Enemigo mío (Enemy mine, Wolfgang Petersen, 1985)
Crónica de un fracaso anunciado. Así podría definirse lo que sucedió con nuestra primera propuesta del día allá por 1985. Bien es cierto que se estrenó dentro de una de las mejores cosechas del cine fantástico: Oz, un mundo fantástico, Lady Halcón, El secreto de la pirámide, Legend, Cocoon , Brazil y Regreso al futuro lucharon por llevarse los mayores beneficios en taquilla. Tampoco ayudó su problemático rodaje, ya que el director Richard Loncraine fue despedido cuando llevaba 9 millones de dólares gastados y bastante material filmado. Al parecer, a la productora le pareció bastante aburrido lo que estaba haciendo y contrató a Wolfgang Petersen para intentar enmendar tal desaguisado. El realizador alemán había obtenido gran notoriedad con su obra maestra El Submarino (1981), y en 1984 había salido bastante airoso de su primer acercamiento al cine comercial con La historia interminable. Lo que debería haber costado 17 millones de dólares acabó significando para la Fox un proyecto de 40 millones y, por las características de la obra, estaba claro que era un dinero que no se iba a recuperar. Rodada en Munich y con escenarios naturales volcánicos de nuestra Lanzarote, Enemigo mío (1985) fue la adaptación de una novela de ciencia ficción de Barry B. Longyear que, no obstante, bien podría tratarse de una especie de remake no confeso de la clásica cinta antibelicista Infierno en el Pacífico. Sí, aquella de John Boorman con Lee Marvin y Toshiro Mifune obligados a convivir en una isla desierta durante la Segunda Guerra Mundial. El contexto es diferente en Enemigo mío ya que traslada la acción al género fantástico con una guerra entre los habitantes de la Tierra y una raza alienígena del planeta Dracon por la colonización de la galaxia. Sin embargo, se mantiene intacto el mensaje antibélico de la historia, haciendo de éste un producto bastante a contracorriente, alejado del heroísmo de las películas de Star Wars que hacían furor en la época, para tomar una personalidad mucho más intimista y reflexiva, con pocas concesiones a la comercialidad. Pese a que en las primeras escenas, los efectos especiales brillan a gran altura con una espectacular batalla entre naves (muy buenos trabajos de maquetas y miniaturas), desde el momento en que nuestros protagonistas acaban estrellándose en el planeta deshabitado, el asunto deriva hacia otro terreno. Enemigo mío habla del choque de culturas, de los odios raciales, de lo innecesarias que son las guerras y en definitiva, del entendimiento y la amistad entre dos seres radicalmente opuestos.
Un humano y un dracco que en un principio dejan de lado su mortal rivalidad para ayudarse mutuamente a sobrevivir en un planeta hostil. Letales seres que engullen a sus presas bajo el suelo, peligrosas tormentas o lluvias de meteoritos son algunas de las amenazas que logran esquivar uniendo sus fuerzas y entablando una relación de respeto y amistad que alcanza unas cotas de sensibilidad inauditas dentro del género. Dennis Quaid, una de las estrellas más carismáticas de los 80 gracias a éxitos como Elegidos para la gloria (1983) o El chip prodigioso (1987) y Louis Gossett Jr. Ofrecen unas interpretaciones inolvidables. En el caso de Gossett Jr. el reto era enorme, ya que tras haber ganado tres años antes el Óscar al mejor actor secundario por su papel del sargento Foley en Oficial y caballero, en este filme debería actuar bajo una gran capa de maquillaje que lo haría irreconocible. Para esta caracterización, similar a la de un reptil, se contó con el experto maquillador Chris Walas, ganador del Óscar en 1986 por La Mosca. El resultado fue sobresaliente. También es digna de destacarse la notable banda sonora de Maurice Jarre, ganador de tres Óscar por Lawrence de Arabia (1962), Doctor Zhivago (1965) y Pasaje a la India (1984). Para no caer en el aburrimiento o la sensiblería barata, Petersen salpicó a los diálogos de unas acertadas dosis de humor, provenientes en su mayor parte de los equívocos surgidos por la diferencia cultural entre ambas especies. Muy divertidos son los momentos en que el personaje de Quaid hace creer al extraterrestre que Mickey Mouse es una especie de Dios para nosotros, o los chistes sobre el inesperado embarazo del dracco, ya que se trata de una especie hermafrodita. Llega un momento que parece que estemos ante un matrimonio, dado el grado de compenetración que alcanzan ambos personajes.
Enemigo mío mantiene envidiablemente el tipo en su primera hora de metraje, atrapando el interés del espectador con la simple presencia de dos personajes. Íntima, casi teatral, la película se las apaña para resultar en todo momento entretenida, ofreciendo una historia bastante más profunda que el 90 % de títulos de similares características. Pero como no se trata de una obra perfecta, y es en sus imperfecciones donde reside gran parte de su encanto, el tramo final con el personaje de Quaid intentando rescatar al cachorro de dracco de los humanos que le mantienen esclavizado, acaba derivando en algo más convencional de lo deseado. El mensaje de que los humanos son precisamente los que carecen de valores y están empeñados en destruir todo lo que tocan es bastante obvio, al igual que un final feliz que contenta a todo tipo de públicos, pero que resta algo de credibilidad y fuerza al conjunto.
Como era previsible, este filme fue vapuleado por la crítica en el momento de su estreno y supuso un desastre comercial para la Fox, recaudando unos tristes 12 millones de dólares. Wolfgang Petersen se alzó, no obstante, con dos premios en el prestigioso festival de cine fantástico Avoriaz. Con los años, Enemigo mío ha ido revalorizándose hasta convertirse en un pequeño título de culto entre los amantes de la ciencia ficción. Una rara avis dentro del género en los 80 por su valentía al alejarse del afán lucrativo de la mayoría de las propuestas que se estrenaban. Hay que señalar que ha envejecido bien, conservando un estupendo look visual más de veinticinco años después. Los efectos especiales, la dirección artística y el maquillaje siguen resultando eficaces en la mayoría de sus escenas, aunque algún decorado nos consiga sacar la sonrisa cómplice. Pero lo que seguirá llegando al corazón de las nuevas generaciones de espectadores y la hacen una obra entrañable y única, es su contundente carga de emotividad, buenas intenciones y unos valores que parecen olvidados dentro del cine fantástico de los últimos años. Una excepción: la magnífica Distrito 9 (2009) de Neil Blomkamp.
José Antonio Martín.
Ficha técnica:
Estados Unidos. 1985. Título original: Enemy Mine. Director: Wolfgang Petersen. Guión: Edward Khmara. Productora: 20th Century Fox. Presupuesto: 40.000.000 dólares. Recaudación en USA: 12.303.411 dólares. Localización principal: Munich. Música: Maurice Jarre. Fotografía: Tony Imi. Montaje: Hannes Nikel. Intérpretes: Dennis Quaid, Louis Gossett Jr., Brion James, Richard Marcus, Carolyn McCormick.