Los hermanos Taviani llevan a la prisión de Rebibbia la obra Julio César, del gran William Shakespeare, con César debe morir (Cesare deve morire, 2012). Es la misma historia, los mismos actos pero planteados tras las rejas de este complejo carcelario del municipio romano. Con este filme, los realizadores no solo conquistaron el Oso de Oro en la 62ª Festival de Cine de Berlín, el máximo reconocimiento del certamen, además han sido profetas en su tierra al alzarse con cinco Premios David di Donatello, incluyendo mejor película y director.
Como el trabajo del escritor británico, la cinta no escapa de los dilemas del poder y la amistad en pro de las libertades colectivas. Cesare deve morire nos muestra dos historias paralelas, dos mundos (nada distantes) dirigidos hacia un punto en el cual la lucha de clases se hace latente. Una situación que nos regala una reflexión sincera con un enfoque actual y de marcado carácter social. El tema de la libertad hace replantearnos muchas cosas y es precisamente este apartado el que puede despertar la sensibilidad; se trata de presos condenados a muchos años de cárcel, algunos cumpliendo pena máxima. Entre traficantes de drogas y criminales del crimen organizado el teatro cobra otro sentido, la misma prisión se torna una enorme sala de ensayo que permite a los realizadores plasmar sus particulares visiones de las personas privadas de libertad, dándoles poder como solo el arte puede lograrlo.
Es teatro, pero acompañado de sus realidades, de sus sueños y las consecuencias de sus actos. Personajes rodeados de un paisaje muy distinto a lo ‘libertinamente’ cotidiano, disponiendo de algunas fotografías, arrugadas y pegadas en las sucias paredes, que incitan la tranquilidad y paz, pero lejos de la real fresca brisa cerca del mar, recordándonos que la justicia no debería ser un matadero. Pero no todo es dramatismo, la cinta contiene un par de secuencias cargadas de humor durante las audiciones. La fotografía juega con la preparación de la obra, se torna en blanco y negro para luego regalarnos el color que nos hace caer a la realidad.
El tiempo, el espacio y los mismos presos son parte de los decorados con los que César, Cassio, Lucio y todos los personajes son encarnados por debutantes; guiados por estos dos directores que en conjunto realizan un notable trabajo. Curioso el caso de Salvatore Striano (encarga a Bruto) que tras cumplir su condena fue puesto en libertad en 2006 y se ha dedicado a la actuación desde entonces. Participó en Gomorra (Matteo Garrone, 2008) y retorna a su ‘antiguo hogar’, para completar el elenco de Cesare deve morire.
Escasos setenta minutos para llevar una puesta en escena que rompe paradigmas, y que explora en profundidad las emociones mediante un hibrido sincero, cautivante y obligatorio.
Olvín Otero.
Ficha técnica:
Italia, 2012. Título original: "Cesare deve morire". Directores: Paolo & Vittorio Taviani. Guión: Paolo & Vittorio Taviani. Productora: Kaos Cinematografica / Rai Cinema / Stemal Entertainment / Le Talee. Localización: Lazio, Roma. Cámara: Red One Camera. Música: Giuliano Taviani, Carmelo Travia. Fotografía: Simone Zampagni. Montaje: Roberto Perpignani. Intérpretes: Fabio Cavalli, Salvatore Striano, Giovanni Arcuri, Antonio Frasca, Juan Dario Bonetti, Vincenzo Gallo, Rosario Majorana, Francesco De Masi, Gennaro Solito, Vittorio Parrella, Pasquale Crapetti, Francesco Carusone, Fabio Rizzuto, Fabio Cavalli, Maurilio Giaffreda.