuncia con frecuencia a cortes y elipsis que podrían haberla hecho adelgazar un poco. Sin embargo, estos defectos consiguen que la película tenga una personalidad auténtica, y nos revelan a un director que, de manera refrescante, no le tiene miedo a la imperfección.
EL JOVEN ALMODÓVAR | 'Laurence Anyways', de Xavier Dolan |
El resultado es un trabajo irregular pero potente, que basa su fuerza en el conflicto de sus personajes, en la fogosidad de su puesta en escena, y en una banda sonora alternativamente clásica y rockera. Dejando de lado unos personajes secundarios insuficientemente desarrollados (pese a la duración arriba señalada), los dos principales están interpretados respectivamente por Melvil Poupaud y por Suzanne Clément: él es un habitual del cine de arte y ensayo tras haber hecho acto de presencia, por ejemplo, en varias películas del fallecido Raoul Ruiz, mientras que ella, menos conocida, ya había sido fichada para el primer filme de Dolan. Ambos nos brindan aquí interpretaciones memorables partiendo de sensaciones divergentes. Él es más reflexivo mientras que ella es más impulsiva, aunque en varias ocasiones comparten momentos de locura y de rabia donde Dolan les extrae el máximo de energía. Esta voluntad de llegar al límite de las capacidades creativas de uno mismo queda también patente en una estética de tintes almodovarianos, aunque con una atmósfera entre turbadora y cotidiana que recuerda más a la de David Lynch o Hal Hartley. Comparación que nos remite a un tipo de cine suburbano caracterizado por referencias pop y por pensamientos metafísicos, pero sobretodo por una cultura cuyos integrantes quieren tanto ser aceptados por la sociedad como ocupar un lugar distintivo en su seno. En otro sentido, estas aparentes contradicciones reaparecen en un uso variopinto pero en este caso siempre acertado de la música, que nuevamente pretende reforzar las emociones tan genuinas que pueblan la pantalla.
En definitiva, Dolan logra mediante todos estos recursos retener la atención del espectador, sin olvidar que cuenta para ello con un argumento ya de por sí sugestivo. El desenlace es quizás algo facilón, pero al menos no infringe del todo la famosa regla de Hitchcock según la cual vale más partir del cliché que llegar a él. Este es un riesgo que pueden correr muchas películas rebeldes como ésta, que intentan revertir nuestras expectativas y contarnos algo de forma diferente para al final quedarse en una mera reformulación de algo ya muy trillado. Pero ésta en concreto logra esquivarlo, optando por un desenlace relativamente abierto que nos invita a replantearnos las verdaderas motivaciones de estos dos personajes. Con este objetivo en mente, teniendo claro lo que se quiere contar, no es problemático recurrir a referencias previas, algunas de las cuales se han intentado citar aquí: de hecho, siempre resulta inevitable y más aún cuando se es tan joven. Por tanto, por citar una última, la visión final es que, incluso con reminiscencias de la nueva ola francesa, recuperada recientemente por otra película francófona como Declaración de guerra (2011), Laurence Anyways acaba siendo un admirable ejemplo de cine independiente colorido y excitante.
Ignacio Navarro.
director cinematográfico & crítico de cine.
Canadá | Francia, 2012. Título original: “Laurence Anyways”. Director: Xavier Dolan-Tadros. Guión: Xavier Dolan-Tadros. Productora: Lyla Films / MK2 Productions. Presentación: Festival de Cannes 2012 – Un certain regard (mejor actriz para Suzanne Clément). Fotografía: Yves Bélanger. Intérpretes: Melvil Poupaud, Suzanne Clément, Nathalie Baye, Monia Chokri, Yves Jacques, Catherine Bégin, Sophie Faucher, Guylaine Tremblay, Patricia Tulasne, Mario Geoffrey.
fotogramas