El caballero taciturno
crítica de Drive | de Nicolas Winding Refn, 2011
«Hipnótico ejercicio de acción de autor, dotado de una mágica estética y la regia dirección de Nicolas Winding Refn. Es el retrato de un héroe moderno con aura de clásico de culto».
«Hay cien mil calles en esta ciudad, no necesito ruta. Tú me dices dónde y cuándo y yo te doy cinco minutos. Durante el transcurso de esos cinco minutos soy tuyo, pase lo que pase…» De este modo, da comienzo una fábula contemporánea donde hay lugar para la acción y la intimidad, la ternura y la violencia, la dulzura y la acrimonia. Un excelso juego de contrastes, estilizado y complejo que descubre a un héroe que vaga por la nocturna soledad y que, como el cuento que protagoniza, esconde dos verdades bien diferentes. Verdades que lo conforman y lo alejan del mundanal ruido hasta que el amor lo arrastra a la realidad. Unos sentimientos que harán aflorar su nobleza y, también el lado oscuro que aparta al mundo. Todo envuelto en una atmósfera onírica y evocadora. Cinco minutos otorgados, cien de puro lirismo.
Drive (Nicolas Winding Refn, 2011), adaptación libre de la obra homónima creada por James Sallis en 2005, es más que un homenaje a la cintas de acción de los años setenta creadas por Walter Hill (Driven) y Peter Yates (Bullit). Desentierra sus reglas pero las utiliza con personalidad propia, de manera estilizada y sutil. El filme dirigido con brío por el danés Nicolas Winding Refn mira a estos clásicos con suficiencia, dando un nuevo giro a las prestaciones del género. Una composición fascinante que acerca a Drive a otra silueta anónima y lacónica representada por Alain Delon en El silencio de un hombre (Le Samouraï, Jean-Pierre Melville, 1967); obra clave del noir francés que ha encontrado su horma en la última creación del nuevo l’enfant terrible de la industria europea.
Con El Samurái no terminan las referencias y paralelismos cinematográficos de Drive. Driver, el hermético y contenido conductor sin nombre —interpretado de manera soberbia por Ryan Gosling— recupera la esencia del caballero errante de Raíces profundas (Shane, George Stevens, 1953). Reservados y melancólicos, ambos encuentran la válvula de escape en la figura infantil de la trama. Un aspecto que repite Winding Refn en su filmografía como demuestra su anterior largometraje Valhalla Rising (2009). En el caso de Driver no es el único aliciente. Una joven madre de dulce mirada, gesto suave y de nombre Irene —una hechizante Carey Mulligan— será determinante para abandonar el abrigo del aislamiento y defender su integridad y la de su hijo del inminente e irremediable peligro. De común individuo a héroe trágico.
Drive supone el nexo de todas las virtudes y estilemas del autor escandinavo. Partiendo siempre de un protagonista hierático, parco en palabras, con ciertas connotaciones autistas; pasando por situaciones límite donde el romance convive con la crudeza y la criminalidad; arribando a un marcado empaque visual donde la forma marcha paralela al fondo. Pusher (1996), Valhalla Rising (2009), Bronson (2009) y ahora Drive, un mismo esquema*, evolución constante. El premio a mejor director (Prix de la mise en scène) del pasado festival de Cannes es el primer reconocimiento a un joven director que encabeza aires revitalizadores para el cine de género continental y norteamericano. Con Drive encuentra la gloria amparado, además, en la fantástica interpretación de Ryan Gosling, responsable* de su entrada en el proyecto y convertido, a posteriori, en su actor fetiche*.
«Hay cien mil calles en esta ciudad, no necesito ruta. Tú me dices dónde y cuándo y yo te doy cinco minutos. Durante el transcurso de esos cinco minutos soy tuyo, pase lo que pase…» De este modo, da comienzo una fábula contemporánea donde hay lugar para la acción y la intimidad, la ternura y la violencia, la dulzura y la acrimonia. Un excelso juego de contrastes, estilizado y complejo que descubre a un héroe que vaga por la nocturna soledad y que, como el cuento que protagoniza, esconde dos verdades bien diferentes. Verdades que lo conforman y lo alejan del mundanal ruido hasta que el amor lo arrastra a la realidad. Unos sentimientos que harán aflorar su nobleza y, también el lado oscuro que aparta al mundo. Todo envuelto en una atmósfera onírica y evocadora. Cinco minutos otorgados, cien de puro lirismo.
Drive (Nicolas Winding Refn, 2011), adaptación libre de la obra homónima creada por James Sallis en 2005, es más que un homenaje a la cintas de acción de los años setenta creadas por Walter Hill (Driven) y Peter Yates (Bullit). Desentierra sus reglas pero las utiliza con personalidad propia, de manera estilizada y sutil. El filme dirigido con brío por el danés Nicolas Winding Refn mira a estos clásicos con suficiencia, dando un nuevo giro a las prestaciones del género. Una composición fascinante que acerca a Drive a otra silueta anónima y lacónica representada por Alain Delon en El silencio de un hombre (Le Samouraï, Jean-Pierre Melville, 1967); obra clave del noir francés que ha encontrado su horma en la última creación del nuevo l’enfant terrible de la industria europea.
Con El Samurái no terminan las referencias y paralelismos cinematográficos de Drive. Driver, el hermético y contenido conductor sin nombre —interpretado de manera soberbia por Ryan Gosling— recupera la esencia del caballero errante de Raíces profundas (Shane, George Stevens, 1953). Reservados y melancólicos, ambos encuentran la válvula de escape en la figura infantil de la trama. Un aspecto que repite Winding Refn en su filmografía como demuestra su anterior largometraje Valhalla Rising (2009). En el caso de Driver no es el único aliciente. Una joven madre de dulce mirada, gesto suave y de nombre Irene —una hechizante Carey Mulligan— será determinante para abandonar el abrigo del aislamiento y defender su integridad y la de su hijo del inminente e irremediable peligro. De común individuo a héroe trágico.
Drive supone el nexo de todas las virtudes y estilemas del autor escandinavo. Partiendo siempre de un protagonista hierático, parco en palabras, con ciertas connotaciones autistas; pasando por situaciones límite donde el romance convive con la crudeza y la criminalidad; arribando a un marcado empaque visual donde la forma marcha paralela al fondo. Pusher (1996), Valhalla Rising (2009), Bronson (2009) y ahora Drive, un mismo esquema*, evolución constante. El premio a mejor director (Prix de la mise en scène) del pasado festival de Cannes es el primer reconocimiento a un joven director que encabeza aires revitalizadores para el cine de género continental y norteamericano. Con Drive encuentra la gloria amparado, además, en la fantástica interpretación de Ryan Gosling, responsable* de su entrada en el proyecto y convertido, a posteriori, en su actor fetiche*.
En esta vanguardista ornamentación noir con aires ochenteros surge la valiente silueta de este Shane del siglo XXI. Ataviado con una chaqueta con un simbólico escorpión dorado a su espalda, Driver enternece en todas las secuencias donde sus ojos atisban a Irene o carga en brazos con el hijo de ésta a través del pasillo de su edificio, así como sorprende con su vitalista vehemencia en los momentos de tensión y contingencia. Un contraste representado, en su máxima expresión, en el punto de inflexión del largometraje: la escena en el ascensor. Compendio absoluto de los valores del filme y la ambigüedad de su protagonista. Del puro romanticismo a una espiral de violencia con tintes dramáticos. Un híbrido representado en la propia vestimenta de Driver que evoca al apólogo esópico de El escorpión y la rana. Un personaje inteligente —siempre fiel a un código—, magnético, que subraya su geografía emocional a través de sus ojos. No son necesarias las palabras.
Precisamente en la retina es donde se produce el mayor impacto. Sea a bordo de un Chevrolet Impala en el prólogo, sea en la representación de sombras en el epílogo, Drive seduce por una original y cuidada estética conformada por el dibujo nocturno de una bellísima ciudad de Los Ángeles. Urbe retratada con una jungla llena de claroscuros donde cada arteria tiene como destino el recoveco más profundo donde comparten vivencia la beldad y la crueldad. Un lienzo que cuenta como fondo con la excelente melodía incidental de Cliff Martínez con reminiscencias a los clásicos temas de Brian Eno que abrochan esa sensación de ensoñación que acompaña en todo momento el fresco de Nicolas Winding Refn. Notas complementadas con una serie de temas que encajan a la perfección y que irradian de forma etérea la dicotómica personalidad de Driver.
Drive es un valiente y sugerente anacronismo que, como el personaje principal, cala de forma eidética en la memoria y el corazón. Romántica y violenta, es una revisión cosmopolita de un Orfeo que se adelanta al descenso al averno de una Eurídice siempre bajo su hechizo. Una tragedia que convierte a un hombre en un icono. Un caballero taciturno. A real hero.
«No tengas miedo a ser lo que quieras ser».
José Luis Sampedro.
Emilio Luna
redacción Cáceres
*La filmografía de Nicolas Winding Refn la conforman, además de las obras citadas, los dos segmentos de la trilogía de Pusher (1996-2005); Fuera de sí (Bleeder, 1999); y, Fear X (2003).
*El proyecto inicial iba a ser dirigido por Rob Marshall y protagonizado por Hugh Jackman, a la postre productor.
*El propio Ryan Gosling convenció a Winding Refn para que se encargara del proyecto. Desde ese momento la conexión fue inmediata. Prueba de ello son los próximos proyectos conjuntos: Only God Forgives (2012) y La fuga de Logan (Logan’s Run, 2013).
Lo mejor| La dirección de Nicolas Winding Refn. La estética. La química entre un brillante Ryan Gosling y Carey Mulligan. El prólogo, la escena del ascensor y el epílogo. La banda sonora de Cliff Martínez y el uso de la música en el filme.
Lo peor| Que su género le impida aspirar a cotar más altas. Sea como fuere, excluida o no de los grandes premios, Drive ya lo ha conseguido. Es una cinta de culto.
Puntuación| ★★★★★
Estados Unidos, 2011, Drive. Director: Nicolas Winding Refn. Guion: Hossein Amini (Novela: James Sallis). Productora: FilmDistrict / Bold Films / Odd Lot Entertainment / Marc Platt Productions / Seed Productions. Presentación Oficial: Festival de Cannes 2011 (Sección Oficial - Premio a la Mejor Dirección). Música: Cliff Martinez. Fotografía: Newton Thomas Siegel. Montaje: Matthew Newman. Presupuesto: 15.000.000 dólares. Intérpretes: Ryan Gosling, Carey Mulligan, Albert Brooks, Ron Perlman, Bryan Cranston, Oscar Isaac, Christina Hendricks, Tina Huang, Joe Pingue, James Biberi y Kaden Leos.