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    Cine Alemán Siglo XXI

    Cineclub: Los siete samuráis (1954)

    Los siete samuráis

    Héroes solitarios

    Los siete samuráis (Shichinin no samurai, Akira Kurosawa, 1954).

    Los siete samuráis (Shichinin no samurai, 七人の侍), dirigida por Akira Kurosawa en el año 1954, es sin duda una obra maestra no solo del cine japonés, sino del cine a secas. Una película arrebatadora y emocionante. Tres horas y media que pasan en un suspiro y que nunca os cansaréis de ver, y que al terminar querríais que hubiera durado otro tanto más. Kurosawa atesora en su filmografía un buen puñado de películas al menos tan buenas como la presente. Si jamás os habéis adentrado en el cine clásico japonés, esta puede ser una de las mejores formas de hacerlo. Podemos considerar que la apertura de Occidente al cine asiático y más en concreto a Japón vino de la mano de Akira Kurosawa y su película Rashomon (Rashômon, 羅生門, 1950), la cual ganó el Óscar a la mejor película extranjera en 1951 y el León de Oro en el Festival Internacional de Cine de Venecia del mismo año. Después de esto, Kurosawa pudo al fin rodar con cierta libertad la historia que le apetecía. Hasta entonces su fama de director demasiado a la Occidental le suponía una traba en su país de origen, lo cual resulta curioso cuando a día de hoy eso mismo es lo que se suele argüir en su contra quien tiene ganas de hacerlo. Y decimos ganas porque las razones no son expeditivas: a Kurosawa le influyó el cine extranjero, pero tras darse a conocer sus películas fue él quien comenzó a influir a los directores de (casi) todo el mundo.

    Los siete samuráis narra la historia de un pueblo cuyos habitantes saben que será asolado por unos bandidos tras terminar la recogida de la cosecha. Ante el desastre, deciden contratar a un grupo de samuráis que los defiendan. La historia de cómo deciden esto, salen a buscarlos, los encuentran y los samuráis los defienden del ataque conforman la película. Una trama sencilla que encierra una profundidad sobrecogedora, pues tanto Kurosawa como Hideo Oguni y Shinobu Hashimoto, coguionistas de esta y otras películas del director, supieron dar a cada personaje que aparece en la cinta, y son muchos, una vida que late con fuerza a cada momento. Ayudados, claro está, por el equipo técnico y por todo el elenco artístico, en especial por dos de los actores más recurrentes del cine de Kurosawa: Toshirô Mifune y Takashi Shimura. Definidos cada uno de los personajes con un rasgo que lo diferencia de los demás, son capaces con sencillos detalles de imprimir humanidad a todos sin caer en lo estereotipado. Es difícil explicar cómo con tan poco se puede expresar tanto. Kurosawa echó el resto, que se dice, en esta película. Para las escenas de las batallas contó con tres cámaras rodando de manera simultánea (una para los planos cortos, otra para los medios y la tercera para los generales). También recurrió al uso del efecto de cámara lenta, curiosamente en escenas violentas pero con pocos personajes: en las escenas de lucha más intimistas el tiempo parece detenerse y eternizarse en el momento de la muerte. En cambio, cuando la guerra los posee a todos, el tiempo se escapa confuso y caótico por cada plano. La guerra es vista como un absurdo. Sus héroes más sabios están cansados y han llegado a esa edad en la cual no les molesta reconocer que si siguen con vida es porque han sabido correr y huir cuando ha sido oportuno o bien lanzarse a un río y ocultarse bajo unos nenúfares cuando lo único posible era ya salvar el cuello. La primera vez que la vimos nos impactó el hecho de que el enfrentarse uno solo a un grupo de enemigos no fuera un acto de heroicidad sino una completa majadería. En las peleas los combatientes huyen, dan pasos atrás, esperan a que el enemigo se dé la vuelta para atravesarlo con la espada, aguardan su ventaja en el combate, resbalan en el barro… En fin, un realismo, o una sensación de tal, como pocas veces lograremos ver en otras películas. Porque cuando a día de hoy lo estemos viendo, ya sabremos a qué director estarán tomando como modelo.

    Los siete samuráis

    «De modernidad avasalladora, Los siete samuráis no deja de ser nunca una película de acción, de una profunda humanidad y, en el fondo, de una gran tristeza».


    Como en todos los filmes de Kurosawa, la naturaleza está viva y es exultante: el canto de los pájaros, el viento meciendo los árboles, el sonido del agua en el cauce de un río, la lluvia… Y la humanidad arrolladora de sus personajes. Pero no humanidad en ese sentido blando y bonachón, sino como reflejo de las capacidades del hombre tanto para hacer el bien como el mal. Así los campesinos llevarán una vida de pobreza y miseria terribles, pero también se nos mostrarán ladinos y despiadados cuando tienen ocasión. O los samuráis, héroes pero a su vez señores de alta cuna incapaces de comprender lo que la miseria puede hacer a un hombre. Incluso los malvados bandidos, cuando algunos de ellos son asesinados sin piedad por los campesinos exaltados y enfervorecidos por su afán de venganza, nos llaman a compasión. En el año 1960 John Sturges rodó una adaptación de esta película, Los siete magníficos (The Magnificent Seven), hoy un clásico del cine del oeste. Más recientemente se realizó un anime (serie de dibujos animados japonesa) de 26 episodios, Samurai 7 (サムライセブン), dirigido por Toshifumi Takizawa en el año 2004. Este último llevaba la historia a un entorno de ciencia ficción y suponía una interpretación de la película de Kurosawa absolutamente modélica. De modernidad avasalladora, Los siete samuráis no deja de ser nunca una película de acción, de una profunda humanidad y, en el fondo, de una gran tristeza. “Hemos vuelto a sobrevivir. Hemos vuelto a perder”, afirmará al final uno de los protagonistas. Sigue vivo, pero no hay futuro para los héroes solitarios. Sin épica, sin falsos momentos grandilocuentes (tanto así que esta escena se filma en plano general, desde lejos, empequeñeciendo a los personajes), vencidos por la vida aunque hayan ganado algunas de las batallas.


    José Luis Forte
    © Revista EAM / Cáceres


    Ficha técnica
    Japón, 1954. Título original: Shichinin no samurai, 七人の侍. Director: Akira Kurosawa. Guion: Akira Kurosawa, Hideo Oguni y Shinobu Hashimoto. Productora: Toho Company. Productor: Sôjirô Motoki. Estreno: 26 de abril de 1954. Fotografía: Asakazu Nakai. Música: Fumio Hayasaka. Dirección artística: Sô Matsuyama. Diseño de producción: Takashi Matsuyama. Montaje: Akira Kurosawa. Intérpretes: Toshirô Mifune, Takashi Shimura, Keiko Tsushima, Yukiko Shimazaki, Kamatari Fujiwara, Daisuke Katô, Isao Kimura, Minoru Chiaki, Seiji Miyaguchi, Yoshio Kosugi, Bozuken Hidari, Yoshio Inaba, Yoshio Tsuchiya, Kuninori Kôdô, Eijirô Tôno, Isao Yamagata.

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